El descubrimiento de lo m¨ªnimo
El puerto m¨¢s peque?o de la costa vasca, recoleto y parad¨®jico -la mitad del d¨ªa, con las mareas bajas, las embarcaciones fondean sobre la arena-; el pueblo con dos iglesias, una para cada calle, correspondientes a las orillas de esa r¨ªa que m¨¢s parece un canal veneciano que la desembocadura de un r¨ªo cant¨¢brico, es uno de los ¨²ltimos lugares donde se mantiene el veraneo a la antigua usanza, el que duraba al menos tres meses, sin que haya sido absorbido por el turismo de aluvi¨®n. Es tambi¨¦n el Ayuntamiento con el nombre m¨¢s peque?o, Ea, entre Ispaster y Elantxobe, en el litoral vizca¨ªno; y es, en fin, probablemente uno de los rincones m¨¢s atractivos y al mismo tiempo m¨¢s desconocidos de la trillada ruta que va de Muskiz a Hondarribia. Este peque?o anonimato se percibe hasta en las gu¨ªas tur¨ªsticas de las comarcas correspondientes. En principio, Ea pertenece a Busturialdea, con Gernika a la cabeza, pero en algunos folletos no hay rese?a alguna de ella, aunque s¨ª figure en el mapa. Por cercan¨ªa tambi¨¦n podr¨ªa formar parte de la de Lea-Artibai, pero aqu¨ª ni siquiera sale en el plano, que se corta en Ispaster. Tal falta de proyecci¨®n exterior no dejar¨¢n de agradecerla sus vecinos y habituales, que pueden permitirse una vida en plena costa, con playa y monte, sin sufrir en demas¨ªa los inconvenientes del turismo masificado. El origen de esta localidad encajonada alrededor del cauce del regato Argin (tambi¨¦n conocido como Erreketa y Ea, y que bebe de las aguas del Zarakondegi y del Goikoetxe) hay que buscarlo en el progresivo asentamiento de los vecinos de las anteiglesias de Bedarona y Natxitua en la salida natural al mar de estas localidades que se encuentran en lo alto de las colinas que dominan Ea, a izquierda y derecha, respectivamente, mirando desde el mar. Las primeras citas que hablan del lugar de Ea proceden del siglo XIV, pero no ser¨¢ hasta el XVI cuando realmente se documente la presencia de los pescadores de Bedarona y Natxitua (y tambi¨¦n los de la interior Ere?o) ya asentados en la puebla de Ea, alrededor de su puerto. El establecimiento en un lugar tan estrecho no pod¨ªa hacerse a la manera tradicional, con casas apartadas, sino que tuvo que ser pared con pared, en edificios corridos. As¨ª surgieron las citadas dos calles, una a cada orilla de la r¨ªa, con las correspondientes dos iglesias. La de Santa Mar¨ªa de Jes¨²s, para los de Bedarona, mientras que la de San Juan la levantaron los de Natxitua. El paso del tiempo confundir¨ªa a los vecinos de una u otra anteiglesia hasta que en 1884, tras repetidas solicitudes por parte de los dos pueblos de los altos en busca de la desanexi¨®n o de la uni¨®n, nac¨ªa el Ayuntamiento de Ea. Y en la creaci¨®n de este consistorio sal¨ªa ganando quien hist¨®ricamente no hab¨ªa luchado por ello, Ea, frente a la autoridad de las anteiglesias de Natxitua y Bedarona. De esa ¨¦poca, por tanto, data la casa consistorial, ubicada en la plaza que recibe al visitante que procede de Gernika. Carmelo Echegaray escrib¨ªa que Ea, por el lado del Camino Real, parece una aldea interior por las monta?as, y que es preciso llegar al extremo opuesto para captar su aspecto marinero y poder finalmente, entre rocas, observar el mar. Y as¨ª es, sino fuera por el olfato, que r¨¢pidamente delata la cercan¨ªa de la costa y obliga a introducirse por la primera calle que el forastero encuentra a su izquierda, la correspondiente a la parroquia de San Juan. Estrecha, encajada entre la ladera y la r¨ªa, la calle comienza a abrirse en lo que es el paseo por excelencia del pueblo, que va del bar Arrantzale hasta el front¨®n, cuya pared principal protege de los vientos del Norte. Cada pocos metros, uno de los cuatro puentes que cruzan la exigua (en tiempos de calma) r¨ªa del Argin comunican con la