La estrella Brad Pitt provoca risas por su mala interpretaci¨®n en 'Fight Club'
La pel¨ªcula de David Fincher y un amargo filme de Philippe Garrel cierran el festival
ENVIADO ESPECIALSeven y 12 monos, los dos huecos spots que encumbraron a Brad Pitt, han engordado despu¨¦s de Fight Club, convirti¨¦ndose respectivamente en Eight y 13 monos. Dirige el monumental bodrio David Fincher, que firm¨® el primero. No hay un director tan calculadamente tramposo como ¨¦ste en el cine norteamericano actual. Al rev¨¦s que el franc¨¦s Philippe Garrel, que en la dur¨ªsima El viento de la noche, con Catherine Deneuve, nos da un ba?o de amarga verdad y de juego limpio. Es un filme que ver¨¢n cuatro gatos, pero que lleva dentro gran cine.
El publicitario David Fincher, estupendo vendedor de pantalones vaqueros pero una aut¨¦ntica nulidad como cineasta, si en Seven, debido a lo ajustado del presupuesto -por entonces Brad Pitt no cobraba lo que se embolsa ahora-, le oblig¨® a moderar el derroche de virguer¨ªas visuales, ahora, el alto nivel de la financiaci¨®n en que se apoya Fight Club le ha dado alientos de desquite y el esteta de perfumer¨ªa se ha desmelenado en un esfuerzo por apabullar a su clientela con un v¨®mito de efectismos visuales retorcidos y pestilentes. La escatolog¨ªa sanguinaria que llena las oquedades de Seven aqu¨ª se desborda en una riada en la que se entremezclan todo tipo de amaneramientos gestuales y aplastamientos de las fuentes de salsa de tomate que caracterizan al mal cine violento. Y a esto se a?aden sus aficiones al tenebrismo y a la salvajada, aqu¨ª salpimentadas con toques de milenarismo y de teolog¨ªa negra. El resultado es una paliza de im¨¢genes desp¨®ticas, cuyo regusto autoritario, negador de la libertad del espectador, roza, pretendiendo lo contrario, la apolog¨ªa de una est¨¦tica del neofascismo.
Durante todo el siniestro spot de este experto embaucador, Brad Pitt se las ve y se las desea para no caer en las telara?as del rid¨ªculo. Su guapa condici¨®n de estrella todav¨ªa sigue sin cuajar en una interpretaci¨®n solvente, aunque parec¨ªa despuntar en ¨¦l una v¨ªa de escape de este pozo profesional con el buen enfoque que dio al personaje del terrorista del IRA que encarn¨® en La sombra del diablo frente a Harrison Ford hace cosa de dos a?os. La cumbre de Brad Pitt sigue siendo el chico tejano que jode con Geena Davis en Thelma y Louise.
Golpe tr¨¢gico Brad Pitt sigue estancado en su arranque. Necesita este bien dotado actor a?adir inteligencia a su fulminante escalada hacia el fetiche del sex symbol o, endureciendo las palabras, de est¨ªmulo masturbatorio de lujo.
La sanguinaria patra?a que Fincher intenta, y no consigue, contar en Fight Club es pura nada si se la coteja con el apacible, pero contundente hasta l¨ªmites extremos, golpe tr¨¢gico que nos asesta el franc¨¦s Philippe Garrel en El viento de la noche, una dur¨ªsima indagaci¨®n, con pinta de introspectiva, dif¨ªcil de ver, pero de calidad excepcional. Philippe Garrel sit¨²a en el vac¨ªo de las calles del Par¨ªs de ahora mismo un fugaz encuentro, atravesado por un aterrador pesimismo, entre dos despojos mentales y sentimentales de la explosi¨®n optimista de la revoluci¨®n de mayo de 1968, interpretados con dolor y rigor asc¨¦ticos por Catherine Deneuve y Xavier Beauvois. Un minuto de este encuentro contiene mucha m¨¢s violencia, verdadera violencia y amargura que toda la basura perfumada de cien Finchers.
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