Ajuste invertebrado

EL MINISTERIO de Econom¨ªa, que dirige Rodrigo Rato, ha presentado una ejecutoria impecable en las cifras de ejecuci¨®n presupuestaria durante los ¨²ltimos tres a?os. Esta trayectoria indica una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico desde el 4,4% del PIB en 1996 al 1,8% en 1998 y ha permitido integrar a la econom¨ªa espa?ola en la Uni¨®n Monetaria. Pero las cifras de d¨¦ficit p¨²blico en t¨¦rminos de Contabilidad Nacional registradas en los siete primeros meses de 1999, periodo durante el que ha aumentado casi el 23% sobre el mismo periodo de 1998, alimentan la sospecha de que gran parte del m¨¦rito de ese ajuste pertenece a los efectos del ciclo econ¨®mico. El control del d¨¦ficit en Espa?a depende en demas¨ªa del aumento de los ingresos fiscales, reflejo del crecimiento econ¨®mico a tasas superiores al 3%, mientras que el control del gasto se ha ido relajando en el ¨²ltimo trienio, hasta el punto de que entre enero y julio est¨¢ aumentando m¨¢s del 8%.El secretario de Estado de Presupuestos explica esta distorsi¨®n por el adelanto de las devoluciones del IRPF y del pago de los intereses de la deuda. El desbordamiento ser¨ªa, pues, coyuntural. Pero la cuesti¨®n de fondo sigue siendo la inquietante dependencia de la fase alcista del ciclo. Con las cautelas con que hay que tomar este tipo de c¨¢lculos, siempre problem¨¢ticos, el d¨¦ficit estructural del Presupuesto -d¨¦ficit depurado de los efectos de la bonanza econ¨®mica- estar¨ªa muy por encima del 2,1%. Lo cual significa que cuando la tasa de crecimiento disminuya, caigan los ingresos fiscales y suban los gastos de protecci¨®n social, el d¨¦ficit p¨²blico superar¨¢ holgadamente las exigencias del criterio europeo de estabilidad.

El control del gasto p¨²blico en Espa?a, que es la pieza fundamental de la pol¨ªtica de ajuste, se ha basado en la rebaja de los intereses de la deuda por el descenso de los tipos de inter¨¦s -de nuevo el ciclo econ¨®mico-, en el f¨¦rreo control de los sueldos de los funcionarios y en un recorte masivo e indiscriminado de la inversi¨®n p¨²blica. Esta pol¨ªtica, ayuna de equilibrios que permitan salvaguardar el papel del Estado en la formaci¨®n del capital p¨²blico, tendr¨¢ seguramente efectos negativos sobre las infraestructuras sociales del pa¨ªs. Aunque ahora no se perciba.

El Gobierno ha emborronado la brillantez de los indicadores, alcanzada mediante este ajuste tosco e invertebrado, con el oscurantismo informativo de su gesti¨®n presupuestaria; una opacidad que contrasta con las abundantes explicaciones sobre la evoluci¨®n favorable del empleo, como qued¨® ayer demostrado por la intempestiva aparici¨®n del ministro de Trabajo al t¨¦rmino del Consejo de Ministros para informar de cifras archisabidas. Por ejemplo, hoy los ciudadanos saben menos que nunca sobre qui¨¦n y en qu¨¦ proporci¨®n paga impuestos en Espa?a; los datos oficiales sobre la gesti¨®n tributaria del Estado no se publican desde 1996. Tampoco se les explica qu¨¦ cap¨ªtulos presupuestarios sustentan la rebaja del d¨¦ficit y cu¨¢les son sus consecuencias. Las cifras no lo son todo. A veces, como en este caso, ocultan decisiones discutibles que los contribuyentes pagar¨¢n caro en el futuro.