otra calle, sim¨¦trica en su conformaci¨®n. Hasta que por fin aparece la playa y al fondo, al tiempo que se va abriendo el estrecho valle, se insin¨²a el mar abierto. Y es esta configuraci¨®n la que hace que la ensenada sea la m¨¢s tranquila e inofensiva para el ba?o de todas las de la costa vizca¨ªna. Paseos En este principio de mar se encuentra una curiosa placa que recuerda al c¨¦lebre marino Mart¨ªn Urtubia, natural de Natxitua, que particip¨® en el primer viaje de Crist¨®bal Col¨®n a Am¨¦rica. Desde aqu¨ª, emulando a lo dom¨¦stico el valor de Urtubia, se pueden iniciar los diferentes paseos que ofrece Ea. Los aficionados al llano y al m¨ªnimo esfuerzo pueden imitar a alguna de las variadas cuadrillas de chiquiteros que discurren por las dos calles, sin saltarse ninguno de la media docena de bares del pueblo. Quienes gusten de excursiones campestres pueden ir ascendiendo por cualquiera de las dos laderas, ya que cada una conduce a dos entornos que merecen la pena. Si se accede por la izquierda de la r¨ªa se ir¨¢ subiendo por detr¨¢s de un edificio con aires de urbanizaci¨®n mediterr¨¢nea que hasta resulta entra?able. Al cabo de un recorrido campestre donde los haya, el paseo concluye en lo alto de una cala rocosa, Natxituko Lapatza, donde en verano hay quien se atreve a darse un ba?o. La visita es imprescindible. Tanto como lo es el ascenso hasta la Atalaya, en la otra orilla de la r¨ªa, despu¨¦s de haber visitado ese puerto extra?o que tiene a sus barcos varados la mitad del d¨ªa. All¨ª, antes de llegar a una curiosa construcci¨®n llamada Beletxe, se va ascendiendo por un v¨ªa crucis en toda regla hasta una ermita que mira al mar, que se ha ganado su nombre natural sobre el de la Virgen de la Concepci¨®n a la que se consagr¨® el templo. Y para los amantes del interior, quedan Bedarona y Natxitua, merecedores ambas de una visita -esta vez con la colaboraci¨®n del autom¨®vil-, donde es f¨¢cil imaginar aquellos primeros tiempos del puerto de Ea, en los que agricultores y ganaderos se iniciaban en la pesca. Es el ¨²ltimo momento para ver el Cant¨¢brico desde lo alto, por encima de acantilados, junto a prados, maizales, huertas y caser¨ªos diseminados en estos peque?os y falsos llanos sobre el mar. El mejor final para conocer este pueblo que vive pl¨¢cidamente, ajeno en lo que puede al tr¨¢fago de sus vecinos, esos que figuran en todas las gu¨ªas tur¨ªsticas en las que Ea siempre se lleva las mejores letras, las peque?as.
Datos pr¨¢cticos
C¨®mo llegar: La principal referencia para llegar a Ea es la villa de Gernika, hasta la que se accede desde Amorebieta, salida de la A-8 y la N-634. Desde aqu¨ª hasta la localidad de la Casa de Juntas hay que tomar la BI-635. De Gernika se contin¨²a por la BI-638, de la que hay que desviarse en Gautegiz de Arteaga para tomar sucesivas carreteras comarcales que desembocan en Ea. Desde Vitoria se llega a Amorebieta por la N-240 o la BI-623, ya que ambas tienen enlace con la A-8 y la N-634. Alojamiento: En el municipio de Ea hay un establecimiento de agroturismo, Zarandegi, en el barrio de Natxitua (tel. 94 6275147). En este barrio tambi¨¦n se puede acudir al hotel Ermitxo (94 6277700). Otras casas de agroturismo en las cercan¨ªas son Legortza, en Ispaster (94 6843079), y Etxetxu, en Ibarrengelua (94 6276337), donde tambi¨¦n hay una casa rural, el caser¨ªo Arboliz (94 6276283). Comer: Los tres principales barrios de Ea tienen su propia oferta de restaurantes. En Natxitua, el citado Ermitxo; en Bedarona, la herriko taberna (94 6275129), y en Ea, el restaurante Aritza (94 6275029). Luego siempre queda la posibilidad de ir a Lekeitio, con una variada oferta de restaurantes, entre los que se encuentran Beitia (94 6840111), Arropaiz (94 6840313), Santi (94 6840809) y Zapirain (94 6840255).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.