El exilio espa?ol en M¨¦xico
Ante el 60? aniversario del exilio espa?ol, cabr¨ªa preguntarse: ?ha dejado de existir, sea como cronolog¨ªa temporal, sea por desaparici¨®n f¨ªsica, sea por arraigo en el transtierro o por la sucesi¨®n democr¨¢tica operada en Espa?a tras el agotamiento del r¨¦gimen franquista? Al margen de la respuesta, en sus matices y opciones, en lo que no cabr¨ªa duda alguna es en que el exilio espa?ol es historia de M¨¦xico y de Espa?a. Una historia singular, pr¨®diga en j¨²bilos de gratitud, en esperanzas de vida, en cantos de libertad. Historia de nostalgias, de fidelidades, de aportaciones y ausencias.?D¨®nde comienza esta historia ins¨®lita? En lo que pudiera ser anticipo o testimonio augural: en la llegada a M¨¦xico, el 7 de junio de 1937, de los llamados ni?os espa?oles de Morelia. Su n¨²mero, 442; de ellos, 157 ni?as y 285 ni?os, entre los 4 y los 15 a?os, acompa?ados por una docena de profesoras y profesores, procedentes todos de diversas provincias espa?olas; algunos, de Madrid; muchos, de Catalu?a y Valencia. Los ni?os espa?oles quedaron instalados en Morelia, en la escuela que llevar¨ªa su nombre, bajo la tutela fraterna de do?a Amalia Sol¨®rzano, esposa del presidente C¨¢rdenas. Valgan dos referencias m¨ªnimas: una, la fecha de arribo a M¨¦xico, cuando en aquel junio de 1937 todav¨ªa no era segura la p¨¦rdida republicana de la guerra, y otra, el decreto firmado por el general L¨¢zaro C¨¢rdenas disponiendo que los gastos de estancia, "incluida la franquicia postal", correr¨ªan por cuenta del Gobierno mexicano. A?adido, un registro de la hidalgu¨ªa mexicana: el presidente C¨¢rdenas escribi¨® al presidente Aza?a para agradecerle que le hubiera confiado el cuidado de estos ni?os para que "alg¨²n d¨ªa puedan defender el ideal de su patria".
La historia alcanza inusitado esplendor, unida la gratitud a la visi¨®n de un hombre de Estado, cuando por acuerdo presidencial se cre¨® la Casa de Espa?a en M¨¦xico, el 1 de junio de 1938, conforme a una idea originada por el historiador Daniel Cos¨ªo Villegas y con el consentimiento del Gobierno republicano espa?ol. Se trataba de brindar un centro de estudios e investigaci¨®n a un grupo de grandes intelectuales y cient¨ªficos espa?oles, que ya estaban en el punto de mira de algunas universidades extranjeras, especialmente las norteamericanas. Por hallarse en M¨¦xico, los primeros en ingresar a la Casa de Espa?a ser¨ªan Luis Recas¨¦ns Siches, Jos¨¦ Moreno Villa y Le¨®n Felipe. Seg¨²n la valiosa historia de Clara E. Lida, el fil¨®sofo Jos¨¦ Gaos ser¨ªa el primer miembro de la Casa de Espa?a procedente del extranjero (Par¨ªs). A partir de agosto de 1938 llegar¨ªan otras relevantes figuras, como Enrique D¨ªez-Canedo, Agust¨ªn Millares Carlo, Isaac Costero, Juan de la Encina, Gonzalo R. Lafora, Adolfo Salazar, Jes¨²s Bal y Gay, hasta completar medio centenar. A nombre de los intelectuales mexicanos, el insigne poeta Enrique Gonz¨¢lez Mart¨ªnez les dijo, en su discurso de bienvenida: "Volver los ojos a Espa?a es encontrar tristezas y destrozos sangrientos, mas quienes est¨¢n entre nosotros no pueden ni deben sentirse desterrados, pues en cada jir¨®n de Am¨¦rica encontrar¨¢n una evocaci¨®n de la buena tierra que cre¨® el Nuevo Mundo. Bienvenidos, amigos, a esta nuestra casa, que es la vuestra". Presidida por Alfonso Reyes, la Casa de Espa?a pasar¨ªa a ser Colegio de M¨¦xico el 16 de octubre de 1940, abierto a los nuevos catedr¨¢ticos y maestros del exilio espa?ol, llegados a M¨¦xico desde junio de 1939, meses despu¨¦s del t¨¦rmino de la guerra civil.
Desde el primer momento, el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas dispuso que M¨¦xico recibiera fraternalmente a los exiliados espa?oles. Y cuando el Ej¨¦rcito alem¨¢n se lanz¨® contra Francia, instruy¨® al embajador Luis I. Rodr¨ªguez para que, con car¨¢cter de urgencia, informara al Gobierno franc¨¦s de que "M¨¦xico est¨¢ dispuesto a acoger a todos los refugiados espa?oles de ambos sexos residentes en Francia... Si el Gobierno franc¨¦s acepta en principio nuestra idea, expresar¨¢ usted que, desde el momento de su aceptaci¨®n, todos los refugiados espa?oles quedar¨¢n bajo la protecci¨®n de la bandera de M¨¦xico". Esta angustiada y humanitaria gesti¨®n dar¨ªa origen al tratado franco-mexicano del 23 de agosto de 1940. Muchas veces nos hemos preguntado: ?hay, en la historia de la solidaridad humana, un ejemplo similar de tanta grandeza generosa?
