Otras caras del "caso Pinochet"
Se ha insistido hasta la saciedad en que, termine como termine, el caso Pinochet es un paso importante hacia una justicia universal. Sea como sea, la persona de Pinochet no debe salir ni saldr¨¢ ya indemne de este percance judicial. Pero m¨¢s all¨¢ de lo moralmente deseable y de lo pol¨ªticamente correcto, e incluso obviando el deterioro que ha causado en las relaciones entre Espa?a y Chile -pues este caso se ha tratado desde la pol¨ªtica interior y no desde la exterior por ambas partes-, cabe plantear otras dimensiones, aunque sea desde un realismo modesto y molesto.Pinochet ha ca¨ªdo en una red de convenios multilaterales y bilaterales que no exist¨ªan cuando instaur¨® su sanguinaria dictadura: convenio contra la tortura, convenio europeo de extradici¨®n; extraterritorialidad de la legislaci¨®n penal espa?ola; etc¨¦tera. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha dejado claro que los jueces espa?oles tienen jurisdicci¨®n en esta materia. Los jueces brit¨¢nicos tienen que pronunciarse t¨¦cnicamente sobre la demanda de extradici¨®n. Pero no hubiera estado de m¨¢s que antes, justo despu¨¦s de la detenci¨®n del dictador, se hubiera intentado aclarar algunos extremos, por ejemplo, habiendo solicitado el parecer, no ya sobre el arbitraje u otra salida, sino sobre el fondo de la cuesti¨®n al Consejo de Estado; que para eso est¨¢. Resultar¨ªa ¨²til que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya lo hiciera, si act¨²a con profundidad y no utilizando un procedimiento sumario. No deja, sin embargo, de extra?ar que un Gobierno, el espa?ol, llegue casi a alegrarse de que otro Estado, el chileno, pueda llevar a Espa?a a La Haya acus¨¢ndole de violar el derecho internacional.
Estamos ante una intromisi¨®n del poder judicial de un Estado en otro Estado; en la entrada del par¨¢metro judicial en la pol¨ªtica exterior e internacional. Son los primeros elementos de eso que se llama la globalizaci¨®n judicial. Aunque cabe recordar que hubiera bastado que el senador vitalicio se hubiera pertrechado de la correspondiente cobertura diplom¨¢tica en su viaje a Londres para que no hubiese habido caso Pinochet. Un simple papel. Pero, probablemente, el antiguo jefe de Estado consider¨® que no lo necesitaba, o no se fiaba suficientemente del Ministerio de Asuntos Exteriores de su pa¨ªs, que deb¨ªa tramitarlo. ?Se le tendi¨® una trampa? Algunos responsables chilenos as¨ª lo cre¨ªan hace unos meses, y no apuntaban precisamente al juez Garz¨®n.
Hay un riesgo con este caso, o con lo ocurrido en la antigua Yugoslavia o en Ruanda: que una parte del mundo -especialmente ahora en Am¨¦rica Latina- vea esta justicia, y en general el nuevo intervencionismo, como la de los Estados grandes contra otros m¨¢s peque?os, que aunque sea contra dirigentes que torturan o asesinan, sigue siendo selectiva. Hoy por hoy, nadie se plantea detener o juzgar a ning¨²n dirigente chino por la represi¨®n de Tiannanmen o T¨ªbet; o a ning¨²n ruso por Chechenia.
Ante el desbarajuste que puede suponer que cualquier juez en cualquier pa¨ªs pueda pedir la detenci¨®n y extradici¨®n de cualquier sospechoso de cr¨ªmenes contra la humanidad, el caso Pinochet ha puesto de relieve la necesidad de una justicia mundial propiamente estructurada, la que se pretende con la Corte Penal Internacional (CPI), cuyo estatuto se firm¨® en Roma un a?o atr¨¢s y que deber¨ªa entrar en vigor con el nuevo siglo. ?Lo ratificar¨¢ ahora Chile, que lo firm¨® antes de la detenci¨®n de Pinochet? Claro que el estatuto no tendr¨¢ car¨¢cter retroactivo, por lo que s¨®lo se aplicar¨¢ a los Pinochet del futuro. La CPI tendr¨¢ una funci¨®n disuasoria. Aunque la Corte ser¨¢ un gran avance para el derecho humanitario, el futuro nuevo ordenamiento, e incluso el caso Pinochet, pueden tener un efecto perverso: que los dictadores -que los hay y los habr¨¢- se resistan a pactar transiciones y que, una vez perpetrados sus cr¨ªmenes, s¨®lo vean como salida la de aguantar hasta salir con los pies por delante. ?Hubiera pactado Pinochet la transici¨®n a medias en Chile de haber previsto lo que pod¨ªa ocurrirle? Probablemente, no. Dicho esto, lo que m¨¢s importa hoy es el efecto, de signo incierto, que pueda tener la evoluci¨®n de este caso en la situaci¨®n interna chilena.
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