Hora europea
Finalmente, la econom¨ªa europea parece haber arrancado, una vez superados los baches provocados por las crisis asi¨¢ticas. Tras un largo titubeo, la de la zona euro al menos se ha puesto en marcha. La espa?ola lo hab¨ªa hecho antes, pero a este movimiento se han ido sumando la francesa, la italiana, y ahora, seg¨²n algunos ¨ªndices como los pedidos industriales y las exportaciones, aunque a¨²n no el PIB, la alemana, la locomotora europea por excelencia, latinoamericana y rusa. El posible estallido de la burbuja de Wall Street podr¨ªa, sin embargo, poner en peligro estas perspectivas. Pero de otro modo a las puertas del 2000 parece haber llegado otra buena hora para esta Europa. La marcha hacia el euro ha llevado a sanear las cuentas p¨²blicas. Las empresas europeas han invertido estos a?os m¨¢s en renovaci¨®n e innovaci¨®n, mientras que los europeos no han ca¨ªdo en los excesos de consumo y de endeudamiento de los estadounidenses. La sociedad de la informaci¨®n est¨¢ haciendo plenamente eclosi¨®n en Europa, recuperando el retraso acumulado frente a Estados Unidos. Seg¨²n algunos estudios, las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, que est¨¢n detr¨¢s de una cuarta parte del espectacular crecimiento de la econom¨ªa de Estados Unidos en los ¨²ltimos a?os y han contribuido a frenar la inflaci¨®n, representan una cuarta parte de los empleos netos creados desde 1995 en Europa, y est¨¢n detr¨¢s de al menos un 15% del crecimiento del PIB. Que cada cual haga sus cuentas y piense cu¨¢nto gastaba en este concepto hace tres a?os y cu¨¢nto ahora con tel¨¦fonos m¨®viles, Internet (con otro modelo que el americano) o televisi¨®n de pago.
Esta recuperaci¨®n econ¨®mica ha ido casi sola, y no se corresponde con una recuperaci¨®n pol¨ªtica, porque sigue sin haber un liderazgo pol¨ªtico, pese a que los actuales dirigentes en la UE han mantenido un frente bastante unido y novedoso en la crisis de Kosovo, y antes hab¨ªan logrado alumbrar sin traumas el euro. La no participaci¨®n brit¨¢nica en la moneda ¨²nica hace que la capacidad de liderazgo europeo de Blair quede demediada. En cuanto a Jospin, est¨¢ demasiado encerrado en Francia, pendiente ya de las pr¨®ximas citas electorales. Queda Schr?der, al frente del principal pa¨ªs de la UE. Pero el canciller socialdem¨®crata no puede pretender ganar fuera el peso que pierde d¨ªa a d¨ªa dentro de su propio pa¨ªs. Las ¨²ltimas elecciones regionales as¨ª lo reflejan. El mayor adversario de Schr?der es su propio partido, que no domina y que, nost¨¢lgico, se opone a la pol¨ªtica del nuevo centro, a la austeridad presupuestaria y a la siempre postergada reforma en profundidad que requiere el Estado alem¨¢n.
Mientras, ahora desde Berl¨ªn, Schr?der sigue insistiendo en un discurso m¨¢s nacionalista -es verdad que m¨¢s parecido al de los dem¨¢s l¨ªderes europeos, al reclamar id¨¦ntico derecho a defender sus intereses nacionales- sobre Europa. El problema no es s¨®lo lo que pretenda, sino c¨®mo trata de imponerlo, como se refleja en la manera de abrir paso al idioma alem¨¢n entre las lenguas de trabajo de la UE, de las que el ingl¨¦s -bien le pese al franc¨¦s- se est¨¢ erigiendo en la n¨²mero uno. Todo esto refleja un profundo malestar, tras el cual late la par¨¢lisis del eje franco-alem¨¢n, cuando la nueva Alemania se est¨¢ convirtiendo -volviendo a convertir- en la primera preocupaci¨®n psicol¨®gica de Francia. Cabr¨ªa esperar que, a falta de primeros ministros, la llama, si no del liderazgo al menos de la iniciativa, la retomara el nuevo presidente de la Comisi¨®n Europea: a partir del pr¨®ximo mi¨¦rcoles, Romano Prodi.
En el proceso de confirmaci¨®n del nuevo colegio de comisarios por el Parlamento Europeo, Prodi ha estado h¨¢bil, pero a costa de ceder demasiado frente a los europarlamentarios. Frente a los que piensan que la Comisi¨®n y el Parlamento han salido reforzados de este ejercicio, cabe considerar lo contrario: que la Euroc¨¢mara ha ganado poder, pero que, conjuntamente, ambas instituciones lo han perdido para medirse con el Consejo Europeo, que, al cabo, es quien design¨® a los comisarios. En este contexto, ?lograr¨¢ la buena econom¨ªa generar un proceso pol¨ªtico positivo? Porque, al cabo, la econom¨ªa acabar¨¢ requiri¨¦ndolo.
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