Desfigurar la realidad ANTONI GUTI?RREZ D?AZ
Un peligro que asoma con fuerza en el debate hacia las elecciones del 17 de octubre es la utilizaci¨®n de argumentos que desfiguren, escondan o subviertan la trascendencia de esta cita electoral, la m¨¢s importante despu¨¦s de las primeras elecciones auton¨®micas de Catalu?a, en 1980. En 1980 se defin¨ªa, sobre una mayor¨ªa social progresista, la posibilidad de un panorama catal¨¢n con un s¨®lido pluralismo de centro izquierda forjado en la lucha antifranquista y articulado sobre un catalanismo popular que se abr¨ªa a la diversidad y reconoc¨ªa su valor solidario con el resto de Espa?a, consciente de los l¨ªmites y posibilidades de una transici¨®n de la que hab¨ªa sido uno de los principales protagonistas, y con un proyecto lleno de indefiniciones pero que sab¨ªa en qu¨¦ marco global pretend¨ªa avanzar. Entretanto, la derecha y el centro derecha permanec¨ªan agazapados contemplando con prudencia la situaci¨®n, o entraban en la negociaci¨®n con los sectores aperturistas del r¨¦gimen dispuestos a aceptar salidas desnaturalizadoras de las reivindicaciones de la Assemblea de Catalunya, para as¨ª frenar la iniciativa de la izquierda. Una lectura interesada de los resultados de aquellas elecciones y la decantaci¨®n de ERC hacia la derecha cambi¨® el marco en el que iba a discurrir el proyecto progresista de la Catalu?a democr¨¢tica en favor de un nacionalismo encabezado con decisi¨®n por Jordi Pujol; un nacionalismo que pon¨ªa al d¨ªa las tradiciones conservadoras anteriores a la guerra civil y liderado con un aval de lucha antifranquista y una inteligencia pol¨ªtica personal, tan valiosa para sus intereses como fagocitadora de nuevos liderazgos. Algunos factores influyeron poderosamente en el inicio de la primera legislatura del Parlament. En primer lugar, la habilidad de Pujol para aprovechar la sorpresa de los resultados, que, cuando apuntaban un ¨¦xito socialista, dieron a Pujol una victoria parcial que ¨¦l present¨® como total e indiscutible. En segundo lugar, la tibia reacci¨®n del PSC y el PSUC para reclamar ante la opini¨®n p¨²blica la clamorosa superioridad del resultado conjunto, que invalidaba la aparente victoria de Pujol. Y por ¨²ltimo, la opci¨®n de ERC de dar sus votos al nacionalismo conservador, facilit¨¢ndole as¨ª la mayor¨ªa parlamentaria. En ese momento se inicia un periodo de declive para ERC, que su l¨ªder actual parece haber olvidado. Desde el Gobierno de la Generalitat el pujolismo emprendi¨® la construcci¨®n de una imagen de Catalu?a vertebrada por un nacionalismo insolidario que la presenta permanentemente maltratada por el Estado espa?ol, con el que, sin embargo, se pacta, contribuyendo a la estabilidad del Gobierno central siempre que ello refuerce el proyecto conservador de Pujol, vendido como defensa de la identidad nacional de Catalu?a. Esta visi¨®n de centro derecha, que no comprende ni al conjunto ni a la mayor¨ªa de los catalanes, es hasta hoy la hegem¨®nica y nos condiciona a todos, y dentro de ella venimos haciendo oposici¨®n desde hace m¨¢s de 19 a?os. De lo que se trata ahora no es de batir a un Jordi Pujol en retirada, sino de romper esta falsa visi¨®n y recuperar para Catalu?a su imagen real: una Catalu?a que en su inmensa mayor¨ªa es socialmente progresista, culturalmente integradora de la diversidad y solidaria desde el orgullo y la dignidad de su identidad hist¨®rica. De ah¨ª que las acusaciones de desviaci¨®n hacia la izquierda comunista del proyecto de Maragall sean no s¨®lo rid¨ªculas y malintencionadas, sino que adem¨¢s, farisaicamente, olvidan que la tradici¨®n nacional catalana de la que es depositaria IC-V ha hecho en nuestra historia reciente una de las aportaciones m¨¢s importantes a la convivencia democr¨¢tica y al compromiso de los altres catalans con la causa de Catalu?a. ?Qui¨¦n, procedente de cualquier opci¨®n pol¨ªtica, puede olvidar el papel nacional catal¨¢n de hombres como Cipriano Garc¨ªa? No hay duda de que las argumentaciones de algunos l¨ªderes de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica y de Uni¨® pretenden escamotear la gran cuesti¨®n que se dirime en estas elecciones: o cambio progresista o continuismo conservador. Tambi¨¦n merecen atenci¨®n aquellos que, desde la ambig¨¹edad interesada, se mueven entre el
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