La vida sigue igual
Xavier Albert¨ª se despide, seguramente con alivio. Se despide con los deberes hechos, lo que viene a significar, en palabras de Mascarell, que se han cumplido los objetivos. Pero lo cierto es que cumplir objetivos no es sin¨®nimo de cubrirse de gloria, de modo que Albert¨ª no va a dejar de su paso por la direcci¨®n del Festival Grec, de 1996 a 1999, un recuerdo perdurable. M¨¢s bien han sido a?os de indefinici¨®n y de p¨¦rdida de fuelle y, en especial, de fuelle internacional. Albert¨ª hered¨®, de la ¨²ltima etapa de Elena Posa al frente del Grec, un modelo de festival que hac¨ªa de la necesidad virtud y convert¨ªa la falta de presupuesto municipal (d¨¦ficit que todav¨ªa persiste) en un delicado equilibrio entre la producci¨®n p¨²blica y la privada. Es, ciertamente, un modelo ingenioso, que ha permitido durante los ¨²ltimos a?os perpetuar la ficci¨®n del impulso institucional a la vitalidad y la capitalidad teatral de Barcelona. Pero tambi¨¦n es cierto que ha sido un modelo que ha dejado poco margen de maniobra al director del Grec, que m¨¢s que programar se ha visto en la necesidad de ir justificando te¨®ricamente sus programaciones, empezando por su presunto apoyo (barat¨ªsimo, por cierto, y parcial¨ªsimo) a la creaci¨®n aut¨®ctona. Que Xavier Albert¨ª se iba era algo sabido y anunciado. En cambio, el secreto mejor guardado del verano ha sido el nombre de su sucesor, que ha acabado desvel¨¢ndose para provocar cierta decepci¨®n. Borja Sitj¨¤, cuyo nombre estuvo ya sobre la mesa en 1995 cuando al final acab¨® consider¨¢ndose m¨¢s interesante la opci¨®n de Albert¨ª, es en el fondo un eterno segund¨®n, si bien de alto nivel. Es seguramente un buen t¨¦cnico, del que Mascarell espera, aprovechando sus contactos internacionales y el inter¨¦s que suscita Barcelona, que le abra las puertas de Europa y transforme el Grec, aunque sin cambiar nada, en uno de los festivales m¨¢s renombrados del viejo continente. Borja Sitj¨¤ no es, pese a ser barcelon¨¦s de nacimiento, ni una opci¨®n local, porque lleva a?os fuera de la ciudad, ni tampoco una opci¨®n internacional, lo que supondr¨ªa un personaje de verdadero prestigio en la gesti¨®n cultural (de ah¨ª la decepci¨®n). Su nombramiento evidencia, adem¨¢s, que el Ayuntamiento no tiene ni la intenci¨®n ni, tampoco, la capacidad econ¨®mica de transformar radicalmente un festival que va a seguir siendo, en sus rasgos generales, id¨¦ntico al actual, quiz¨¢ acerc¨¢ndose a modelos ya sabidos como los de Avi?¨®n o Edimburgo. Habr¨¢, por lo dem¨¢s, que esperar a ver cu¨¢l es el margen de maniobra real del que va a poder disfrutar Borja Sitj¨¤. En todo caso, lo cierto es que con este nombramiento s¨®lo queda por decir que hay unos que vienen y otros que se van... La vida sigue igual (¨¦se es el temor).
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