Un alcalde espa?ol en Berl¨ªn
Helios Mendiburu, "ni?o" de la guerra civil, defiende la "tercera v¨ªa" desde su barrio de Friedichshain.
Para el espa?ol Helios Mendiburu, la reunificaci¨®n alemana forma parte de su propia vida. La reunificaci¨®n de Berl¨ªn es parte de su trabajo. Mendiburu, un ni?o de la guerra civil espa?ola, es el alcalde de Friedrichshain, un antiguo barrio industrial del este de Berl¨ªn, donde a¨²n se perciben n¨ªtidamente las huellas de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. Estos d¨ªas, Helios, un militante del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), hace campa?a para las elecciones municipales de la capital, que se celebran el 10 de octubre. El alcalde, en su cargo desde 1990, no compite personalmente en las urnas y es poco optimista sobre las posibilidades del SPD en este barrio de 9,8 kil¨®metros cuadrados y 100.000 habitantes, donde un 30% de la poblaci¨®n tiene m¨¢s de 60 a?os. En Friedrichshain, como en todo el este, el PDS, el partido de los ex comunistas de la RDA, sigue siendo muy fuerte. Mendiburu naci¨® en Madrid en 1936 en el seno de una familia comunista. A su padre lo mataron en el maquis en Francia en 1944, y su madre, Mar¨ªa del Pilar, se traslad¨® a vivir a la RDA en 1946, llevando consigo a Helios y a sus dos hermanos. La familia era respetada en los ambientes de la nomenklatura, y todos -excepto Helios- eran miembros del SED (el partido de los comunistas de la RDA). "En mi familia, yo fui la oveja negra", cuenta el alcalde, cuyas actividades pol¨ªticas de juventud determinaron su futuro.Corr¨ªa el oto?o de 1956 y los tanques sovi¨¦ticos hab¨ªan aplastado el levantamiento de Budapest. Helios, estudiante de filolog¨ªa rom¨¢nica, y otros compa?eros organizaron una protesta en la puerta de Brandeburgo. La polic¨ªa los disolvi¨® con porras de goma. En las investigaciones salieron a relucir los contactos que Mendiburu ten¨ªa con el SPD. En 1957 le condenaron a dos a?os y medio de c¨¢rcel por actividades contra el Estado.
Durante el proceso estuvo durante varios meses en una celda de aislamiento: un total de seis metros cuadrados que s¨®lo le permit¨ªan dar dos pasos en una direcci¨®n. Ten¨ªa los pies hinchados y las venas amoratadas. Al salir de la prisi¨®n, en 1959, se abstuvo de toda actividad pol¨ªtica, porque "ten¨ªa un miedo terrible a que me volvieran a encarcelar". Tras estudiar ingenier¨ªa en Leipzig, encontr¨® trabajo como instalador de conducciones de gas en Cottbus. En 1968, tras la invasi¨®n de Praga por los tanques del Pacto de Varsovia, se neg¨® a firmar el mensaje de solidaridad que su empresa dirig¨ªa a las autoridades de la RDA. "Aquella vez no me encarcelaron, pero me echaron del trabajo", dice. En 1989, cuando los alemanes de la RDA hu¨ªan por miles de su pa¨ªs, Mendiburu, que entonces trabajaba en la compa?¨ªa de suministro de gas de Berl¨ªn, ingres¨® en el Neues Forum. En el piso de un colega se dedicaba a redactar octavillas que despu¨¦s fotocopiaban en su empresa. M¨¢s adelante, en 1993, cuando pudo leer las tres carpetas de informes y denuncias que constitu¨ªan su expediente en la Seguridad del Estado (la Stasi), constat¨® que el colega con el que redactaba las octavillas, "mi mejor amigo", hab¨ªa sido un informante. Friedrichshain, cuya columna vertebral es la antigua avenida de Stalin (hoy, avenida de Karl Marx), no es un barrio sencillo. Las tiendas y los restaurantes han comenzado a alegrar esta avenida, donde los obreros de Berl¨ªn Oriental iniciaron su levantamiento en 1953. Cuando Mendiburu se pasea por esta calle que recuerda Mosc¨², la gente se para a saludarle. A veces son personajes maduros y a veces j¨®venes de la escena contracultural, que se va desplazando a este barrio a medida que los pisos suben de precio en Prenzlauerberg, centro de la movida berlinesa en el este. El paro en Friedrichshain es del 16%, algo por debajo de la media berlinesa.
Mendiburu no es un socialdem¨®crata tradicional. Es partidario del manifiesto modernizador de Gerhard Schr?der y Tony Blair. "En Alemania tenemos los horarios m¨¢s reducidos de Europa, junto con los sueldos m¨¢s altos y las vacaciones m¨¢s largas. La red de protecci¨®n social ha crecido de tal manera que uno de cada tres marcos del producto interior bruto se destina a fines sociales, y esto, por desgracia, no se puede mantener". "Kohl y la CDU prometieron paisajes florecientes a todos, pero no calcularon cu¨¢nto tendr¨ªan que pagar, no calcularon que la herencia de los comunistas era para echarse a llorar y que toda la infraestructura estaba destrozada", dice.
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