Corrientes subterr¨¢neas JOSEP RAMONEDA
Empez¨® la campa?a electoral y a Pasqual Maragall se le hizo la luz. Por fin, en L"Hospitalet, ante algunos millares de sindicalistas se decidi¨® a pedir directamente el voto a los electores del cintur¨®n barcelon¨¦s. Alg¨²n extra?o rubor hab¨ªa hecho que el candidato socialista se resistiera, pero a la hora de la verdad la fuerza de las cosas se impone. Esta campa?a es una trampa para los institutos de opini¨®n. La decisi¨®n depender¨¢ del caudal de dos corrientes de las llamadas subterr¨¢neas que est¨¢n haciendo efecto en el cuerpo electoral, pero cuyas consecuencias tardar¨¢n en emerger a la superficie, con lo cual es muy dif¨ªcil evaluar su tama?o. Estas dos tendencias son el voto de la fatiga -20 a?os es demasiado- y el trasvase de voto de la abstenci¨®n a la candidatura socialista. Hay cierta coincidencia entre los especialistas que el mensaje que m¨¢s eficacia est¨¢ demostrando en esta campa?a es el de la longevidad presidencial de Jordi Pujol. Cada vez que los socialistas repiten que 20 a?os son demasiados, punt¨²an. Y no es raro. Realmente, 20 a?os son much¨ªsimos. La gente lo sabe. Despu¨¦s de 20 a?os es muy dif¨ªcil sustraerse a la rutina, escapar a la trama de intereses que se ha ido tejiendo en torno al Gobierno, innovar y buscar nuevas perspectivas. Pujol, quiz¨¢ porque es consciente de ello, se abstuvo de hacer cualquier enunciado de futuro durante el debate de TV-3. Se limit¨® a practicar la autocomplacencia escud¨¢ndose en la buena valoraci¨®n de su gesti¨®n que dan los sondeos. Utiliz¨® la opini¨®n ciudadana -v¨ªa encuestas- como parapeto bajo el que esconder el anquilosamiento de un gobierno de nunca acabar. Los 20 a?os hacen da?o, pero es muy dif¨ªcil prever qu¨¦ puede dar en cifras este cansancio. Dicen fuentes socialistas que el voto decidido est¨¢ muy igualado entre los dos candidatos, pero a?aden que el votante que afirma que se pronunciar¨¢ a favor de Pujol recuerda que ya le vot¨® en las anteriores elecciones, mientras que el 30% de los que dicen que votar¨¢n a Maragall recuerdan que hace cuatro a?os se abstuvieron. Es, por tanto, un voto m¨¢s inseguro. A la hora de la verdad, ?realmente ir¨¢n a votar o seguir¨¢n absteni¨¦ndose? Las conductas electorales son viciosas: acostumbran a repetirse. Que el comportamiento de los que se abstuvieron en pasadas elecciones ser¨¢ clave, lo sabe todo el mundo, pero Maragall ha tardado en aceptarlo. Quiz¨¢ por cierto orgullo torero que le exig¨ªa ir a ganar a Pujol en el terreno central del catalanismo. O quiz¨¢ por una cierta contaminaci¨®n de la idea de Catalu?a que el nacionalismo conservador ha pretendido convertir en idea universal durante estos a?os de hegemon¨ªa. Pero la ventaja de las elecciones es que dif¨ªcilmente permiten esquivar la realidad, y si Maragall quiere ganar deber¨¢ perder el rubor de ir a pedir ayuda a los abstencionistas. No es f¨¢cil arrastrar este voto que participa en las generales y se queda en casa en las auton¨®micas. No es un voto anticatalanista, como algunos pretenden. Es m¨¢s bien un voto poco politizado, que s¨®lo se moviliza si se le convence de la importancia del envite. Y para ellos lo importante sigue siendo qui¨¦n gobierna en Madrid. Por eso no se equivocan los que piensan que esta gente necesita un mensaje que relacione elecciones catalanas y elecciones espa?olas. "Si me ayud¨¢is, ahora nos cargaremos a Pujol y en primavera caer¨¢ Aznar", es el mensaje que podr¨ªa mover a algunos de estos electores. No s¨¦ si Maragall es capaz de pronunciarlo. Quiz¨¢ su religi¨®n no se lo permite.
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