Cicatrices de celuloide
Orson Welles sufri¨® en propia carne los enormes condicionantes que afectan a la realizaci¨®n de una pel¨ªcula, de ah¨ª que definiera el cine como "el arte de las obras frustradas". Pero el pase televisivo de una obra cinematogr¨¢fica parida con dolor y supuestamente definitiva puede acarrear todav¨ªa nuevas frustraciones: formatos panor¨¢micos alterados que pierden a sus personajes por los extremos, pel¨ªculas relegadas al papel de meras interrupciones de la macropel¨ªcula publicitaria, coloraciones chillonas que embadurnan un sobrio blanco y negro, o nuevos montajes capaces de cepillarse 12 planos de una escena de 16. La de los anuncios y la coloraci¨®n son dos de las batallas contra la integridad de las pel¨ªculas que Carles Benpar, director de cine y guionista de la exposici¨®n Cineastes contra magnats -que el Museu del Cine de Girona inaugura esta tarde-, considera pr¨¢cticamente perdidas. Quedan atr¨¢s las graves manipulaciones perpetradas en la televisi¨®n contra las pel¨ªculas en cinemascope. Amputaciones de juzgado de guardia. Violaciones de la integridad f¨ªlmica que permiten entender que Benpar interpusiera una denuncia contra TVE el 9 de enero de 1988 a ra¨ªz de la emisi¨®n televisiva de El hombre del oeste, de Anthony Mann, en la que mostraba su indignaci¨®n ante el hecho de que el 40% de su contenido hubiera sido amputado dejando a su protagonista fuera del encuadre visual de la televisi¨®n durante m¨¢s de la mitad del filme. Benpar explica que TVE, entonces bajo la batuta de la directora Pilar Mir¨®, acept¨® repetir el filme. "M¨¢s que por la denuncia, creo que me escucharon a causa de la repercusi¨®n que tuvo un art¨ªculo sobre el asunto firmado por el cr¨ªtico de EL PA?S ?ngel Fern¨¢ndez-Santos", cuenta Benpar. Aquella denuncia fue la semilla de una serie de art¨ªculos en los que el director denunciaba los atentados televisivos cometidos contra las pel¨ªculas y que fraguaron el libro Cineastes contra magnats, que ha servido de gui¨®n a la exposici¨®n de hom¨®nimo t¨ªtulo. En la exhibici¨®n se repasan las leyes que protegen la integridad de las obras f¨ªlmicas. El primer apartado es el de los formatos. Milos Forman argument¨® que de la misma manera que a nadie se le ocurrir¨ªa cortar un cuadro a medida para adaptarlo al comedor de su casa, nadie deber¨ªa amputar el encuadre de una pel¨ªcula para adaptarlo a la peque?a pantalla televisiva. Dos televisores muestran al un¨ªsono una pel¨ªcula panor¨¢mica, una de ellas con todo el esplendor de su formato y otra con los desafortunados cortes laterales. Tambi¨¦n aparecen fragmentos en los que un mismo plano se cort¨® para meter a dos personajes o en los que se improvisaba un artificioso movimiento panor¨¢mico que iba de un lado a otro del encuadre original. La publicidad parece ganar la partida a las pel¨ªculas. A pesar de que TV sin Fronteras obliga a que los cortes se hagan cada 45 minutos, pocos respetan esta norma. Benpar recuerda la curiosa f¨®rmula del director Samuel Fuller para escapar a la invasi¨®n publicitaria: "Miraba la televisi¨®n sentado en un extremo de la cama y cuando los anuncios cortaban el filme se tumbaba y cerraba los ojos". Luis Bu?uel, socarr¨®n, exclam¨® ante las constantes interrupciones publicitarias del pase televisivo de su pel¨ªcula Los olvidados: "No sab¨ªa que en mi pel¨ªcula saliera ninguna nevera". Los directores italianos, en su cruzada contra los anuncios, utilizaron el afortunado lema: "No se rompe una historia. No se interrumpe una emoci¨®n". La coloraci¨®n electr¨®nica de pel¨ªculas constituye otro de los apartados de la exposici¨®n. John Huston afirmaba que rodar en blanco y negro es una decisi¨®n art¨ªstica del mismo calibre que la de un pintor que escoge el ¨®leo o el carb¨®n, o un escultor la madera o la piedra. Las manipulaciones llegan en ocasiones al montaje. La pel¨ªcula R¨ªo rojo, de Howard Hawks, lleg¨® a los cines espa?oles con una secuencia de 16 planos reducida a 8. En una copia emitida por TVE y TV-3 ya s¨®lo quedaban 4. La exhibici¨®n estar¨¢ abierta al p¨²blico en la sala de exposiciones temporales del Museu del Cinema de Girona hasta el 16 de enero.
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