"V¨¢yase, se?or Pujol" JOAN B. CULLA I CLAR?
Hubo un momento, que hoy resulta remoto, en el que pareci¨® que el principal aspirante a la presidencia de la Generalitat para el pr¨®ximo cuatrienio iba a orientar su estrategia electoral en t¨¦rminos cuasi sucesorios, de relevo semigeneracional -porque a Jordi Pujol y a Pasqual Maragall no les separa una generaci¨®n, a lo sumo se llevan media-, de continuidad con matices. Eran los tiempos en que todav¨ªa se hablaba de la "sociovergencia" o de la "acci¨® catalana", dentro de cuyos hipot¨¦ticos esquemas transversales Pasqual Maragall pod¨ªa postularse como el heredero natural, aunque no reconocido y algo rebelde, del patriarca Pujol. Se trataba, por otra parte, de un papel en el que el aspirante se hubiera sentido c¨®modo, y que ha aflorado espor¨¢dicamente en su discurso de las ¨²ltimas semanas; por ejemplo, cuando el pasado 11 de septiembre dej¨® caer: "Pujol siempre ser¨¢ una persona entra?able". Pero Pujol, adem¨¢s de entra?able, est¨¢ resultando extremadamentre correoso, y el escenario socioconvergente ha venido a ser una quimera que, el otro d¨ªa, Miquel Roca Junyent se encarg¨® de aventar. De modo que la contienda de este oto?o se plantea, a la hora de la verdad, con unos rasgos mucho m¨¢s cl¨¢sicos -cl¨¢sicamente partidistas, quiero decir- de lo que estaba anunciado y de lo que el acopio de plataformas y coaliciones de geometr¨ªa variable intenta hacernos creer. Y tal parece que, sobre este decorado quiz¨¢ demasiado convencional para sus gustos, el candidato Maragall no acabe de encontrar ni el rumbo ni los argumentos vertebrales de su campa?a. En cuanto al rumbo, la coalici¨®n parcial con Iniciativa per Catalunya-Verds (IC-V) no es sino la culminaci¨®n, la formalizaci¨®n a nivel de c¨²pulas, de un proceso hist¨®rico que cientos de cuadros y de militantes comunistas y poscomunistas han ido alimentando desde la gran crisis del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), hace ya casi dos d¨¦cadas. Ahora bien, el valor y la significaci¨®n estrat¨¦gica del pacto se ven hipotecados por la ausencia, no ya de un programa com¨²n, sino ni siquiera de una declaraci¨®n pol¨ªtica conjunta PSC-IC que fijase los objetivos compartidos por ambas formaciones. ?Acaso no los hay? ?O quiz¨¢ se reducen al m¨¢gico y escueto concepto del cambio? Por otra parte, las recientes y entusiastas manifestaciones del presidenciable socialista en favor de un pacto a la balear para el futuro Gobierno de Catalu?a no s¨®lo homologan lo que es objetivamente inhomologable -los escenarios pol¨ªticos de las islas y del Principado-, sino que dejan en el aire una pregunta nada balad¨ª: ?d¨®nde est¨¢ nuestra Uni¨® Mallorquina? ?D¨®nde est¨¢ la fuerza de centro derecha nacionalista susceptible de pactar, el pr¨®ximo 18 de octubre, con Pasqual Maragall y Rafael Rib¨®? Detr¨¢s de este interrogante reaparece la nostalgia del candidato por la sociovergencia que no pudo ser, y se entienden mejor sus requiebros no correspondidos a Joan Rigol, a Josep Antoni Duran Lleida, a Miquel Roca: invocando esos nombres, se trata de dar a la oferta maragalliana una dimensi¨®n centrista virtual, ficticia, meramente ilusoria. Capaz de coligarse sin programa con los ecosocialistas y, al mismo tiempo, de hacerle insinuaciones ad¨²lteras a la democracia cristiana, el aspirante se muestra igualmente difuso y evanescente a la hora de concretar el alcance del cambio que es el leitmotiv de su campa?a. Dos ejemplos: ?derogar¨¢ o reformar¨¢ la Ley de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica, votada por su partido y tan denostada por algunos de sus apoyos? No; s¨®lo la aplicar¨¢ "de otra manera". ?Descongelar¨¢ la figura estatutaria del conseller en cap, que ha sido una de las se?as de identidad program¨¢ticas del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) desde 1980, y piensa en Joaquim Nadal para ocupar ese cargo? Hace meses que no se tienen not¨ªcias ni de lo uno ni de lo otro. Eso s¨ª, sabemos que el suyo es un "catalanismo amable, pactista y razonable", que el ex alcalde representa la amplitud de miras frente a la cerraz¨®n de su rival, que con ¨¦l en la presidencia las relaciones pol¨ªticas Catalu?a-Espa?a entrar¨ªan en una fase id¨ªlica, basada en "la confianza y la amistad". En resumen: que Maragall es un tipo simp¨¢tico, marchoso y moderno y que, vot¨¢ndole, todo lo dem¨¢s se nos dar¨¢ por a?adidura. En este estado de inconcreci¨®n, para el frente maragallista conseguir el relevo de Pujol va constituyendo no un medio, sino un fin en s¨ª mismo. Julio Anguita lo expres¨® con ruda franqueza y cierto despego: se trata de "quitar a Pujol", aunque el triunfo de Maragall no suponga un cambio de pol¨ªtica. Rafael Rib¨® y el mismo Pasqual Maragall lo han reiterado hasta la saciedad: hay que "archivar el pujolismo", "ha llegado la hora de llevar el pujolismo al museo", Pujol "lleva demasiado tiempo", "tantos a?os de una misma mayor¨ªa...". En Internet, que al parecer es el rinc¨®n sucio de esta contienda, el an¨®nimo redactor de una p¨¢gina del PSC apostrofa al president: "Vete de una vez, calla y d¨¦janos tranquilos". As¨ª las cosas, y de perseverar en esta l¨ªnea, existe el riesgo de que la recta final de la campa?a socialista parezca un remedo vern¨¢culo del c¨¦lebre "v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez" que la derecha espa?ola populariz¨® entre 1993 y 1996. Desde luego, es un mensaje. Incluso puede que sea un buen mensaje. S¨®lo me pregunto si va a ser un mensaje suficiente.
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