Sadam aguarda
ESTADOS UNIDOS y el Reino Unido han lanzado este a?o casi tantos ataques a¨¦reos contra Irak -bien que menos devastadores- como la OTAN lo hizo contra Serbia. Las represalias armadas contra el r¨¦gimen de Sadam Husein se han hecho tan rutinarias como probablemente ineficaces. Lo mismo que la prolongaci¨®n del r¨¦gimen de sanciones contra Bagdad impuesto por Naciones Unidas, que se mantiene ya nueve a?os y sigue causando enorme sufrimiento a una poblaci¨®n civil que, por a?adidura, padece un r¨¦gimen totalitario. Un alto funcionario de la ONU en Bagdad, invocando la tragedia colectiva, ha sido el ¨²ltimo en pedir que se levanten las sanciones que limitan la importaci¨®n por Irak de alimentos y medicinas.Este paisaje, sin embargo, se cuartea a ojos vistas. El acuerdo sobre las medidas de castigo es cada vez menos consistente entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Sus representantes no han conseguido esta semana en Nueva York alumbrar una nueva f¨®rmula (seg¨²n gui¨®n anglo-holand¨¦s) que suavice el r¨¦gimen de sanciones contra Bagdad y permita a la vez reanudar por m¨¦todos menos expeditivos la fiscalizaci¨®n de sus programas de armamento de destrucci¨®n masiva. Pero las posiciones se acercan. Washington y Londres abanderan todav¨ªa la mano dura, mientras que China, Francia y Rusia favorecen una mayor transigencia que podr¨ªa plasmarse en acuerdo las pr¨®ximas semanas. Quemando los ¨²ltimos cartuchos, el Departamento de Estado acaba de publicar un informe que acusa al dictador iraqu¨ª de permitir deliberadamente la hambruna de su pueblo. El r¨¦gimen estar¨ªa impidiendo la llegada de alimentos y medicinas para poder utilizar la miseria como arma propagand¨ªstica.
Sadam ha comenzado a explotar las grietas del Consejo con una ofensiva de encanto que trata de proyectar internacionalmente la idea de un r¨¦gimen m¨¢s cooperador y capaz, llegado el caso, de rehabilitarse. Irak, por ejemplo, preside la Liga ?rabe por vez primera desde la invasion de Kuwait, y su capital comienza a abrirse t¨ªmidamente al mundo exterior. Nada, sin embargo, es comparable a la perspectiva propagand¨ªstica que abre la posibilidad de recibir antes de que acabe el a?o al Papa, que hace unos meses decidi¨® que quer¨ªa despedir el milenio visitando algunos lugares sagrados, comenzando por Ur, la antigua ciudad de Mesopotamia cuna de Abraham.
Washington sobre todo ha intentado que Juan Pablo II reconsidere la idea, que irrita tambi¨¦n a los grupos de presi¨®n jud¨ªos y a la dividida oposici¨®n iraqu¨ª. Pero ante la firmeza vaticana, que considera el proyectado viaje "una peregrinaci¨®n exclusivamente religiosa", parece resignado a minimizar da?os; sus esfuerzos, y los de Londres, se concentran ahora en intentar evitar un eventual encuentro intenso entre el Papa y el d¨¦spota iraqu¨ª que pudiera ser utilizado por ¨¦ste como altavoz planetario. Se trata, obviamente, de un exceso de celo. El papel de Sadam es conocido y condenado por la comunidad internacional. El criterio de Wojtyla, reacio a las interferencias en el cumplimiento de su misi¨®n, debe seguir siendo respetado.
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