Pensar
Ayer apareci¨® en la ¨²ltima p¨¢gina de esta secci¨®n una peque?a entrevista con un joven fil¨®sofo llamado Ilia Gal¨¢n, que vino a Madrid hace diez a?os desde Miranda de Ebro, Burgos. Ilia Gal¨¢n vino a Madrid a pensar. Despu¨¦s de diez a?os en esta ciudad, de fundar varias revistas y de colaborar en diversas publicaciones literarias y de pensamiento, Ilia Gal¨¢n (despu¨¦s de diez a?os en esta ciudad) aparece en un peri¨®dico y pronuncia estas dos palabras, con may¨²sculas: Infinitud y Absoluto.Dice Ilia Gal¨¢n: "El Arte (...) tiene un cimiento trascendente en lo Infinito, que le permite armonizar todas las contradicciones de lo humano. Pero ese anclaje hoy se ha perdido (...) el Arte se ha convertido en algo meramente l¨²dico".
Con un nombre as¨ª, tan novelesco, en una ciudad as¨ª, tan prosaica, Ilia Gal¨¢n se dedica a pensar y se atreve a apelar a una forma de vida que trascienda lo inmediato (tan pobre, tan corto) y que pueda alcanzar a atisbar la belleza de la totalidad. Aunque, para llegar ah¨ª, para permanecer ah¨ª, para ser ah¨ª, total, haya que comprender y aceptar que la infinita luz a veces s¨®lo se manifiesta a nuestros ojos admirados desde la contradicci¨®n de su sombra. Sin la conciencia dual de lo Infinito, sin la convicci¨®n de que es s¨®lo en lo Absoluto donde la verdad se puede pronunciar con el mismo lenguaje que sus falsas im¨¢genes, el mundo y las personas, los sentimientos y los actos, las palabras y los objetos se vuelven simples gestos menores que el sujeto.
Los rom¨¢nticos quisieron hacer de la propia existencia una obra de Arte, supieron ver que la vida es una manifestaci¨®n a un tiempo hermosa y tr¨¢gica de la suprema categor¨ªa del alma humana, quisieron, para su plenitud, el filo m¨¢s arriesgado de la mirada, el que transcurre por el espacio absoluto y lo divide, como el alambre de un funambulista, en dos mitades que al fin se confunden. Por eso tantos rom¨¢nticos, dif¨ªciles equilibristas, se inundaron de luz y nos dejaron Arte; por eso tantos otros, ahogados por un anhelo superior a su libertad, sucumbieron al abismo ilimitado de la sombra y nos dejaron tan j¨®venes y bell¨ªsimos cad¨¢veres. "Todo ¨¢ngel es terrible", dijo Rilke.
Ilia Gal¨¢n ha escogido el paisaje de Madrid para dar rienda suelta a su pensamiento, como los rom¨¢nticos escogieron barrancos batidos por las olas y por el viento o umbr¨ªas y borrascosas cumbres para alcanzar e identificar la expresi¨®n m¨¢xima de su pasi¨®n. Es asombroso y muy reconfortante abrir el peri¨®dico en esta confusa ma?ana del siguiente oto?o y descubrir que uno no est¨¢ tan solo, que alguien m¨¢s anda por ah¨ª dando vueltas con esas palabras tan grandes que a veces nos sumen en un fatal desconcierto pero s¨®lo a trav¨¦s de las cuales hemos podido ver la naturaleza del amor y del tiempo; que alguien m¨¢s se pasea por estas mismas calles, tantas veces inh¨®spitas al pensamiento, tratando de entrever la armon¨ªa posible; que en Madrid, una de las ciudades con mayor nivel de contaminaci¨®n ac¨²stica del mundo, se puede cruzar un sem¨¢foro, descender a un t¨²nel del metro, entrar en un ruidoso local p¨²blico y que tu af¨¢n sea armonizar la contingencia terrible con una digna necesidad de belleza.
Yo no s¨¦ nada de la obra de este personaje con nombre de drama rom¨¢ntico, desconozco su obra y la direcci¨®n de sus teor¨ªas, no tengo la m¨¢s remota idea de si su discurso se considera serio o no, soy lega, m¨¢s all¨¢ de los rudimentos acad¨¦micos, en materia filos¨®fica, pero a mi lado suele haber alguien que me dice de pronto: "Ya est¨¢s pensando", "No pienses". Porque a m¨ª se me pone cara de pensar ("de comerte el coco o de hacerte pajas mentales", corregir¨ªan muchos, incluido con probabilidad Ilia Gal¨¢n); voy caminando por este caos madrile?o, por este desajuste horario de la vida urbana, por este desorden en que se ha convertido la idea de una ciudad, y se me pone cara de pensar. O de comerme el coco. O de hacerme pajas mentales. O, simplemente, de concentraci¨®n: no debo perder de vista la delgad¨ªsima l¨ªnea por la que mis pasos de funambulista atraviesan este peque?o espacio de abismo y de pasi¨®n inscrito en lo Absoluto, part¨ªcipe de lo Infinito. No puedo perder de vista la obra de Arte que ser¨ªa mi contradictoria libertad. Ser¨¢ cosa de fil¨®sofos y de poetas, esto de pensar.
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