Carmelo Bernaola
Carmelo Bernaola (Otxandio, 1929) es un m¨²sico con entorno. Es decir, tiene el reconocimiento social de los m¨²sicos, pero dispone de la entrega mayoritaria a su condici¨®n personal. En resumen: tiene m¨¢s amigos que seguidores, lo cual no es asunto para menospreciar en un pa¨ªs donde no proliferan las entregas personales. De su magisterio musical han salido alumnos que le profesan tanta amistad como agradecimiento. ?l lo sabe y lo reconoce en cualquier oportunidad. De su fe rojiblanca ha llegado a decir -en su madurez humana- que en realidad le gusta m¨¢s el Athl¨¦tic que el f¨´tbol. Y por eso, algunos de los que se sientan en San Mam¨¦s o enchufan el transistor o la televisi¨®n en los partidos finisemanales saben que Carmelo Bernaola es m¨²sico fundamentalmente porque arregl¨® y reconstruy¨® el himno rojiblanco (junto a Agust¨ªn Zubikarai, en la letra). Los m¨¢s avisados del entorno, recordar¨¢n incluso alguna de sus bandas sonoras en pel¨ªculas de prestigio, aunque en esto tambi¨¦n la mercadotecnia influye poderosamente: en el cine, m¨¢s que la m¨²sica se recuerdan las canciones. Pero Bernaola le ha puesto al cine el tono singular del creador musical que sabe atender las exigencias del gui¨®n sin perder un apice de fortaleza en la composici¨®n. Y luego est¨¢ el Carmelo Bernaola compositor, al que, en el homenaje tributado por la Universidad Men¨¦ndez Pelayo, los Cursos de Verano de la UPV-EHU y la Quincema Musical donostiarra, Teddy Bautista (presidente de la Sociedad General de Autores) defini¨® como "un cl¨¢sico moderno". Se lamenta, con raz¨®n, Carmelo Bernaola de que la programaci¨®n musical, aunque crece, se ha quedado atascada en la m¨²sica rom¨¢ntica de finales del siglo XVIII y todo el XIX. Lo antiguo y lo contempor¨¢neo pasa m¨¢s desapercibido, como si l¨¢ m¨²sica cl¨¢sica se hubiera encorsetado en un cat¨¢logo reducido de obras y autores. Nos pierden las palabras. La m¨²sica cl¨¢sica es, para algunos, la contraposici¨®n de la m¨²sica moderna, por lo que entonces nada cl¨¢sico puede ser moderno. Las definiciones anteriores no mejoraban el asunto. Si la m¨²sica moderna era la m¨²sica ligera, ?habr¨ªa que pensar en la m¨²sica cl¨¢sica como algo tan pesado como el rock alem¨¢n? (por poner un ejemplo). Bernaola es m¨²sico, compone m¨²sica, la ense?a y la aplica a todos los formatos razonables, partiendo del origen m¨¢s natural de la creaci¨®n: el cacumen (lo llama ¨¦l), el pentagrama y los instrumentos musicales. Compone m¨²sica para ser interpretada y percibida hoy y siempre, porque la m¨²sica no tiene tiempos diferentes, sino medios y planteamientos diferentes. Y ah¨ª es donde el entorno se reduce, porque se programa poca m¨²sica creada hoy para siempre y a sus 70 a?os reclama, con el agradecimiernto sincero a los homenajes que recibe, que nada hay mejor para un m¨²sico que escuchar su m¨²sica. O¨ªr a Bernaola, a Crist¨®bal Halftter, a los cl¨¢sicos contempor¨¢neos, modernos, actuales o como demonios quiera la academia musical llamar a esa m¨²sica. Profesor y alumno Bernaola es un vasco afincado en Madrid, una ciudad que domina a la perfecci¨®n, por cuyos vericuetos serpentea en busca del Madrid m¨¢s cl¨¢sico y castizo (o lo que queda de ¨¦l). Es un ciccerone siempre reclamado por el entorno bilba¨ªno para disponer de su conversaci¨®n y de su conocimiento de una ciudad excesiva. Y de paso reclamar un par de convicciones sobre el Athletic y salir de las dudas metaf¨ªsicas que plantea un equipo que transforma en pasi¨®n una actividad cotidiana. Bernaola, por ejemplo, consigui¨® definir al prototipo de jugador del Athletic en la persona de Fidel Uriarte: calidad, potencia, entrega, remate, condici¨®n an¨ªmica y la dosis justa de arrogancia en el terreno de juego. Uriarte, como la m¨²sica, ten¨ªa un poco de todo. Carmelo Bernaola como Uriarte, como el Athletic, como la m¨²sica, encierra muchos matices: sencillez, sinceridad, atrevimiento, creatividad. Un m¨²sico que es m¨¢s que un m¨²sico. Que es compositor en estado puro y compositor al hilo de la realidad virtual del cine, que es profesor de alumnos que acaban siendo amigos. Que es alumno permanente de la realidad cotidiana de vivir, sin necesidad de ir con la m¨²sica a otra parte, porque nada es m¨¢s inimaginable que el silencio.
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