Los usuarios acusan a las compa?¨ªas privatizadas de anteponer sus beneficios a la calidad y la seguridad
El defectuoso sistema autom¨¢tico de frenos y de alarma, la inadecuada visibilidad de los sem¨¢foros, las precarias condiciones de trabajo de los maquinistas, la falta de inversiones, la antig¨¹edad del material rodante, el ansia de lucro provocada por una privatizaci¨®n que culmin¨® hace dos a?os... fueron ayer centro del debate pol¨ªtico y callejero en un Reino Unido que se jactaba de la seguridad y eficiencia sobre los ra¨ªles hasta la privatizaci¨®n lanzada por Margaret Thatcher.La privatizaci¨®n de los ferrocarriles brit¨¢nicos desmenuz¨® British Rail en Railtrack, la compa?¨ªa encargada del mantenimiento de l¨ªneas, se?ales y estaciones, y en otras 25 compa?¨ªas operadoras de servicios. Philip Beck, presidente de Railtrack, enton¨® ayer el mea culpa y anunci¨® que el sector asume "toda la resposabilidad de este terrible accidente". Fuera del golpe de pecho no ofreci¨® nada concreto. Y llueve sobre mojado. Great Western Trains, propiedad del First Group PLC, fue multada en julio con mill¨®n y medio de libras (casi 400 millones de pesetas) por su responsabilidad en otro accidente mortal de hace dos a?os, cuando uno de sus trenes choc¨® con otro de mercanc¨ªas en Londres.
La propia Railtrack concita muchas de las iras de los pasajeros, que no ven que sus 428 milones de libras (unos 110.000 millones de pesetas) de beneficios en el pasado ejercicio redunden en una mejora de la calidad de la infraestructura ferroviaria. Sobre Railtrack pesa la amenaza de una multa de 40 millones de libras si no acaba con los end¨¦micos retrasos que sufre el 66% de la poblaci¨®n laboral brit¨¢nica que usa diariamente el ferrocarril. Los usuarios se quejan de que a pesar de los suculentos beneficios que proporcionan a las compa?¨ªas unas tarifas muy altas no hay mejoras en un servicio proporcionado por vagones atestados y viejos.
El viceprimer ministro y ministro de Transportes, John Prescott, orden¨® en julio la desaparici¨®n de aqu¨ª a finales del 2003 de unos 3.000 de esos cl¨¢sicos vagones que atruenan en las estaciones con los portazos que dan los viajeros. Tres compa?¨ªas (SouthEast Trains, que opera en Londres; Connex Rail Ltd, propiedad de la francesa Vivendi, y LTS) todav¨ªa mantienen sus trenes con ese tipo de vagones.
La mayor¨ªa de las compa?¨ªas privatizadas operan en Bolsa y el accidente del lunes ha hecho caer sus cotizaciones ante la perspectiva de las inversiones que deber¨¢n realizar en medidas de seguridad.
Los sindicatos atribuyen al Gobierno falta de firmeza ante las compa?¨ªas y exceso de preocupaci¨®n por su cuenta de resultados. En agosto se anunci¨® la futura puesta en marcha de un sistema de detenci¨®n autom¨¢tica de trenes, como existe en el resto de Europa, pero tal sistema s¨®lo cubrir¨¢ la tercera parte de la red y avisar¨¢ s¨®lo del salto de sem¨¢foros en rojo y no del exceso de velocidad. La comisi¨®n que investig¨® el accidente de Clapham en 1988, con 35 muertos, recomend¨® la instauraci¨®n del sistema en toda la red, pero eso hubiese costado cuatro veces m¨¢s. Los maquinistas amenzaron ayer con una huelga si las compa?¨ªas no adoptan sistemas verdaderamente efectivos de seguridad.
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