La ciudad peligrosa
Alguien ten¨ªa que decirlo: Madrid, en lo que a tr¨¢fico se refiere, es una ciudad peligrosa. Ha sido Eugenio Morales, concejal del PSOE-Progresistas en el Ayuntamiento de Madrid. Otros lo saben -o lo intuyen-, pero prefieren callarlo para no perder votos.Madrid, por las aceras, es una de las ciudades m¨¢s agradables y simp¨¢ticas del mundo, salvo que te entre un vendedor de pa?uelos d¨¢ndote la brasa y te persiga hasta el catre. En cambio, por la calzada, hay que andarse con cuidado. Las escenas matritenses por la calzada son de trapisonda. All¨ª una competici¨®n, una refriega, un barullo de coches, ora tronando parados dentro de un inmenso atasco, ora despendolados en la vor¨¢gine.
No es que los conductores madrile?os sean as¨ª de alborotadores y agresivos. S¨®lo algunos. Pero con uno que haya, entre mil, el peligro que dice el concejal se ense?orea de la circulaci¨®n y el riesgo de choques y de atropellos -con sus rotos, sus heridos y sus muertos- resulta inminente.
La mayor barbaridad que perpetran estos conductores inconscientes consiste en saltarse los sem¨¢foros. Tienen los sem¨¢foros -se ha o¨ªdo comentar a algunos- un componente de arbitrariedad impositiva, caracter¨ªstica de la dictadura nefanda, que coarta su libertad. Un sem¨¢foro en rojo es para tontos, que se paran al verlo. Los listos, en cambio, pegan un volantazo, aceleran, pasan raudos y quedan harto satisfechos.Entre motoristas se da el mayor porcentaje de listos. Muchos motoristas tienen el convencimiento de que los sem¨¢foros quiz¨¢ est¨¦n concebidos para los autom¨®viles, pero no para las motos, y se los saltan con toda naturalidad. Algunos ciclistas poseen el mismo criterio. Hace par de d¨ªas vi a un ciclista bajando por la calle de San Romualdo. Unos cuantos coches permanec¨ªamos en el sem¨¢foro del cruce con la calle de Albasanz, que estaba en rojo, pero nos sorte¨® h¨¢bilmente, aceler¨® la pedalada y atraves¨® Albasanz al sprint. Simult¨¢neamente ven¨ªan por all¨ª otros coches, que frenaron para no arrollarlo, algunos le tocaron los claxon, y el ciclista, ya a salvo en la otra parte de San Romualdo, levant¨® la manita y les hizo los cuernos.
Hacer los cuernos se lleva mucho entre automovilistas listos. Un automovilista listo no puede ir detr¨¢s de un automovilista tonto porque se pone de los nervios. El automovilista listo, cuyo coche es capaz de alcanzar los 200 kil¨®metros hora, no concibe que haya de ir a 20 por culpa de los tontos que le preceden. Su exasperaci¨®n se acent¨²a cuando no hay atascos ni nada.
Suele ocurrir de madrugada. La mayor¨ªa de los automovilistas circulan como mucho a 50 kil¨®metros por hora (velocidad m¨¢xima permitida), y lo habitual es que de s¨²bito les llegue por detr¨¢s un automovilista listo que ven¨ªa a cien, y le haga las luces, y le pegue gritos acompa?ados de gran manoteo, y que cuando se echa a un lado le adelante con buen ruido de acelerones, y que al pasar le haga los cuernos.
La relatividad dice que no es lo mismo ir a 50 por hora en una calle estrecha que en una autopista. Esta teor¨ªa ya la formul¨® Einstein, quien -a juicio de los automovilistas listos-debi¨® de ser otro tonto del bolo. Un coche a 50 por hora por una autopista da la sensaci¨®n de que est¨¢ participando en una batalla de flores, mientras un coche a 50 por hora por la calle de Espoz y Mina parece que est¨¢ compitiendo en el rally de Montecarlo.
El concejal citado cree que ese 50 por hora establecido en Madrid como velocidad m¨¢xima contraviene las normas de circulaci¨®n que rigen en otras capitales europeas donde la velocidad m¨¢xima est¨¢ establecida en 30 kil¨®metros por hora.
Las normas, sin embargo, no sirven para nada si no hay una vigilancia eficaz y una educaci¨®n c¨ªvica. Servidor tiene el testimonio de capitales europeas donde, sea por la vigilancia, sea por la educaci¨®n, los automovilistas no s¨®lo se detienen siempre ante los sem¨¢foros al encenderse la luz ¨¢mbar, sino que lo hacen tambi¨¦n cuando se encuentran con la ins¨®lita escena de un grupo de peatones aguardando en la pura calzada a que el sem¨¢foro les d¨¦ paso en vez de esperar en la acera, por si ha sucedido alguna desgracia. Pero no suele suceder nada: son turistas espa?oles.
Nos las damos de modernos porque tenemos coche, pero a lo mejor a¨²n nos falta quitarnos el pelo de la dehesa.
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