La ofensiva terrorista se ceba en Mosc¨²
Otra potente bomba destruye un edificio de la capital y causa m¨¢s de 75 muertos
A Irina Kuznetsova, de unos 35 a?os, la salv¨®, como a los suyos, que pas¨® el fin de semana en su dacha (casa de campo) de los alrededores de Mosc¨². Una vecina y amiga est¨¢ tambi¨¦n viva porque se encontraba trabajando a las cinco de la ma?ana de ayer (tres de la madrugada en la pen¨ªnsula), cuando el mundo se vino abajo en el n¨²mero 6 de la calle Kashira, al sur de la ciudad. Pero su marido y su hijo dorm¨ªan. Hoy est¨¢n muertos. El terrorismo indiscriminado golpe¨® ayer a la capital rusa por segunda vez en cinco d¨ªas. Una bomba de potencia equivalente a centenares de kilos de trilita convirti¨® un edificio de ocho pisos y m¨¢s de 60 viviendas en un solar cubierto de escombros que sepultaban a decenas de personas. En la madrugada de hoy se hab¨ªan recuperado 76 cad¨¢veres y siete heridos.
El atentado despej¨® las escasas dudas de que tambi¨¦n lo fuese la explosi¨®n que, la medianoche del pasado mi¨¦rcoles, se cobr¨® 94 vidas en el n¨²mero 19 de la calle Gurianov. El mismo olor a p¨®lvora y azufre. Los mismos restos de ciclonita. El mismo efecto devastador, que recuerda la destrucci¨®n, el d¨ªa 4, de un edificio de viviendas de militares rusos en la localidad daguestana de Buinaksk (m¨¢s de 70 muertos). No hay pruebas definitivas, y tanto el Gobierno checheno como el jefe guerrillero Sh¨¢mil Bas¨¢yev dicen que no tienen nada que ver, pero la hip¨®tesis de que se sufre la revancha de los enemigos cauc¨¢sicos es art¨ªculo de fe para los responsables pol¨ªticos rusos. Desde hace meses, se especulaba con que el presidente Bor¨ªs Yeltsin podr¨ªa aprovechar una crisis en el C¨¢ucaso para proclamar el estado de emergencia, suspender el proceso electoral y mantenerse indefinidamente en el poder. Sin embargo, tras reunirse con el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov, y con colaboradores clave como el ministro del Interior y el jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), afirm¨® ayer que nada de cuanto se haga se saldr¨¢ de los m¨¢rgenes que fija la ley.
Cooperaci¨®n ciudadana
"El terrorismo ha declarado la guerra al pueblo de Rusia", asegur¨® en un mensaje televisado a la naci¨®n. "Es una amenaza que no tiene cara, ni nacionalidad, ni religi¨®n". Para combatirla, a?adi¨®, "no basta con el esfuerzo de la polic¨ªa y los servicios especiales", sino que es necesaria "la unidad de toda la sociedad". En su opini¨®n, "el principal objetivo de los bandidos es atemorizar al pueblo y propagar el p¨¢nico". Por eso, pidi¨® a sus conciudadanos que est¨¦n vigilantes y mantengan la calma. Y decret¨® medidas especiales de seguridad en lugares particularmente importantes, como las centrales at¨®micas, los aeropuertos y las estaciones de ferrocarriles. El primer ministro, Vlad¨ªmir Putin, que viaj¨® tras la explosi¨®n de la pasada semana a Nueva Zelanda para participar en la cumbre de la APEC (de pa¨ªses de Asia y el Pac¨ªfico) adelant¨® ayer su regreso tras el nuevo atentado. Antes de subir a su avi¨®n dijo: "Es d¨ªficil llamar animales a estos terroristas. Y si lo son, est¨¢n rabiosos".Centenares de bomberos, soldados, miembros del Ministerio de Situaciones de Emergencia e investigadores del FSB se api?aban en el lugar del atentado. Una larga fila de camiones se alineaban en un t¨²nel esperando turnos para retirar los escombros extra¨ªdos por varias excavadoras y gr¨²as. Varios equipos m¨¦dicos prestaban los primeros auxilios a los heridos, trasladados luego a diversos hospitales por decenas de ambulancias. La polic¨ªa cort¨® la calle y expuls¨® a curiosos y periodistas apenas saltaron las se?ales de alarma, que resultaron falsas, en forma de supuestas bombas en un edificio y una escuela cercanos. Lo que s¨ª se torn¨® cierto fue el hallazgo de "numerosos explosivos en un edificio al sur de Mosc¨²", seg¨²n anunci¨® al caer la tarde el ministro del Interior, Vlad¨ªmir Rushailo.
Ayer era d¨ªa de duelo nacional en Rusia, pero los muertos nuevos casi impidieron que se rindiese tributo a los viejos. El duelo se transmut¨® en estupefacci¨®n y furia. Como la de Ana Viktorovna, una septuagenaria que recuerda con nostalgia los tiempos de Stalin, cuando pod¨ªa regresar tranquila a las cuatro de la madrugada desde el trabajo a su casa. "Hoy", a?ade, "mi hija est¨¢ enferma de los nervios, y a m¨ª me da miedo vivir".
Otra anciana, que vive en el n¨²mero 8 de la calle Kashira, al lado de la destruida por la bomba, asegura que la casa se estremeci¨® como sacudida por un terremoto y que su nieto le dijo: "Tranquila, abuela". Abri¨® la ventana, y apenas not¨® que hac¨ªa cuatro grados sobre cero. "Ol¨ªa muy mal, y todo estaba cubierto como por una mezcla de niebla y humo". Su amiga Vera Afan¨¢sievna trabajaba en la administraci¨®n del n¨²mero 6. No sobrevivi¨®. Un hombre de 35 a?os secunda la rabia: "El Gobierno debe defendernos". "Tengo miedo por mi hijo. Le llevo a la guarder¨ªa, y no s¨¦ si volver¨¢. Le acuesto por la noche, y no s¨¦ si estar¨¢ vivo al d¨ªa siguiente". Una mujer de apenas 30 a?os, solloza mientras abraza a sus dos hijos de corta edad. "Dios m¨ªo!", se lamenta, "?por qu¨¦ nos matan por separado? Que nos maten a todos de una vez". Y se dirige as¨ª a los terroristas: "!Canallas, malditos, que se mueran vuestros hijos!".
Una lluvia tan eficaz como 10 equipos de bomberos permit¨ªa abrigar alguna esperanza de que hubiese supervivientes. La semana pasada ni siquiera existi¨® esa posibilidad, a causa de los incendios que estallaron bajo los escombros. Pese a todo, la convicci¨®n generalizada es que s¨®lo quedan cad¨¢veres atrapados. La cifra total de muertos puede acercarse a los 100. La cuenta crec¨ªa fatalmente, a medida que los equipos de rescate iban retirando cuerpos.
Un solitario oso de peluche yac¨ªa abandonado a escasos metros de lo que, hasta las 5 de la madrugada de ayer, era un gran edificio construido en 1959, en tiempos de Nikita Jruschov. Lo m¨¢s probable es que ya no tenga due?o.
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