La dura lucha por el voto ajeno
Cinco millones de electores, de los que s¨®lo 3,2 millones se molestaron en votar en las pasadas auton¨®micas. Ni mucho, ni poco: eso es lo que hay. Para ganar, los dos grandes candidatos parecen dispuestos a trabajarse cada una de las papeletas y a pisarle al rival todos los votos posibles. Si Pasqual Maragall trata de conectar con los empresarios, Jordi Pujol pronuncia discursos en castellano: uno y otro tratan de asegurar con una mano el electorado que consideran propio, y alargan la otra mano hacia el elector presuntamente ajeno.A veces, los candidatos parecen bailar en corro sobre un baldos¨ªn diminuto. Como el pasado domingo, por ejemplo, en que por alguna raz¨®n todos salieron a buscar al mismo votante: uno que no suele hablar catal¨¢n en la intimidad y vive sin excesivos lujos en un barrio popular de una localidad cercana a Barcelona.
Jordi Pujol trat¨® de hallarlo en Sant Feliu de Llobregat, una poblaci¨®n donde tradicionalmente son mayor¨ªa los socialistas. Pujol habl¨® en castellano, "por deferencia", y no se entretuvo en referirse a las esencias patri¨®ticas. Conven¨ªa obtener la m¨¢xima autonom¨ªa, vino a decir, para que la Generalitat pudiera hacer esas obras p¨²blicas tan necesarias en la zona, y pidi¨® el voto para CiU para evitar que el PP le hiciera "pasar por el aro". O sea: biling¨¹ismo, inversiones y rechazo al PP.
Pasqual Maragall sali¨® a buscar el mismo voto que Pujol, pero en Matar¨®, una poblaci¨®n donde gana CiU. ?Qu¨¦ dijo el candidato socialista? Que "el castellano es tambi¨¦n un patrimonio de los catalanes".
El resultado del pulso entre Pujol y Maragall depender¨¢, en gran medida, de lo que haga ese elector que vive cerca de Barcelona o Tarragona, en un barrio que por razones misteriosas suele denominarse dormitorio y no residencial, y que tiende a expresarse en castellano. Ah¨ª est¨¢, al parecer, la m¨¢gica llave de los m¨¢s de 500.000 votos que no llegan a las urnas auton¨®micas.
Y si no los 500.000 al completo, los que caigan: puestos a pasar el rastrillo, el democristiano Josep Antoni Duran Lleida, el n¨²mero ocho m¨¢s potente de todos los tiempos, acudi¨® el 7 de septiembre al barrio barcelon¨¦s de La Mina a pedir el voto gitano para la coalici¨®n nacionalista. El beau geste de Duran al querer convertir a los gitanos a la fe nacionalista (de donde sea) fue comparable al de Josep Llu¨ªs Carod, el l¨ªder de ERC, al ofrecer su izquierdismo pata negra y su nacionalismo pata negra a los socios del C¨ªrculo Ecuestre.
La busca del d¨ªscolo voto biling¨¹e, o castellanohablante, no empece la b¨²squeda de otros votos. Maragall consigui¨® la s¨ªntesis casi total cuando en un arrebato se ci?¨® la barretina y bail¨® una sardana en Can Zam (Santa Coloma de Gramenet), paraje emblem¨¢tico de la Feria de Abril de los andaluces-catalanes. Para paladares m¨¢s cl¨¢sicos, Maragall utiliza como m¨²sica de campa?a El ball de la Civada, lo cual no impide que Duran Lleida le acuse de buscar "el voto del sector m¨¢s anticatalanista del PP", para acusarle poco despu¨¦s de "copiar las ideas de CiU", justo el d¨ªa en que Josep Curto, del PP, propuso "un frente CiU-PP" para el caso de que Maragall ganara las elecciones. Un l¨ªo.
?Pujol quiere los votos del cintur¨®n, que normalmente deber¨ªan encauzarse hacia Maragall? Pues Maragall corteja los votos del empresariado, que, se supone, deber¨ªan sentir querencia por Pujol. Adem¨¢s de las celeb¨¦rrimas cenas a 100.000 pesetas, con las que el candidato del cambio se ha acercado a los patronos y ha sacado de paso un dinerito, Maragall ha celebrado actos m¨¢s ¨ªntimos con el empresariado. Por ejemplo, la cena del 10 de septiembre en Llavaneres, en casa de Antoni Negre, donde departi¨® con 40 representantes del mundillo empresarial. En ese terreno, el aspirante socialista parece haberse abierto un nicho en el C¨ªrculo de Econom¨ªa -casi terreno propio- y en la C¨¢mara de Comercio, mientras Pujol impera en Fomento, la augusta patronal que ya en 1980 se bati¨® el cobre, qui¨¦n iba a decirlo, por el candidato nacionalista.
Maragall y Pujol se dan pisotones en todas partes. El socialista, por ejemplo, propone un parque tem¨¢tico "de cultura, ocio y medio ambiente" en el Empord¨¤; Pujol anuncia inmediatamente que est¨¢ en tratos con un misterioso grupo inversor que quiere instalar un nuevo parque tem¨¢tico en Tarragona.
Otro ejemplo. Uno de los ejes de la campa?a de Maragall es la autonom¨ªa municipal. Y Pujol, que sol¨ªa echar mano de la mayor¨ªa parlamentaria cuando o¨ªa hablar de autonom¨ªa de los ayuntamientos, asegura ahora que su objetivo es desarrollar tambi¨¦n una intensa pol¨ªtica municipal.
La pelea por los mismos espacios acaba a veces en encontronazo. Como el de ayer en Sant Adri¨¤: Pujol y Maragall tuvieron que esquivarse, con un ¨¢gil golpe de cintura, para no acabar haciendo campa?a a dos voces.
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