El honor de los Yeltsin
Masha, nieta de los Yeltsin, pregunt¨® a su abuela Na¨ªna: "?Qu¨¦ voy a decir en la escuela despu¨¦s de todo lo que han escrito sobre nosotros?" Y la primera dama rusa, que de lo que ejerce es de discreta esposa, madre y abuela, le contest¨®: "T¨² sabes que no es cierto que tengamos mansiones en el extranjero, castillos o yates, as¨ª que no tienes por qu¨¦ preocuparte". Na¨ªna cont¨® esta an¨¦cdota en una reciente e ins¨®lita entrevista emitida por el primer canal de la televisi¨®n estatal rusa, que controla el magnate Bor¨ªs Berezovski, miembro prominente de la familia, la corte de los milagros que dicen que gobierna a Bor¨ªs Yeltsin y, a trav¨¦s de ¨¦l, a Rusia. Se ha vertido tanta basura contra el entorno presidencial que hasta la ayuda de Na¨ªna, tan poco amante de las candilejas, viene bien para salvar el honor de la familia. Las ¨²ltimas denuncias, no sustanciadas todav¨ªa, hablan de tarjetas de cr¨¦dito cuyos saldos corr¨ªan a cargo de una empresa suiza beneficiada con contratos estatales, de tranferencias millonarias a Hungr¨ªa para beneficio de la primera familia y de apertura de una cuenta de jugoso saldo en las islas Caim¨¢n a nombre de un tal Leonid Diachenko, apellido del marido de Tatiana, la hija y principal asesora de Yeltsin. A¨²n no hay acusaciones concretas que tengan que dirimirse ante un tribunal ruso. Ni siquiera que promuevan una investigaci¨®n de la fiscal¨ªa, cuyo jefe, Yuri Skur¨¢tov, est¨¢ suspendido de funciones, tal vez por intentar llegar demasiado lejos.
Na¨ªna se dirigi¨® al coraz¨®n de los telespectadores, ayudada por el entrevistador, P¨¢vel Sheremet, que dej¨® flotando por las ondas hertzianas esta pregunta: "?No se le ha ocurrido pensar a nadie en lo que sufre esta familia?". Parece que, hartos de suscitar odio o desprecio, los Yeltsin quieren inspirar a sus compatriotas un sentimiento m¨¢s noble: l¨¢stima.
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