El "problema catal¨¢n" del Partido Popular
Cuando Manuel Fraga capitane¨® el gran salto de Alianza Popular (AP) sobre las cenizas de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, en 1982, le quedaron todav¨ªa algunos puntos negros de implantaci¨®n. Los principales eran el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, donde AP qued¨® por debajo del 15% en las legislativas, y Andaluc¨ªa, donde tuvo que conformarse con el 21% de los votos. Diecinueve a?os despu¨¦s, el Partido Popular se jacta de haber logrado todos los objetivos que en su d¨ªa se plante¨® AP, incluidas la victoria en las generales y la formaci¨®n de un gobierno popular. Pero el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, como la AP de Fraga y como toda la derecha de ¨¢mbito espa?ol de este siglo, sigue sin resolver un problema: su particular problema catal¨¢n.Desde la formaci¨®n del catalanismo pol¨ªtico a principios de siglo, el problema catal¨¢n ha estado siempre en el centro de la agenda pol¨ªtica espa?ola en los periodos de normalidad democr¨¢tica. Paralelamente a este conflicto, y probablemente como expresi¨®n de ¨¦l, la derecha de ¨¢mbito espa?ol ha naufragado en Catalu?a. En 1980, Jordi Pujol ocup¨® el espacio del centro derecha en Catalu?a y dej¨® a los populares un papel subalterno del que a¨²n no han salido. Ahora el PP aguarda expectante el terremoto en el sistema de partidos que se augura que se producir¨¢ cuando se retire Pujol, para encontrar su encaje en esta comunidad.
De los puntos negros de Fraga, s¨®lo Catalu?a mantiene su debilidad en proporciones parecidas a las de 1982. Con todas sus limitaciones, el PP del Pa¨ªs Vasco ha crecido hasta el punto de lograr el sorpasso respecto al partido socialista y en las ¨²ltimas auton¨®micas se convirti¨® en el segundo partido del Parlamento vasco. En Andaluc¨ªa, tras las municipales de 1995, el PP logr¨® un pleno inimaginable s¨®lo unos a?os antes: gobern¨® las ocho capitales de provincia.
Mientras tanto, Catalu?a mantiene sus d¨¦ficit tradicionales. La provincia de Girona es la ¨²nica de Espa?a que no tiene ning¨²n diputado del PP en el Congreso. Tras las ¨²ltimas municipales, s¨®lo 11.000 catalanes -de una poblaci¨®n de seis millones- tienen alcalde del PP. Y lo que es m¨¢s grave para Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar: en las pasadas elecciones legislativas, los socialistas tuvieron en Catalu?a 800.000 votos m¨¢s que el PP, lo que estuvo a punto de costarle muy caro a Aznar, que se impuso por s¨®lo 300.000 votos en total. En comparaci¨®n con 1982, el PP catal¨¢n apenas hab¨ªa crecido el 3%, cuando en toda Espa?a lo hab¨ªa hecho el 14%.
El PP de Catalu?a fracas¨® en las generales de 1996 a pesar de que reforz¨® su perfil catalanista mediante el fichaje de Josep Maria Trias de Bes, procedente de CiU, que fue presentado casi como la reencarnaci¨®n del mism¨ªsmo Francesc Camb¨®, l¨ªder del catalanismo moderado durante el primer tercio de siglo. No fue ¨¦ste el primer intento de la derecha de ¨¢mbito espa?ol de catalanizar su oferta y superar por esta v¨ªa su debilidad electoral, que s¨®lo estuvo parcialmente resuelta cuando, en la Segunda Rep¨²blica, la Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas (CEDA) estableci¨® una alianza con la Lliga y renunci¨® a presentarse con sus siglas en Catalu?a.
El pen¨²ltimo intento hab¨ªa sido la incorporaci¨®n de Alejo Vidal-Quadras, fichado por Aznar en 1987 con la misi¨®n de dar al partido un toque catalanista que lo situara en la centralidad de la vida pol¨ªtica y lo aproximara a la llamada sociedad civil. Vidal-Quadras fue impuesto presidente regional en 1991, pero parad¨®jicamente alz¨® con determinaci¨®n la bandera espa?olista y se convirti¨® en el gran azote del nacionalismo catal¨¢n.
