La operaci¨®n m¨¢s oscura de la OTAN
Un juez concluye que 81 italianos murieron en 1980 durante un 'duelo' entre aviones libios y aliados
El 27 de junio de 1980, un DC-9 de la compa?¨ªa Itav¨ªa que cubr¨ªa la l¨ªnea Bolonia-Palermo se precipit¨® al mar en las proximidades de la isla de Ustica con 81 personas a bordo. No hubo supervivientes. Diecinueve a?os despu¨¦s, el juez romano Rosario Priore, que ha dirigido la investigaci¨®n desde 1990, viene a demostrar en un largo y documentado informe que los 81 ocupantes del DC-9 italiano fueron las v¨ªctimas propiciatorias de una "acci¨®n de guerra" no declarada. Pese a todas las negativas oficiales, tanto de las autoridades militares italianas como de los pa¨ªses aliados (Estados Unidos, Francia y el Reino Unido ten¨ªan, al parecer, aviones en la zona), pese a todas las pruebas extraviadas, los falsos testimonios, los intentos de confundir a la justicia de los que Priore acusa a los Servicios Secretos del Aire italianos, la verdad sobre Ustica se abre camino. Los hechos siguen sin ser totalmente claros, pero se perfilan con suficiente nitidez. Aquella noche serena y estrellada del 27 de junio de hace 19 a?os, cuando el avi¨®n de la compa?¨ªa Itavia volaba sobre Ustica, al filo de las nueve, se vio envuelto en una verdadera batalla a¨¦rea en la que estuvieron implicados no menos de tres aviones de la OTAN y, presumiblemente, un Mig-23 libio. Examinados los testimonios, le¨ªdas las tabulaciones de los radares -gracias a la inestimable ayuda de la OTAN, que ha facilitado los c¨®digos secretos-, y sopesadas las declaraciones de nuevos testigos -el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Mario Arpino, entre otros-, se puede establecer que junto al DC-9 que cubr¨ªa el trayecto Bolonia-Palermo volaban al menos dos F-111 y hasta un Awacs (el avi¨®n radar norteamericano capaz de guiar a los otros aviones militares), adem¨¢s del caza libio. Uno de los aparatos iba pegado al DC-9, intentando escapar a los radares, y la presencia de los otros aviones militares le oblig¨® a aproximarse todav¨ªa m¨¢s. De ah¨ª que la ca¨ªda del avi¨®n civil "pudo producirse m¨¢s que por el impacto de un misil, por la colisi¨®n con uno de los aviones militares cuya identidad no sabremos jam¨¢s", escribe Priore en su larga exposici¨®n de los hechos. Lo cierto, sin embargo, es que los restos de un avi¨®n libio fueron localizados en las monta?as de Calabria, no muy lejos de Ustica, ese mismo 27 de junio, y no el 18 de julio como se empe?aron en declarar los mandos militares en su d¨ªa. Mario Arpino, que en 1980 estaba al frente del Estado Mayor del Aire, admiti¨® el a?o pasado ante la Comisi¨®n Antiterrorista del Parlamento que los mandos militares mintieron sobre la fecha en la que fue localizado el Mig-23.
Una hip¨®tesis que se insin¨²a en el documento judicial es la de que el caza libio fuera escoltando a otro avi¨®n en el que viajaba rumbo a Malta el l¨ªder libio Muammar el Gaddafi. Sea como fuere, las v¨ªctimas seguras de la acci¨®n militar fueron los 81 ocupantes italianos del DC-9. Pese a ello, un muro de omert¨¤ (el silencio mafioso) se levant¨® de inmediato en torno a lo ocurrido. Las razones de esta reserva las ofreci¨® en cierto modo Arpino en su declaraci¨®n. El presidente de la Comisi¨®n Antiterrorista, Giovanni Pellegrino, ha contado en s¨ªntesis c¨®mo Arpino justific¨® el silencio y las omisiones de los militares en 1980 en base a una posici¨®n atlantista. "Para ellos, un tercio del Parlamento italiano (entre miembros del PCI y de la izquierda en general) era representante de un ¨¢rea enemiga, y actuaban en consecuencia".
El primer resultado de la investigaci¨®n judicial es que cuatro generales italianos (Lamberto Bartolucci, Zano Tascio, Corrado Melillo y Franco Ferri), que ocupaban la c¨²pula del Ej¨¦rcito del Aire en aquellas fechas, tendr¨¢n que responder ante los tribunales de la acusaci¨®n de atentado contra los ¨®rganos constitucionales con el agravante de alta traici¨®n, y otros cinco militares de los diferentes servicios secretos, de la de falso testimonio. De momento, Priore no ha tirado del hilo pol¨ªtico que liga este oscuro episodio al ministro de la Defensa de entonces, Lelio Lagorio y, sobre todo, al jefe del Gobierno democristiano, nada menos que Francesco Cossiga, que ser¨ªa elegido a?os despu¨¦s presidente de la Rep¨²blica. En cuanto a los culpables, el juez manifiesta sus dudas de que puedan ser descubiertos alg¨²n d¨ªa.
Durante 19 a?os, el accidente de Ustica ha planeado sobre Italia como un fantasma de los a?os oscuros. Uno de esos terribles episodios repleto de misterios como el secuestro y asesinato del l¨ªder de la Democracia Cristiana Aldo Moro, ocurrido apenas dos a?os antes. Tambi¨¦n el caso Ustica ha tenido un tormentoso recorrido penal, con dos investigaciones diferentes, hip¨®tesis de bombas terroristas, misiles y atentados. Durante todo ese tiempo, Italia ha sido un hervidero de rumores sobre las verdaderas causas del siniestro, una tragedia presentada por los expertos oficiales como un anodino caso de accidente debido a fallos estructurales del aparato.
Para Aldo Davanzali, presidente de Itavia, la primera compa?¨ªa en desafiar el monopolio de Alitalia, las cosas estuvieron claras desde el principio. En diciembre de 1980, Davanzali avanz¨® la hip¨®tesis de que el avi¨®n pod¨ªa haber sido abatido por un misil. Una afirmaci¨®n inconveniente que le ech¨® encima la justicia. La compa?¨ªa fue obligada a cerrar acusada de ineficiencia y fallos en el mantenimiento de las aeronaves, con las consiguientes consecuencias de despidos y quiebra. Davanzali, hoy un anciano de 76 a?os, como los familiares de las 81 v¨ªctimas, no se ha cansado de clamar en el desierto sin culpables de las tragedias italianas. Pero lo que hasta ahora eran s¨®lo hip¨®tesis calenturientas, en el informe del juez Priore se convierten en tesis avaladas por nuevos datos y testimonios.
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