El otro 'n¨²mero dos'
Jordi Pujol tiene un asiduo acompa?ante en esta campa?a. Josep Antoni Duran Lleida, el l¨ªder de Uni¨® Democr¨¤tica (UDC) -socio democristiano de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica (CDC)-, se ha convertido en la sombra del presidente de la Generalitat. El n¨²mero ocho de la lista de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) ha pasado a ser un virtual segundo, aunque nominalmente esta plaza -la del n¨²mero dos- la ocupe el consejero de Econom¨ªa, Artur Mas. El orden matem¨¢tico ha sucumbido a la l¨®gica pol¨ªtica. Las agrias pol¨¦micas, las descalificaciones entre convergentes y democristianos han quedado atr¨¢s. Si durante un a?o la opini¨®n p¨²blica ha seguido las intrigas palaciegas urdidas por UDC y CDC para suceder a Pujol, ?qu¨¦ mejor imagen que la de una compenetrada pareja de hecho o -seg¨²n preferencias- una familia unida? La coalici¨®n quiere proyectar la imagen de un futuro seguro, sin traumas: un Pujol rodeado de colaboradores. Una gran familia en la que a nadie se le escapa que el yerno -un Duran situado en un discreto octavo puesto- puede llegar a hacerse con las riendas del negocio. El presente impone sus peajes y el d¨²o nacionalista Pujol-Duran encarna las buenas vibraciones que reinan en la coalici¨®n en este periodo electoral. Uni¨® y Converg¨¨ncia han implicado a sus bases en una campa?a pol¨ªtica con disciplina prusiana.Y los l¨ªderes predican con el ejemplo. Cada cr¨ªtica a Pujol es rebatida por Duran Lleida, lo que duele especialmente en las filas socialistas. Pasqual Maragall ha confesado reiteradamente su atracci¨®n por ese sector de nacionalismo razonable que tiene en Duran a uno de sus exponentes. Pero la apasionada relaci¨®n tiene fecha de caducidad. Si el 17 de octubre la coalici¨®n nacionalista pierde o no obtiene una mayor¨ªa suficiente, todo quedar¨¢ en un puro y simple montaje. Como las grandes tramoyas que el pr¨ªncipe Potemkin erigi¨® para que Catalina la Grande viera en la estepa despoblada una Ucrania pr¨®spera, CiU est¨¢ mostrando al electorado el espejismo de un ma?ana id¨ªlico sobre un futuro inmediato lleno de interrogantes.
La derrota nacionalista abrir¨ªa una crisis de imprevisibles consecuencias. Una d¨¦bil mayor¨ªa de CiU -alrededor de 55 diputados- elevar¨ªa la cotizaci¨®n pol¨ªtica de la quincena de diputados que puede lograr Uni¨®, lo que podr¨ªa suponer la ruptura de la coalici¨®n. Y en el mejor de los casos para CiU -el de una victoria amplia-, un Duran consagrado fotogr¨¢ficamente como n¨²mero dos partir¨ªa con varios cuerpos de ventaja en la carrera para suceder a Pujol.
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