Banderas en Alabama
JUSTO NAVARRO En Venecia est¨¢ presentando Antonio Banderas, nuevo director de cine, Locos en Alabama, pel¨ªcula americana. Dicen las cr¨®nicas que su mundo es el mundo del sue?o americano y el mundo de la pesadilla americana: la fuga de una madre y esposa parricida hacia Hollywood, para ser estrella de cine, y la lucha de los negros por sus derechos en Alabama. Hollywood y Alabama: quiz¨¢ sean nombres m¨¢s pr¨®ximos a nosotros que Ol¨ªas y Alic¨²n. He visto en televisi¨®n unas im¨¢genes de la pel¨ªcula de Banderas: unos ni?os juegan en una piscina, se lanzan al agua, bucean. Son im¨¢genes con poder. Hay un cine que tiene algo intangible en el encuadre, en el color y la luz y la disposici¨®n de las personas y las cosas en la pantalla: algo que me conquista, o me capta. O me encanta, eso es. Lo he visto en las im¨¢genes de Banderas. Es lo que a?aden al gui¨®n los directores de verdad. ?Lo ser¨¢ Antonio Banderas desde su primera pel¨ªcula? Ir¨¦ a ver Locos en Alabama. Es que adem¨¢s quiero ver la conversi¨®n de Banderas en director de cine americano. Entiendo el deseo o el impulso inevitable de ser americano, norteamericano de Estados Unidos, porque recuerdo fechas m¨ªticas de mi infancia y juventud: el lanzamiento de los sat¨¦lites artificiales, la muerte de Kennedy, el asesinato de Oswald por televisi¨®n en directo, el alunizaje, la resistencia contra la guerra en Vietnam, Satellite of Love en la m¨¢quina de discos del Bar Natalio. La aureola de Estados Unidos era rosa y redonda como una pompa de chicle y dura como Superm¨¢n. Tambi¨¦n nosotros quer¨ªamos huir como el ama de casa de Locos en Alabama: no porque hubi¨¦ramos matado a nadie, sino para no ser muertos por la miseria local. Busc¨¢bamos el pa¨ªs de los tebeos y los cines, la patria del Conejo de la Suerte y el P¨¢jaro Loco y Mickey el Rat¨®n. Nos emocion¨¢bamos al final de la pel¨ªcula cuando enterraban al h¨¦roe condecorado con la Medalla de Honor del Congreso. Ahora izan la bandera y desciende el ata¨²d y suena el Adagio para Cuerdas, de Samuel Barber, compositor nacido en Pensilvania. Salimos del cine con la gorra de b¨¦isbol y las zapatillas NBA, y no s¨¦ si estoy en Huelva, en Mil¨¢n o en Tokio. Hemos alcanzado un estilo internacional, es decir, americano. Quiz¨¢ todas las pel¨ªculas y todas las obras de arte de hoy sean americanas, aunque no traten exactamente de Alabama y Hollywood. ?Qu¨¦ pel¨ªcula veremos esta noche? Miro la cartelera: ?Air Bud, Ravenous, Rugrats, Stars Wars, The Faculty, Wild Wild West? Esperar¨¦ el estreno de Eyes wide shut y Crazy in Alabama. Quiz¨¢ nos hayamos convertido en gente desarraigada, con la memoria perdida, sin identidad, fugitivos que huyen de la memoria y de la identidad insistentemente rencorosas, a la busca de territorios v¨ªrgenes, sin recuerdos: como los protagonistas de las pel¨ªculas de Nicholas Ray o John Ford, americanos. O quiz¨¢ estemos buscando la memoria y la fuente de nuestra juventud en un paquete de tabaco, en la m¨¢quina tragaperras, en una canci¨®n, en una pel¨ªcula, americano todo. La primera pel¨ªcula de Antonio Banderas se llama Crazy in Alabama. Es que Antonio Banderas tiene memoria. Y es inevitablemente de aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.