Kasdan abre la competici¨®n con un filme optimista pese a su trasfondo amargo

La pel¨ªcula estadounidense Mumford, escrita y dirigida por Lawrence Kasdan, inici¨® con un juego de comedia ¨¢gil e inteligente el concurso de esta edici¨®n del festival donostiarra. Recibi¨® la muy at¨ªpica comedia -divertida, optimista, llena de finales felices, pese a su trastienda amarga y grave- una larga ovaci¨®n de los muchos centenares de invitados que llenaban la sesi¨®n inaugural, que tuvo lugar anoche en la gran sala del edificio Kursaal. De todos modos, la expectaci¨®n en San Sebasti¨¢n estuvo concentrada en torno a Tippi Hedren, una de las musas de Alfred Hitchcock, que estuvo acompa?ada por su hija Melanie Griffith y por su marido, Antonio Banderas, que presentar¨¢ su ¨²ltima pel¨ªcula en el festival.

Lawrence Kasdan es uno de los primeros herederos directos del movimiento regenerador del cine estadounidense que iniciaron Francis Ford Coppola, George Lucas, Steven Spielberg y otros grandes cineastas en los a?os setenta, cuando dieron la espalda al Hollywood decadente e iniciaron una febril recuperaci¨®n de las tradiciones del Hollywood cl¨¢sico. Hace un cuarto de siglo, Lawrence Kasdan era un joven superdotado escritor de pel¨ªculas que, con menos de 30 a?os, escribi¨® el gui¨®n de En busca del arca perdida y los de El imperio contraataca y El retorno del Jedi. El cr¨¦dito que le dieron estos trabajos abri¨® camino a su pasi¨®n por dirigir ¨¦l mismo las pel¨ªculas que escrib¨ªa y de ah¨ª nacieron, en 1981, Fuego en el cuerpo y, en 1983, Reencuentro, sus pel¨ªculas admirablemente escritas, pero no tan admirablemente dirigidas.Un gui¨®n casi perfecto

Ahora, tras algunos filmes de encargo, vuelve Kasdan a su redil personal con Mumford y volvemos a toparnos con un gui¨®n que roza, tanto en construcci¨®n como en verbalizaci¨®n, lo perfecto, pero puesto en pantalla por una direcci¨®n experta pero eclipsada por la brillantez de la escritura. ?sta es, en el buen cine de ficci¨®n, b¨¢sica, indispensable, pero la puesta en pantalla debe estar como poco a su altura, cosa que aqu¨ª no ocurre, como anta?o, del todo. Kasdan se acerca, pero no llega, como dejan ver sus dificultades para dar presencia en la pantalla a los enigmas del fuera de campo y del fuera de tiempo, esas zonas subterr¨¢neas que crea toda gran direcci¨®n y que alimentan el vigor de las evidencias de la imagen.

Ha urdido Kasdan en Mumford una tan singular comedia que vulnera por completo los patrones del g¨¦nero. Es un trenzado coral agil¨ªsimo, pero denso y complicado -el reparto abarca nada menos que 60 actores-, que no obstante permite ver cada uno de los hilos que lo tejen y cada uno de los itinerarios mentales que los personajes recorren.

Los dibujos de caracteres y comportamientos est¨¢n trazados con tiral¨ªneas, reina en ellos la exactitud y el conocimiento de los resortes que disparan los comportamientos de la gente com¨²n. No hay desperdicio, nada sobra; no hay ret¨®rica, nada falta en este juego de emparejamientos optimistas y de h¨¢biles e ingenios¨ªsimos juegos de happy end, bajo los que se adivina una mirada fraternal de Lawrence Kasdan hacia los individuos que crea y maneja, mientras ¨¦stos deambulan en una sociedad agobiante, que vulnera con un poso amargo y duro el optimismo del relato. La pel¨ªcula se respira, sus ritmos dan bienestar, divierte, cautiva por el ingenio de sus di¨¢logos, vence y convence.