Los obispos asumen la inclusi¨®n de la pena de muerte en el catecismo
El arzobispo castrense presenta junto al cardenal Rouco la versi¨®n castellana del texto latino
Gu¨ªa de certezas, pero menos. Una alusi¨®n contundente a la pena de muerte, justificada por la Iglesia cuando "los medios incruentos" no son suficientes, oblig¨® ayer a Jos¨¦ Manuel Estepa Llaurens, ¨²nico arzobispo castrense espa?ol, a valerse de toda su capacidad escol¨¢stica para aclarar que los obispos espa?oles no son partidarios de la citada pena de muerte, aunque entienden que el Catecismo de la Iglesia Cat¨®lica mantenga esa figura en su versi¨®n definitiva, cuya traducci¨®n castellana fue presentada ayer en Madrid en presencia del cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco."No todos los p¨¢rrafos del catecismo tienen el mismo nivel doctrinal; hay diversos niveles dogm¨¢ticos", dijo Estepa ante las reiteradas preguntas de los periodistas. En realidad, en el texto le¨ªdo por el arzobispo castrense, distribuido en un meticuloso dossier de la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal Espa?ola, se dice que el Catecismo es "un punto central de referencia" (en la acci¨®n de catequ¨¦sis) y "una gu¨ªa de certezas para el camino".
"Supresi¨®n del reo"
La Constituci¨®n espa?ola declara abolida la pena de muerte, y los obispos espa?oles respaldan, dijo Estepa, esa "proclamaci¨®n". En eso fue tajante. "Mi conciencia no entra en conflicto". Pero a?adi¨®: "Nuestra reflexi¨®n se refiere a Espa?a". La pregunta consecuente fue si la Iglesia tiene un catecismo para cada pa¨ªs, una gu¨ªa de certezas para cada cultura nacional.
Lo cierto es que la traducci¨®n castellana del Catecismo definitivo de la Iglesia Cat¨®lica, redactado 34 a?os despu¨¦s del Concilio Vaticano II para adaptarse a sus doctrinas y orientaciones, no deja lugar a dudas sobre la pena de muerte. Existe, se justifica e incluso aparece m¨¢s n¨ªtida en la versi¨®n de este a?o, que aumenta y corrige la promulgada por Roma el 11 de octubre de 1992, de la que se vendieron m¨¢s de ocho millones de ejemplares.
En 1992, el Catecismo de la Iglesia Cat¨®lica dec¨ªa, en su cap¨ªtulo sobre "La leg¨ªtima defensa", que "la ense?anza tradicional de la Iglesia ha reconocido el justo fundamento del derecho y deber de la leg¨ªtima autoridad p¨²blica para aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito, sin excluir, en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte".
La versi¨®n de ahora, tan heredera de Tom¨¢s de Aquino como aquella en sus tesis sobre la violencia leg¨ªtima, es m¨¢s directa y pone en presente y en una oraci¨®n principal lo que antes era una subordinada con el verbo en infinitivo. Primero alude a la pena de muerte y, m¨¢s tarde, apuesta por "los medios incruentos" para defenderse o para proteger la seguridad de las personas. Dice el nuevo Catecismo: "La ense?anza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena verificaci¨®n de la identidad y la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte (...)". Dos p¨¢rrafos m¨¢s atr¨¢s el doctrinario cat¨®lico advierte, sin embargo, que con los medios actuales "los casos de absoluta necesidad de supresi¨®n del reo son ahora muy raros, si no son incluso pr¨¢cticamente inexistentes".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.