Indecisi¨®n

EL LUNES pasado, el portavoz del Gobierno, Josep Piqu¨¦, anunciaba que el pr¨®ximo Consejo de Ministros aprobar¨ªa un conjunto de medidas para frenar el desbordamiento de los precios en los meses de julio y agosto, que ha llevado la tasa anual de inflaci¨®n a un inquietante 2,4%. La revisi¨®n del objetivo de inflaci¨®n para este a?o -elevada del 1,8% al 2,4%- revela que el IPC vuelve a ser un problema serio para la econom¨ªa espa?ola, indicio de la gestaci¨®n de desequilibrios en el sistema de precios y costes. La intervenci¨®n del portavoz despert¨® expectativas de una actuaci¨®n inmediata para retomar el control del IPC y provoc¨® el descenso de las cotizaciones burs¨¢tiles de las empresas que operan con precios intervenidos. Pues bien, esa expectaci¨®n se ha visto defraudada. El Gobierno se limit¨® ayer a afirmar que la inflaci¨®n es consecuencia del crecimiento -curiosa teor¨ªa- y a estudiar un informe sobre la evoluci¨®n de los precios energ¨¦ticos y sobre las medidas liberalizadoras que negociar¨¢ con sus socios.En el nuevo esquema antiinflacionista delineado ayer por el portavoz, los impuestos especiales sobre los carburantes quedar¨ªan congelados a partir del 1 de enero del a?o 2000 y se estar¨ªa preparando una reducci¨®n del IVA sobre la bombona de butano desde el 16% al 7%. La pr¨®xima semana, el Gobierno podr¨ªa aprobar un real decreto ley con medidas de car¨¢cter tibiamente liberalizador, tales como la flexibilizaci¨®n de las condiciones que imponen los ayuntamientos para instalar estaciones de servicio, la mejora de la informaci¨®n sobre gasolineras y precios en las autopistas (sic) o la pr¨®xima autorizaci¨®n de nuevas comercializadoras de gas natural. Adem¨¢s, Piqu¨¦ anunci¨® que se autorizar¨¢ la entrada en el mercado espa?ol de tres compa?¨ªas el¨¦ctricas extranjeras: una suiza, una estadounidense y una brit¨¢nica. Estas medidas, si finalmente son adoptadas, deben recibirse con cautela en t¨¦rminos de eficacia inmediata.

Una interpretaci¨®n pol¨ªtica de este retraso es que existen discrepancias entre los ministerios de Econom¨ªa e Industria sobre la conveniencia de utilizar los impuestos como arma de choque contra la inflaci¨®n. El Gobierno parece debatirse entre una actuaci¨®n que reduzca inmediatamente la inflaci¨®n disparada en los mercados energ¨¦ticos, que implicar¨ªa necesariamente una reducci¨®n de los impuestos -Piqu¨¦ manifest¨® ayer que no se quieren da?ar sustancialmente las cuentas de resultados de las compa?¨ªas- y una pol¨ªtica de liberalizaciones limitadas en los mercados, de contenido m¨¢s estructural y con efectos probablemente m¨¢s duraderos. El dilema es muy serio, porque si bien la reducci¨®n de impuestos no es una pol¨ªtica antiinflacionista recomendable -el problema de los precios energ¨¦ticos no son los impuestos-, es una de las pocas que puede tener efectos inmediatos.

Pero los precios energ¨¦ticos no son los ¨²nicos responsables del amenazador repunte inflacionista. Tambi¨¦n aparecen fuertes tensiones en la vivienda y en el turismo. Si el Gobierno quiere desarrollar una pol¨ªtica antiinflacionista eficaz, debe actuar con rapidez y eficacia en m¨¢s frentes que el energ¨¦tico.