Un 13 de junio de 1939, hace 60 a?os, a bordo del Sinaia, nombre que se ha hecho hist¨®rico, arribar¨ªa a Veracruz, procedente de Francia, la primera expedici¨®n de 1.600 refugiados espa?oles. La recibi¨®, a nombre del presidente C¨¢rdenas, su secretario de Gobernaci¨®n, licenciado Ignacio Garc¨ªa T¨¦llez. Suyas fueron estas palabras: "El Gobierno y pueblo de M¨¦xico os reciben como a exponentes de la causa imperecedera de las libertades del hombre. Vuestras madres, esposas e hijos encontrar¨¢n en nuestro suelo un regazo cari?oso y hospitalario". Al Sinaia seguir¨ªan otros barcos, en el mismo a?o de 1939 y en 1940-1941, incluyendo a refugiados que se encontraban en el norte de ?frica, hasta completar una cifra aproximada de 30.000. Si no llegaron m¨¢s expediciones fue porque el SERE y la JARE, los organismos del exilio que dispon¨ªan de fondos econ¨®micos para sufragarlas, no supieron o no pudieron hacerlo, acaso por negligencia. Las puertas de M¨¦xico, como consta, estaban bien abiertas.
Aunque falta una estad¨ªstica fiel, se ha estimado que entre los exiliados que llegaron a M¨¦xico figuraban alrededor de 5.000 profesionales calificados, incluidos actores y diversos g¨¦neros de artistas; 2.700 catedr¨¢ticos y profesores de varias categor¨ªas; unos 500 magistrados, abogados y estudiantes de derecho; unos 500 escritores, poetas, pintores y periodistas; unos 250 ingenieros y arquitectos. Tambi¨¦n unos 250 militares de distintas armas, predominantemente la de aviaci¨®n. En el caso de los m¨¦dicos -500, aproximadamente-, se constituy¨® en 1939 un Ateneo Ram¨®n y Cajal, presidido por el doctor Manuel M¨¢rquez, quien fuera uno de los disc¨ªpulos del gran sabio espa?ol. Tuvo por objeto principal el de certificar los t¨ªtulos de los m¨¦dicos reci¨¦n llegados para que ¨¦stos pudieran ejercer legalmente, y de inmediato, su actividad profesional. A la vez, con un car¨¢cter sucesorio, funcion¨® en M¨¦xico, presidida originalmente por el eminente cient¨ªfico Ignacio Bol¨ªvar, la Uni¨®n de Profesores Universitarios Espa?oles en el Extranjero, creada en Francia en 1939.
En este clima de libertad, el exilio espa?ol fue construyendo su historia. Testimonios de ella ser¨ªan revistas memorables, como Espa?a Peregrina, Las Espa?as, Romance, Litoral, Di¨¢logo de las Espa?as, La Nostra Revista, Ultramar, Ciencia, Los Sesenta, Pont Blau, Quaderns de l"Exili, Mundo, Los Cuatro Gatos. Haza?a personal de Max Aub fue la edici¨®n de El Correo de Euclides, revista de contenido ir¨®nico y fabuloso que obsequiaba a sus amigos a fin de a?o. Hubo publicaciones espor¨¢dicas, intentos malogrados y numerosos boletines. Colateralmente, los escritores del exilio animaron, con sus colaboraciones, revistas nacionales, como Letras de M¨¦xico, Taller, El Hijo Pr¨®digo y Cuadernos Americanos, as¨ª como los suplementos culturales de El Nacional y M¨¦xico en la Cultura. Toda una larga contribuci¨®n al esplendor de la letra impresa, a la cual pertenece la creaci¨®n e impulso de editoriales asociadas a nombres como Jos¨¦ Bergam¨ªn, Juan Larrea, Eugenio Imaz, Juan Grijalbo, Joaqu¨ªn D¨ªez Canedo, etc¨¦tera. Y una impresionante suma bibliogr¨¢fica que puede haber rebasado ya los 6.000 t¨ªtulos.
M¨¦xico, en definitiva, nos ense?ar¨ªa que no hab¨ªamos perdido una patria, sino recuperado otra, la de la hermandad hist¨®rica. Desde el cruce simb¨®lico de la X mexicana aprender¨ªamos su hermosa lecci¨®n de paciencia y convivencia. La nostalgia convertida en un vuelo de ida y vuelta. As¨ª hemos caminado a lo largo de estos 60 a?os de exilio. Cicatrizadas las heridas, acrecentadas las esperanzas; la paz como signo, la gratitud como compromiso. Todos, cada uno en su circunstancia y con su talante, hemos procurado honrar la deuda contra¨ªda con M¨¦xico, deuda tambi¨¦n de la Espa?a recuperada.
Eulalio Ferrer Rodr¨ªguez es comunic¨®logo y escritor.
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