Embargados por la amistad
Datos sobre la cordial convivencia de los atletas de Cuba y Estados Unidos en el mismo hotel
El triple campe¨®n mundial de salto de longitud, el cubano Iv¨¢n Pedroso, pasea una mirada distra¨ªda por el sal¨®n del hotel Alcora, donde conviven los atletas de Cuba y de Estados Unidos, dos pa¨ªses cuyas relaciones no son precisamente muy buenas. "Nunca antes nos hospedamos con los americanos. Esto es un poco extra?o", reconoce Pedroso.Inusual, pero no tanto. El secretario de la Federaci¨®n de Atletismo de Cuba, Roberto Santiesteban, quita dramatismo a la convivencia de esas dos delegaciones en un mismo hotel por primera vez en la historia de los Mundiales de Atletismo. "?Con qui¨¦n van a hablar los atletas cubanos? ?Con los franceses? ?Con los ¨¢rabes? ?Con los suecos? Con quienes m¨¢s conversan nuestros atletas es con los atletas estadounidenses. Es lo normal".
Santiesteban se acomoda en el sill¨®n de su habitaci¨®n, en el lujoso hotel Alcora de San Juan de Aznalfarache, y estira sus dos metros de carrocer¨ªa de ex jugador de baloncesto. Fuma un puro espa?ol -"no es cubano pero est¨¢ bien"-, parece satisfecho al hablar con cordialidad de sus rivales y se esfuerza por separar el discurso deportivo del pol¨ªtico. Como a todos los atletas cubanos, enfrentarse a los estadounidenses en las pistas les ha supuesto siempre un secreto placer. Y convivir con ellos en tiempos de bloqueo o de embargo de Washington a la isla, tambi¨¦n.
El campe¨®n ol¨ªmpico norteamericano de 110 metros vallas, Allen Johnson, no pudo participar en la final de los mundiales de Sevilla, por sufrir una lesi¨®n. Llam¨® a su amigo, el cubano Anier Garc¨ªa y le dijo: "Yo quiero que esta carrera la ganes t¨²". Y aunque Garc¨ªa se llev¨® la medalla de plata, el gesto sirve para ilustrar las relaciones entre dos equipos con lazos hist¨®ricos m¨¢s fuertes que un eventual bloqueo.
"Los atletas norteamericanos son el pueblo norteamericano. Y ya lo ha dicho Fidel, que nosotros no tenemos nada en contra del pueblo americano. S¨®lo con la gusanera de Miami", afirma Santiesteban (refiri¨¦ndose a los cubanos que residen en esa ciudad tras salir de la isla), ejerciendo como principal poder administrativo en la Federaci¨®n Cubana de Atletismo, por encima del hombre que la representa, el ex corredor Alberto Juantorena. No se percibe ni rastro de ambiente proletario en el sal¨®n central del hotel Alcora, con sus jardines y sus fuentes interiores iluminados por la luz difusa de un cristal trasl¨²cido. Con un precio de m¨¢s de 20.000 pesetas por noche para la habitaci¨®n simple, el hotel es el m¨¢s lujoso de cuantos hospedan a los atletas, y por ¨¦l pululan kenianos, alemanes, franceses y suecos, entre m¨¢s de 16 equipos. Cuando la delegaci¨®n cubana que encabezaba Santiesteban vio las instalaciones, en diciembre del a?o pasado, no dud¨® en elegir ese hotel como base: "Nosotros dijimos que nos qued¨¢bamos con este hotel, y los norteamericanos tambi¨¦n; y como nos llevamos muy bien, a partir de ahora deber¨ªamos seguir juntos. Ojal¨¢ que as¨ª sea".
La madre de la reina norteamericana de la velocidad, Marion Jones, es de Belize. La segunda velocista estadounidense, Inger Miller, es hija del jamaicano Lennox Miller. Muchos atletas norteamericanos son de origen caribe?o. El estrecho de Florida, poco m¨¢s de 200 kil¨®metros entre Cayo Hueso y Guanabo, en la costa cubana, es, adem¨¢s de una frontera entre Estados Unidos y Cuba, una v¨ªa de comunicaci¨®n. Quiz¨¢ inspirada en ello, la veterana corredora estadounidense Sandra Farmer hizo una demostraci¨®n de algo m¨¢s que buenas relaciones diplom¨¢ticas, a la ma?ana siguiente de que la isle?a Daim¨ª Pern¨ªa ganara la medalla de oro en los 400 metros vallas. Fue simplemente un gesto de cari?o, algo parad¨®jicamente habitual entre los atletas de dos pa¨ªses enfrentados pol¨ªticamente. Farmer llam¨® a Pern¨ªa, la ¨²ltima revelaci¨®n del atletismo cubano, y le dijo que quer¨ªa hablar con ella, que quer¨ªa felicitarla, que hab¨ªa estado maravillosa y que ten¨ªa la clave para corregir un peque?o defecto suyo al atacar las vallas. "Estas cosas son muy bonitas, y nadie las cuenta", se emociona Santiesteban.
Los norteamericanos no se conmueven menos. "?Qu¨¦ har¨ªamos sin la referencia cubana en las competiciones continentales?", se pregunta el entrenador de los vallistas de Estados Unidos, Tahr Shaffield. "Gente como Ana Fidelia Quirot y Alberto Juantorena probablemente no sepan la magnitud de su haza?a, pero son modelos para los atletas de cualquier pa¨ªs. Juantorena hizo algo fabuloso en los Juegos de Montreal de 1977: gan¨® la medalla de oro en 400 y en 800 metros, dos pruebas aparentemente incompatibles, la velocidad y el medio fondo. Los cubanos son unos competidores formidables, orgullosos, agresivos... Suben el nivel de las competiciones en que participan". Y eso les conviene a los norteamericanos en sus enfrentamientos continentales.
Evie Dennis, una de las representantes de Estados Unidos en la Federaci¨®n Internacional de Atletismo, se muestra en¨¦rgica: "Si dejaran los problemas pol¨ªticos en nuestras manos, los resolvemos en un d¨ªa. Con Cuba no tenemos por qu¨¦ tener problemas".
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