Dimisi¨®n
ADOLF BELTRAN Se puede hacer el rid¨ªculo de muchas maneras. El consejero de Educaci¨®n, Manuel Taranc¨®n, ha escogido la m¨¢s llamativa. Y ahora trata de hacerse el sueco. Fue ¨¦l quien escogi¨® la pose garbosa y el desplante para inaugurar el curso en uno de los colegios privados caros que ha decidido concertar como ejemplo de la "libertad de elecci¨®n" que propugna el PP. Fue ¨¦l quien atrajo los focos hacia el Mar¨ªa de Ic¨ªar, centro ubicado en una confortable zona residencial de Riba-roja al inaugurar el curso en sus instalaciones. Fue ¨¦l quien explic¨® que lo hac¨ªa pese a que le hab¨ªan desaconsejado lo contrario. Fue ¨¦l quien decidi¨® concederle una subvenci¨®n al colegio sobre la que inmediatamente ha ca¨ªdo un aviso de embargo porque los propietarios deben unos cuantos millones a la Seguridad Social. Y es ¨¦l quien ahora pretende arreglar el asunto con una breve declaraci¨®n de prop¨®sito de enmienda,una declaraci¨®n fugaz, vol¨¢til, alejada de la pompa oficial que otorg¨® a su "apuesta" educativa. Taranc¨®n quiere escabullirse. Que su departamento no se haya ido ya al juzgado para denunciar a la propiedad del colegio por enga?ar a la Administraci¨®n p¨²blica, que no haya entonado el mea culpa en una conferencia de prensa, ni haya abierto una investigaci¨®n interna, no hace m¨¢s que a?adir negrura al oscuro nubarr¨®n donde se pierden las responsabilidades por lo sucedido. Cualquiera que haya solicitado subvenciones p¨²blicas sabe que lo primero que hay que acreditar es la ausencia de cargas sobre la materia que las justifica. Y un colegio no es precisamente una empresa de una complejidad inextricable. Si la mayor¨ªa popular no se hubiese instalado en la embriaguez de un poder alarmantemente falto de contrapesos (los socialistas todav¨ªa no han dicho esta boca es m¨ªa), Taranc¨®n habr¨ªa puesto su cargo a disposici¨®n del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, esta misma semana. La dimisi¨®n es la ¨²nica respuesta coherente a una trapisonda como la que ha protagonizado. Lo m¨¢s probable, sin embargo, es que prefiera persistir en el rid¨ªculo.
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