El esfuerzo social
EN LOS d¨ªas previos a la presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para el a?o 2000, el Gobierno ha pactado con sus socios parlamentarios un conjunto de medidas que intentan transmitir el mensaje de que el pr¨®ximo presupuesto tendr¨¢ un fuerte contenido social. Despu¨¦s de la fotograf¨ªa del acuerdo con los sindicatos para subir las pensiones m¨ªnimas, el vicepresidente econ¨®mico, Rodrigo Rato, anunci¨® el jueves pasado que el gasto social en el a?o 2000 ascender¨¢ a 985.000 millones de pesetas, de los cuales 61.000 millones se emplear¨¢n en el aumento de las pensiones m¨ªnimas, 60.000 millones en la constituci¨®n del famoso fondo de reserva para garantizar las pensiones futuras y 50.000 millones a una renta activa de nueva creaci¨®n para parados mayores de 45 a?os. Adem¨¢s, la disminuci¨®n del 0,25% en las cuotas por desempleo reducir¨¢ los ingresos del Instituto Nacional de Empleo (Inem) en 40.000 millones.La decisi¨®n de subir las pensiones m¨ªnimas, bajar las cotizaciones por desempleo y crear nuevos subsidios para parados de larga duraci¨®n tiene un fuerte componente electoral. La espectacularidad de la cifra de casi un bill¨®n de pesetas destinada a gasto social queda bastante deslucida cuando se analiza el esfuerzo de financiaci¨®n real que deber¨¢ soportar el Estado por estas medidas. De las cifras facilitadas por el Gobierno se desprende que el coste de las nuevas pol¨ªticas de empleo ser¨¢ de unos 120.000 millones durante el pr¨®ximo ejercicio, mientras que los ingresos del Inem por cotizaciones crecer¨¢n en 141.000 millones respecto a 1999. Que el crecimiento de las cotizaciones financiar¨¢ en exclusiva la nueva pol¨ªtica de empleo del Ejecutivo se demuestra adem¨¢s por la importante rebaja, pr¨¢cticamente una liquidaci¨®n, de las cantidades que el presupuesto del Estado transfiere al Inem para financiar las pol¨ªticas de empleo y desempleo: de 130.000 millones este a?o se pasa a 3.000 el pr¨®ximo. Hay que deducir, pues, que ser¨ªa excesivo interpretar las subidas de las pensiones y el repentino inter¨¦s del equipo econ¨®mico del Gobierno por las pol¨ªticas de empleo como un gran esfuerzo presupuestario en favor del gasto social. El equilibrio del presupuesto en poco quedar¨¢ afectado durante el a?o pr¨®ximo por las medidas sociales anunciadas estruendosamente por el Gobierno, puesto que ser¨¢n financiadas m¨¢s que de sobra por el excedente de ingresos generados por el aumento del empleo.
Siempre y cuando, claro est¨¢, las previsiones del Gobierno se cumplan. Porque la relaci¨®n de ingresos y gastos del presupuesto del 2000 suscita algunas dudas razonables sobre su viabilidad. El aumento de los ingresos por cotizaciones previsto para el a?o 2000 -141.000 millones- depende sucesivamente del crecimiento de la econom¨ªa y del empleo que genere dicho crecimiento. El vicepresidente Rato anunci¨® ayer que el objetivo de crecimiento para el a?o 2000 es del 3,7%, con un aumento anual del empleo del 2,7%. Pero esta hip¨®tesis de crecimiento es discutible, puesto que equivale a apostar a que se mantendr¨¢ la tasa de crecimiento del segundo trimestre de este a?o. Es una apuesta arriesgada por el mejor de los escenarios posible. Cualquier disminuci¨®n en el crecimiento se traducir¨ªa en menos empleo, y el aumento previsto de las cotizaciones a la Seguridad Social y al Inem no podr¨ªa alcanzarse.
Es pronto para juzgar con precisi¨®n el presupuesto del a?o 2000; pero de las grandes cifras macroecon¨®micas que lo soportan parece desprenderse un grado de voluntarismo que lo hace vulnerable a cambios en el escenario econ¨®mico que no son improbables el a?o pr¨®ximo, tales como una desaceleraci¨®n del crecimiento o una subida de los tipos de inter¨¦s. Fiarlo casi todo a la recaudaci¨®n fiscal generada por un crecimiento dudoso y a la moderaci¨®n salarial de los funcionarios, evidenciada por el pacto al que lleg¨® ayer el Gobierno con CCOO y la CSIF para subir los sueldos el 2%, genera, cuando menos, alguna inquietud.
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