Isabelle Huppert

La jornada termin¨® con un epid¨¦rmico laberinto de sutilezas francesas no sobre el sexo, sino sobre el poder y la corrupci¨®n entre la gente con poder. La pel¨ªcula se titula Ning¨²n esc¨¢ndalo y pretende ser el dibujo de dos hermanos de la alta burgues¨ªa parisiense, uno de ellos con una parcelita de poder a trav¨¦s de un programa de debate e informaci¨®n en la televisi¨®n; y otro con el poder, mucho m¨¢s directo y contundente, de la direcci¨®n de una empresa de 8.000 asalariados. Este ¨²ltimo, que fue trincado hace unos meses con las manos en la masa de la corrupci¨®n, sale de la c¨¢rcel de La Sant¨¦ y reanuda, con cara de alelado y perplejo, su vida familiar interrumpida bajo el peso del estigma carcelario. Y si todo es confuso y tedioso en esta historia, lo que peor se digiere de ella es la presencia del inmenso talento de Isabelle Huppert, una de las m¨¢s inteligentes actrices de Europa puesta al servicio de una de las m¨¢s tontorronas pel¨ªculas del cine europeo. La formidable actriz ennoblece las partes del filme en que interviene, las llena de una vitalidad de la que la pel¨ªcula carece y les proporciona la sutileza que la pel¨ªcula imagina tener y s¨®lo alcanza gracias a la simple mirada de esta mujer de cine, que ahora entra en el periodo de su plenitud.