Sucesos
"La noche de San Blas de 1645, estando ya el Rey acostado, oy¨® abrir la puerta del dormitorio. Dio voces el Rey y se vio a dos hombres huir por una escalerilla oscura y salir en dos caballos que ten¨ªan unos lacayos. Acabaron apres¨¢ndoles y result¨® que eran dos se?ores que galanteaban a unas damas de la Reina. Les cogieron pero todav¨ªa sobornaron a los alguaciles para que, al salir de Madrid desterrados, les dejaran pasar por delante de palacio para ver a sus damas". He aqu¨ª la peque?a cr¨®nica de un, para decirlo con palabra moderna, suceso de mediados del siglo XVII. Lo menciona don Jos¨¦ del Corral, escritor madrile?ista, autor entre otros muchos libros de la Gu¨ªa de Madrid, de la editorial El Pa¨ªs-Aguilar, en una obra que acaba de publicar titulada La vida cotidiana en el Madrid del siglo XVII. Del Corral habla en este libro de muchos aspectos de la vida y costumbres de los madrile?os e incluye asimismo una gu¨ªa para visitar el Madrid de hace 300 a?os.
Me ha llamado especialmente la atenci¨®n el cap¨ªtulo dedicado a la picaresca, porque de ella surgi¨® un g¨¦nero espec¨ªficamente espa?ol. Don Jos¨¦ ha manejado las colecciones de Avisos, Noticias y Anales de la Corte, fij¨¢ndose especialmente en las Cartas de Jesuitas, en las que los padres del Colegio Imperial de Madrid contaban a otros miembros de la Compa?¨ªa lo que iba ocurriendo en la capital. Fueron editadas en el siglo pasado por la Academia de la Historia en siete vol¨²menes.
Aparecen all¨ª historias de ladrones a quienes proteg¨ªan los nobles o bien alguaciles que eran degradados de su cargo y enviados a la guerra por haber prevaricado de diversas maneras. Tambi¨¦n se habla de "galanes de monjas" que sacan a las novicias por los tejados de los convento; de maridos que matan a sus mujeres y cu?adas; de un capit¨¢n que le roba a un tahur setenta mil ducados. Y se menciona tambi¨¦n un suceso misterioso, propio de la ¨¦poca: unos frailes, al cerrar su iglesia, descubrieron una silla con las cortinillas cerradas. Dentro hab¨ªa una mujer muerta que llevaba, eso s¨ª, 100 escudos en la faltriquera para los gastos del entierro.
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