De Madrid al cielo
Mucha gente que se encontraba de vacaciones ha cogido Madrid en marcha y est¨¢ todav¨ªa perpleja, dudando si comprar en Continente o en Pryca, aunque quiz¨¢ a estas alturas d¨¦ lo mismo una cosa que otra. La realidad anal¨®gica se parece cada d¨ªa m¨¢s a la virtual en esa ausencia de jerarqu¨ªas, de grados, de identidad. El otro d¨ªa falleci¨® un empleado de Barajas, Saturnino Zama, y seg¨²n la noticia pertenec¨ªa el pobre a una subcontrata, que viene a ser lo mismo que no pertenecer a nadie, a nada. Antiguamente, las empresas te colocaban una esquela en el peri¨®dico cuando mor¨ªas en acto de servicio. Pero ya no hay empresas, sino subcontratas o chiringuitos de trabajo temporal que se han inventado para eso, para no gastar dinero in¨²til en los funerales de los obreros, que caen como moscas gracias al ahorro obtenido con el recorte de las medidas de seguridad. Todo, en fin, deviene en una especie de alb¨®ndiga cuyos componentes resultan ininteligibles para el usuario ingenuo: usted mismo y un servidor de usted. Pasar de la l¨®gica personal de agosto a la de septiembre es m¨¢s peligroso que cambiar de vag¨®n con el metro en marcha. Deber¨ªa estar prohibido. Hace uno todos los esfuerzos del mundo por ponerse realista, pero no es f¨¢cil en una ciudad que acaba de batir el r¨¦cord de beatificaciones, por ejemplo. Parece que nuestro arzobispo de guardia, un tal Rouco Varela, en lugar de fusionarse con otras religiones, como hacen Pryca y Continente para apretar las tuercas a los proveedores, se dedica a fabricar santos y beatos en serie. Por lo visto, nuestra di¨®cesis, o lo que sea, es la que presenta m¨¢s candidatos a la santidad de todo el mundo. Pero lo que ha conseguido con eso el arzobispo es depreciar el valor del santo y del beato que est¨¢ por los suelos.
Cuando yo era peque?o, mis padres conoc¨ªan a unos se?ores de la Guindalera en cuya familia hab¨ªa un beato. El prestigio de aquella gente era enorme. Yo coincid¨ªa al ir al colegio con una de las hijas y juro que le ve¨ªa una aureola de santidad alrededor de la cabeza. A lo mejor se la clavaban en la nuca, como a las im¨¢genes de escayola, al salir de casa, porque lo cierto es que no fui el ¨²nico en v¨¦rsela. Otro compa?ero, que ahora es agn¨®stico y que hasta la semana pasada juraba que el mejor pescado de Madrid se vend¨ªa en Continente, tambi¨¦n se la vio m¨¢s de una vez. En cualquier caso, lo cierto es que era un honor tener en la familia a un beato, o a una beata, no digamos a un santo.
Ahora no, ahora te dicen que han santificado a Fulano y te parece un ascenso simplemente, como cuando a un jefe de secci¨®n de Pryca lo hacen subdirector de Continente, o viceversa. Es m¨¢s, si haces una encuesta preguntando qu¨¦ prefiere el p¨²blico, si conocer a un subdirector de Pryca o a un beato de Rouco, te dir¨¢n que a un subdirector, porque en Navidades te puede conseguir los percebes a buen precio, y eso s¨ª que es de verdad un milagro.
Adem¨¢s, los santos iban antes al cielo, lo que ten¨ªa su encanto, pero el Papa acaba de decir que el cielo no existe, al menos como nos lo hab¨ªamos imaginado, sino que es una especie de subcontrata del estado de ¨¢nimo. Hoy se subcontrata todo, hasta el infierno, para reducir costes. Curiosamente, en la misma p¨¢gina del peri¨®dico donde se daba la noticia del frenes¨ª beatificador de Rouco Varela, hab¨ªa tambi¨¦n una informaci¨®n seg¨²n la cual Sanidad hab¨ªa abierto 120 expedientes en tres a?os contra los "productos milagro": las pulseras de cobre y todas esas cosas que lo mismo te quitan una migra?a que un tumor. Y aunque las dos noticias estaban debidamente separadas, se percib¨ªa que en una sociedad m¨¢s racional que la nuestra, Sanidad podr¨ªa haber expedientado tambi¨¦n a Rouco Varela por vender estampas que lo mismo sirven para arreglar un roto que un descosido. Lo sorprendente es que el ministro del ramo crea m¨¢s en las virtudes terap¨¦uticas del ap¨®stol Santiago, por ejemplo, que en las propiedades curativas del cobre.
Todo es muy raro, pero a primeros de septiembre m¨¢s. Viene uno con la l¨®gica vacacional encima, habiendo alcanzado quiz¨¢ algunos acuerdos realistas con la propia conciencia, pero cambia de mes, o de vag¨®n, y no sabe si lo que tiene frente a s¨ª es Continente o Pryca, Tribunal o Noviciado, la avenida de Am¨¦rica o la Quinta Avenida. De modo que hay que llevar a cabo un ajuste mental para hacerse cargo de que ha desembarcado uno en la ciudad irreal por excelencia, una ciudad rellena de arzobispos y de santos y de violeteras, c¨®mpreme usted este ramito. Menos mal que siempre nos quedar¨¢ Hypercor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.