Demonizado por buena parte de la sociedad civil que ten¨ªa la misi¨®n de seducir, Vidal-Quadras consigui¨®, no obstante, pasar de 7 a 17 diputados en 1995 y contribuy¨® muy decisivamente a que Pujol se quedara sin mayor¨ªa absoluta por primera vez desde 1984. Sin embargo, los pactos entre Pujol y Aznar pusieron punto final a una estrategia que significados dirigentes consideraban ya agotada, y el PP de Catalu?a inici¨® de la mano de Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz un nuevo giro catalanista en septiembre de 1996.
Desde entonces, Alberto Fern¨¢ndez ha hecho un esfuerzo tit¨¢nico para tratar de aumentar la influencia del partido. Ha recorrido todo el territorio, ha inaugurado nuevas sedes y se ha dedicado en cuerpo y alma a explicar que el ¨¦xito de la situaci¨®n econ¨®mica en Catalu?a es m¨¦rito del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Pero de momento le ha servido de bien poco. El PP de Catalu?a sigue cerca de aquel punto negro que dibuj¨® Fraga en su mapa: todav¨ªa ahora, el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) certifica que la sociedad catalana sit¨²a al PP en posiciones cercanas a la extrema derecha. Sus expectativas electorales en las auton¨®micas del 17 de octubre tienden claramente a la baja y su incidencia social es muy limitada.
Una reciente encuesta de la patronal Cecot, hecha a 600 empresarios, lo refleja de forma dram¨¢tica: Alberto Fern¨¢ndez aparece en el ¨²ltimo lugar en la valoraci¨®n de los l¨ªderes pol¨ªticos entre los empresarios consultados, por debajo incluso del ex comunista Rafael Rib¨® y del independentista Josep Llu¨ªs Carod. Adem¨¢s, el candidato del PP a la presidencia de la Generalitat no ha logrado quitarse el estigma de antinacionalista, etiqueta forjada en sus 19 a?os de militancia en el partido, donde siempre se hab¨ªa caracterizado por mostrarse implacable contra la pol¨ªtica de CiU. A finales de los a?os ochenta incluso abander¨® la oposici¨®n interna a las l¨ªneas pol¨ªticas de Vidal-Quadras por considerarlas demasiado catalanistas.
Con todo, los estrategas del PP sostienen que el partido debe insistir en el catalanismo moderado para estar bien situado en la l¨ªnea de salida del pospujolismo. Para preparar la campa?a auton¨®mica, Pedro Arriola coordin¨® por encargo del PP unos estudios sociol¨®gicos del electorado catal¨¢n que arrojan datos significativos, seg¨²n explican fuentes conocedoras de ellos: el 45% de los votantes de CiU est¨¢ de acuerdo con la mayor¨ªa de los planteamientos del PP de Catalu?a y, adem¨¢s, el 70% de ellos sabe que estos planteamientos s¨®lo los ofrece el PP. Sin embargo, no votan a este partido ni piensan hacerlo. ?Por qu¨¦? La raz¨®n mayoritaria -citada por el 60%- es que descartan al PP porque "no son de casa", sino que toman las decisiones en Madrid.
El pr¨®ximo giro catalanista del PP, si llega, se har¨¢ pues muy probablemente en torno a alguien que los electores de CiU perciban claramente como "de casa". El ministro portavoz, Josep Piqu¨¦, ocupa el primer puesto en todas las quinielas, aunque la gran esperanza blanca del PP para resolver su particular problema catal¨¢n re¨²ne las dos grandes caracter¨ªsticas contra las que tanto han luchado Alberto Fern¨¢ndez y muchos miembros del partido en Catalu?a: milit¨® en el comunista PSUC durante la transici¨®n y fue director general de una consejer¨ªa dirigida por los independentistas de ERC.
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