Del arte de la variaci¨®n

La producci¨®n cubana del t¨ªtulo m¨¢s se?ero y emblem¨¢tico del gran repertorio acad¨¦mico ruso tiene actualmente una gran contradicci¨®n.Por una parte, la puesta en escena ha envejecido y, por otra, la coreograf¨ªa mantiene sus virtudes, sus hallazgos de anta?o, que son compendio de experiencia y, sobre todo, del sello estil¨ªstico que en sus tiempos imprimi¨® la particular interpretaci¨®n de Alicia Alonso, o la siempre acertada s¨ªntesis del tercer y cuarto acto.

Lorna Feij¨®o es una de las mejores bailarinas cubanas de la actualidad, y en algunas cosas, detalles meritorios de una ¨¦toile, es la que m¨¢s se distingue: su quinta posici¨®n, tan alicista en esencia, su limpieza en la ejecuci¨®n, su manera de descender de las puntas, cierta cuadratura de escuela americana... todo ello la prestigia pero, al final, la sobreactuaci¨®n con que decora su baile le hace perder grandeza en los complejos perfiles de Odette y Odille, cisne blanco y cisne negro, el bien y el mal.

Lorna entra en terreno est¨¦tico ajeno, de un pasado del que es parte pero no puede ser calco; su Cisne Negro colinda con una tensi¨®n atl¨¦tica y potente que hace gusto y regusto de la balletoman¨ªa m¨¢s exigente, mientras su Cisne Blanco adolece de un melodramatismo excesivo, in¨²til al dibujo del ave encantada.

Largo aliento

La coreograf¨ªa de Ivanov se compone de ciertos pasos, aqu¨ª conservados, y de un aliento muy especial que la bailarina debe alargar en el tempo musical exacto, y es all¨ª donde transmite su dolor, su vuelo herido, su voluntad de redenci¨®n. Feij¨®o quiz¨¢ sabe todo esto, pero en escena lo ignora por mor de una preocupaci¨®n excesiva por ella misma. El arte de la variaci¨®n es el arte de la entrega total, es el aria en la ¨®pera y el solo en el concierto. Es momento cumbre de esa relaci¨®n entre la ¨¦tica del artista y la est¨¦tica que le compromete.

Anteayer fue la noche m¨¢s feliz de ?scar Torrado en el papel del pr¨ªncipe y, aun con sus pasos en falso, estuvo a la altura de las circunstancias tanto en sus partes solistas como de acompa?ante.

El joven Sarabia dio la mejor entrega de la noche en su variaci¨®n del primer acto (Pas de trois), donde demostr¨® una conciliaci¨®n exacta y musical de coreograf¨ªa y virtuosismo viril. A¨²n en esta producci¨®n por jubilar hay cosas hermosas que pueden ser retomadas: la ambientaci¨®n g¨®tico-flammarionesca del tercer acto y, sobre todo, la herencia Manduley, el legado en el patronaje de los tut¨²s, un sello distintivo del ballet cubano que puede parecer n¨ªmeo y en absoluto lo es.