Vandenbroucke gana cr¨¦dito
El corredor belga firm¨® una demostraci¨®n camino de ?vila y desautoriza a los rivales de Ullrich
Lo mejor de la Vuelta no est¨¢ en las presuntas refriegas entre los equipos espa?oles, un mal end¨¦mico que data de varias d¨¦cadas atr¨¢s. Lo mejor de la Vuelta no ha estado en las piernas de muchos de los corredores nacionales, que tanto hablan fuera de la carretera. Para fortuna de esta Vuelta, se han visto detalles de gran calidad, se han vivido escenas de ciclismo de altura, ejecutados por ciclistas con nombre, apellidos y un palmar¨¦s a mano. Fue el caso de Olano en la primera semana, de Z¨¹lle un par de veces, de Banesto como equipo, naturalmente de Ullrich como l¨ªder defendiendo su suerte. Y, desde luego, del belga Franck Vandenbroucke, ganador ayer en ?vila en una demostraci¨®n de clase y poder¨ªo digna de ser tenida en cuenta. Vandenbroucke impidi¨® que Serranillos se convirtiera en un nuevo blablabla de esta Vuelta, para ense?arles a muchos c¨®mo una etapa que dicen que es de monta?a se puede convertir en una cl¨¢sica. Gan¨® como lo hizo en Lieja. A punto de terminar su primera gran vuelta por etapas, Vandenbroucke ha dejado constancia de su candidatura para m¨¢s elevadas cuestiones: por ejemplo, el Tour del a?o que viene.Y la Vuelta ha de celebrar estos detalles como nunca, porque rehabilitan su espacio como gran prueba y permiten aceptar la carrera espa?ola como un banco de pruebas para asuntos de gran categor¨ªa. Fue el a?o pasado, cuando Armstrong se percat¨® en la Vuelta a Espa?a (fue 4?) que pod¨ªa intentar el asalto al Tour. Es la victoria de Ullrich la que m¨¢s rango puede darle a la edici¨®n de este a?o, la que mejor puede internacionalizar el evento: s¨®lo Hinault en 1983 o Delgado en 1989 ganaron la Vuelta habiendo sido ganadores de Tour. Son esos detalles los que m¨¢s contribuyen a poner a la Vuelta en el mapa. Y debe ser Vandenbroucke quien ahora reflexione sobre su porvenir inmediato. Esos detalles y el entusiasmo de los nuestros. La tendencia a abusar de lo segundo es la mejor manera de incidir en un provincianismo barato que llama a enga?o del aficionado. Para demostraci¨®n de todo ello bast¨® la exhibici¨®n de Vandenbroucke ayer. Tanto se hab¨ªa cacareado un ataque en Serranillos estilo Hinault cosecha del 83 o Jalabert cosecha del 95, tantos dardos lanzaron unos contra Banesto por polemizar sobre qui¨¦n corre contra qui¨¦n o a favor de qui¨¦n, que de la palabrer¨ªa a la pr¨¢ctica naci¨® una etapa bien diferente a la que muchos hab¨ªan descrito en ese ciclismo de sal¨®n que tanto se practica por estos pagos. No hubo ataques a Ullrich, porque para hacerlos hace falta algo m¨¢s de clase y de fuerza. Y ya no estaba disponible Z¨¹lle, un tipo de corredor que se puede equiparar al alem¨¢n. Y ya no ten¨ªa Banesto elementos ni objetivos para seguir poniendo piezas en el tablero. A Banesto le bastaba con llevar a Chava Jim¨¦nez a ?vila para intentar la aventura. Pero la etapa vino por otro conducto porque Vandenbroucke se sinti¨® con fuerzas para dominar el terreno desde el principio hasta el final. Siente que el cuerpo le responde, es consciente de que dispone de una punta de velocidad superior a todos los dem¨¢s, cuenta con que Ullrich no se tiene que preocupar de ¨¦l. As¨ª que manej¨® Serranillos, manej¨® Navalmoral y dise?¨® a su gusto la llegada a ?vila. Cont¨® con el ¨²nico gregario que le quedaba disponible (Maximiliano Lelli) para desautorizar a todos cuantos andaban con presuntas acciones contra el liderato.
Su final fue espl¨¦ndido, para degustadores de ciclismo de altura. Dej¨® el pelot¨®n reducido a poco menos de lo justo (Zarrabeitia y Tonkov quedaron descolgados por un momento) y se fue poco m¨¢s tarde sin mediar un ataque, sin hacer un gesto sobre la bicicleta. Se fue por pura potencia, se fue con elegancia, deslizando la bicicleta sobre el asfalto, fino en la pedalada, perfecto en la forma de atacar cada curva. Quien lo viera se daba perfecta cuenta de que todos los dem¨¢s eran secundarios a partir de ese momento, que ¨¦l estaba por encima de los siete corredores que le acompa?aban. Se dej¨® atrapar, se instal¨® en el grupo esperando la llegada a ?vila, esper¨® el primer movimiento con gran cortes¨ªa y salt¨® tras Zarrabeitia. No hubo emoci¨®n por el resultado, pero s¨ª admiraci¨®n por su demostraci¨®n. Arranc¨®, dej¨® planchado a Zarrabeitia y celebr¨® con antelaci¨®n su victoria, como no pod¨ªa ser de otra manera. De esta exhibici¨®n de Vandenbroucke, de su insultante estado de forma en este final de la Vuelta, se hablar¨¢ m¨¢s que del Angliru puertas afuera. Detalles como los suyos han hecho buena esta Vuelta.
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