La socializaci¨®n del sufrimiento
El Congreso dio ayer luz verde a la proposici¨®n de ley que reconoce a las v¨ªctimas del terrorismo el derecho a ser resarcidas por el Estado -con car¨¢cter extraordinario y en concepto de responsabilidad civil- por los da?os f¨ªsicos o ps¨ªquicos sufridos como consecuencia de los atentados criminales de las bandas armadas; el respaldo de todos los grupos parlamentarios implica que los partidos democr¨¢ticos han renunciado a sacar a subasta electoralista la cuant¨ªa de las indemnizaciones (calculadas globalmente en torno a los 50.000 millones). La norma cubre desde el 1 de enero de 1968 hasta la fecha de su promulgaci¨®n; los beneficiarios ser¨¢n los deudos de los fallecidos y quienes tuvieron la fortuna de salir con vida -aunque no indemnes- de los atentados terroristas.No han faltado las andanadas disparadas desde flancos opuestos -los extremos se tocan- contra la l¨ªnea de flotaci¨®n de la Ley de Solidaridad con las V¨ªctimas del Terrorismo. Algunos pla?ideros dedicados durante a?os a lamentar el desamparo material en que se hallaban las v¨ªctimas de ETA han cambiado el ¨¢ngulo de tiro de su descontento para atacar ahora la supuesta indelicadeza parlamentaria de mezclar dinero con sentimientos; adelant¨¢ndose a tan demag¨®gica cr¨ªtica, la exposici¨®n de motivos subraya que esa interpretaci¨®n fingidamente altruista es inaceptable: "el dolor de las v¨ªctimas es -y ser¨¢ para siempre- un testimonio que ha de servir para que la sociedad espa?ola no pierda nunca el sentido m¨¢s aut¨¦ntico de lo que significa vivir en paz". Las variantes descalificadoras m¨¢s groseras acusan al Gobierno de intentar tapar la boca -con esos miles de millones- a la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo para que no obstaculice sus negociaciones supuestamente entreguistas con ETA; la vileza de reabrir las heridas y enconar los agravios dejados por la violencia lleva el sello inconfundible de la ultraderecha.
La estrategia desestabilizadora de mantener vivos los odios para hacer imposible la reconciliaci¨®n dentro del Pa¨ªs Vasco encuentra su mejor aliado en la cruel indiferencia del nacionalismo radical y en la insuficiente sensibilidad de algunos sectores del nacionalismo moderado hacia los familiares de los casi 800 asesinados por ETA, una luctuosa lista minuciosamente establecida por el periodista Jos¨¦ Mar¨ªa Calleja en su estremecedor libro Contra la barbarie (Temas de Hoy, 1997). Resulta significativo, as¨ª, que el manifiesto difundido el pasado domingo por los componentes del Pacto de Estella para ratificar su prop¨®sito ret¨®rico de buscar una salida concertada a la violencia no contenga la m¨¢s m¨ªnima referencia a las v¨ªctimas del terrorismo. Los nacionalistas moderados suelen invocar motivaciones exclusivamente humanitarias para exigir el acercamiento al Pa¨ªs Vasco de los miembros de ETA, condenados en muchos casos por delitos de sangre, y acusan, en cambio, a los portavoces de las v¨ªctimas del terrorismo de politizar sus reivindicaciones; la designaci¨®n hace unos meses del diputado Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea (dirigente de ETA elegido en las listas de Euskal Herritarrok y acusado de grav¨ªsimos cr¨ªmenes) como miembro de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria no s¨®lo mostr¨® la burlona impiedad de los verdugos hacia sus v¨ªctimas, sino tambi¨¦n la doble moral de algunos dirigentes del PNV y EA.
Los procesos de transici¨®n ense?an que una sociedad desgarrada por los recuerdos de conflictos fratricidas y por la memoria de los muertos s¨®lo podr¨¢ alcanzar la reconciliaci¨®n cuando los antiguos enemigos entiendan las razones de sus adversarios y acepten compartir el duelo por sus deudos. ETA busc¨® la socializaci¨®n del sufrimiento, es decir la ampliaci¨®n del ¨¢mbito de los afectados por el dolor, bien directamente con la kale borroka, bien indirectamente a trav¨¦s de la espiral acci¨®n-represi¨®n que provocaba la respuesta policial o judicial del Estado y permit¨ªa a la organizaci¨®n terrorista administrar sus consecuencias mediante las gestoras pro-amnist¨ªa y las organizaciones de solidaridad con los presos. Mientras los nacionalistas no acepten plenamente que la inducida socializaci¨®n del dolor puesta en marcha por la banda terrorista arrastr¨® en su tr¨¢gica marea no s¨®lo a los muertos y a los presos de ETA, sino tambi¨¦n a los asesinados y a los heridos por la furia criminal de sus atentados selectivos o indiscriminados, la reconciliaci¨®n del Pa¨ªs Vasco ser¨¢ incompleta.
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