Ren¨¦ Jacobs impone en Innsbruck su sello de experimentaci¨®n y movimiento
El festival incluye un espect¨¢culo sobre madrigales de Monteverdi
La atm¨®sfera que se respira en el Festival de M¨²sica Antigua de Innsbruck es de tranquilidad. Dominan los marcos hist¨®ricos -siete de los nueve espacios utilizados- y rara vez se sobrepasa el ritmo de una funci¨®n musical al d¨ªa. Pero hay sitio para el experimento. La guerra d"Amore, un espect¨¢culo sobre madrigales de Monteverdi, dirigido por Ren¨¦ Jacobs, incluye la presencia permanente de un grupo de danza actual de Basilea.
El Festival de Innsbruck mira a Salzburgo y Bregenz como si fuesen de otra galaxia. El director art¨ªstico Ren¨¦ Jacobs impone su sello. El presupuesto es de 27 millones de chelines austriacos (unos 326 millones de pesetas), de los cuales 19 los aportan las administraciones; 5,5 proceden de la venta de entradas y el resto de patrocinadores privados. El festival transcurre desde el 13 al 29 de agosto, solap¨¢ndose con la Academia de Verano de M¨²sica Antigua entre el 22 y el 28 de agosto, y con una serie de conciertos previos desde principios de julio en la sala Spanischer del castillo de Ambras para ir haciendo boca. En total, este a?o, 31 funciones, nueve m¨¢s que en la edici¨®n del 98, con lo que se espera que el n¨²mero de espectadores se eleve a 18.000. El festival de Innsbruck mantiene un tono secreto, confidencial. Este a?o llega a su 23? edici¨®n, mientras los conciertos de Ambras se situ¨¢n en la 37? y la Academia en la 28?.Desde 1980 se representan ¨®peras escenificadas, con un ritmo de dos por a?o a partir de 1991, a lo que hay que a?adir los espect¨¢culos teatrales en versi¨®n concertante. Era especialmente esperado La guerra d"Amore, un montaje a partir de los libros de madrigales 7 y 8, y de los scherzi musicales, de Monteverdi, aderezado con intermedios instrumentales de Frescobaldi y otros contempor¨¢neos.
La ¨®pera y la danza actual se buscan cada vez con m¨¢s insistencia. Desde que Pina Bausch puso el list¨®n de Ifigenia en T¨¢uride de Gluck, los acercamientos se suceden, especialmente en el terreno del barroco. Marc Morris coquete¨® con Dido y Eneas de Purcel y con una suite para violonchelo de Bach; Trisha Brown, en fin, se adentr¨® en el Orfeo de Monteverdi, con la complicidad musical de Ren¨¦ Jacobs.
Escenograf¨ªa m¨ªnima
La escenograf¨ªa de La guerra d"Amore es m¨ªnima: una pared de ladrillo gris, tres papeleras met¨¢licas, un banco alargado. El director de escena y core¨®grafo Joachim Schl?mer mueve a un nutrido grupo de bailarines con vitalidad y desenvoltura. Se desprende alegr¨ªa, libertad, con un tipo de movimiento desenfadado que, curiosamente, est¨¢ m¨¢s conseguido en los intermedios instrumentales que cuando hay una fijaci¨®n a la palabra expresiva. El experimento atrapa por la cercan¨ªa a un lenguaje juvenil, no siempre novedoso, pero en cualquier caso refrescante. Los problemas surgen cuando la danza eclipsa al canto (nunca a la m¨²sica, con un sensacional Jacobs al frente de la Schola Cantorum Basiliensis). Los cantantes tambi¨¦n se marcan sus pasitos de baile y al final todo desprende espontaneidad, aunque falte unidad. La divisi¨®n de opiniones, tan apasionada, fue la demostraci¨®n palpable de que el espect¨¢culo estaba vivo. Tom¨¢s Luis de Victoria, Palestrina, Haendel, Lassus, han sonado durante los ¨²ltimos d¨ªas en Innsbruck en cuidadas versiones de The Sixteen, la Academia de M¨²sica Antigua de Berl¨ªn, el coro Rias o el Gesualdo Consor de Amsterdam. Un privilegio: el recital de ¨®rgano de Lorenzo Ghielmi en una capillita de la Corte Imperial para 90 espectadores. La exposici¨®n de instrumentos hist¨®ricos en el castillo de Ambras y la feria de constructores y editores de m¨²sica antigua constitu¨ªan el complemento perfecto para redondear el ambiente.
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