El paseo de las estrellas
Antiguos divos del Liceo visitaron el teatro horas antes de la inaguraci¨®n
Mientras ej¨¦rcitos de mujeres con bata verde y fregona sub¨ªan y bajaban por las escaleras de un Liceo a cada hora m¨¢s reluciente, una hist¨®rica y tumultuosa comitiva dio cuenta, ayer por la ma?ana, del nuevo aspecto del coliseo l¨ªrico. Era un nutrido grupo de cantantes que han pisado en numerosas ocasiones el escenario del teatro. Desde divos de las ¨²ltimas temporadas de los a?os cincuenta hasta los m¨¢s cercanos ochenta. Los tenores Carlo Bergonzi, Eduard Gim¨¦nez y Pedro Lavirgen, las sopranos Virginia Zeani y Magda Olivero, el bar¨ªtono Manuel Ausensi, la mezzoprano Bianca Berini y el bajo Ivo Vinco desfilaron en disciplinado grupo de colegas por el nuevo Liceo.Capitaneados por el director art¨ªstico, Joan Matabosch, y acompa?ados por la soprano Ana Mar¨ªa S¨¢nchez, que interpretar¨¢ a Li¨´ en el segundo reparto del Turandot inaugural, llegaron entregados de antemano y con ganas de emocionarse. "Estoy en una nube. Tengo taquicardia, el pulso acelerado. Y no es una cosa teatral... Es aut¨¦ntico", se expresaba Lavirgen. El tenor, que debut¨® con Carmen en la temporada 1963-1964 y que cant¨® m¨¢s de 20 a?os en el Liceo, agradeci¨® a todo el mundo la "deferencia" de invitarle mientras recordaba a un p¨²blico que le hab¨ªa "mimado tanto".
La banda sonora de la visita era todav¨ªa la de los martillos de los operarios. Observando alg¨²n lugar concreto, se hac¨ªa dif¨ªcil de creer que la inauguraci¨®n esperaba a tan s¨®lo unas horas. El idioma com¨²n entre los visitantes, el italiano. Entre ellos, ni el menor asomo de divismo. S¨®lo recuerdos y m¨¢s recuerdos de colegas, comparaciones entre el viejo y el nuevo Liceo y palabras de elogio para el que fuera el empresario que les contrat¨® a la mayor¨ªa, Joan Antoni P¨¤mies, que falleci¨® en 1980.
El tenor verdiano Bergonzi, que se estren¨® en el Liceo con Aida en la temporada 1958-1959, la misma en que lo hizo Alfredo Kraus, reconoc¨ªa en la reconstrucci¨®n "una se?al de alta cultura" y recordaba que a ¨¦l le llamaban "El Catedr¨¢tico" por sus interpretaciones.El m¨¢ximo grado de emoci¨®n, para una visita que la aseguraba a raudales, lleg¨® cuando la comitiva se adentr¨® por la platea para aproximarse al escenario. Berini pasaba de la risa al llanto con facilidad y murmuraba: "Todo mi coraz¨®n est¨¢ en el otro Liceo, pero el calor de los cantantes est¨¢ aqu¨ª tambi¨¦n. El Liceo es el mejor teatro del mundo". Lavirgen fue m¨¢s all¨¢ en sus percepciones: "Estoy viendo el mismo Liceo. Las ondas emotivas que soltamos todos est¨¢n todav¨ªa aqu¨ª, revoloteando". Eduard Gim¨¦nez resumi¨® el sentimiento generalizado: "Esto es como volver a casa".
Ausensi, en lo alto del escenario, con los dorados del decorado de la obra inaugural al alcance de la mano, rememor¨® su participaci¨®n en los festejos del centenario del coliseo, en 1947. La celebraci¨®n coincidi¨® con los inicios de su carrera e interpret¨® el breve papel de Rochefort en la repetici¨®n de la primera ¨®pera que vio el Liceo, Anna Bolena, de Donizetti.
Del escenario bajaron a las entra?as del teatro, a cinco pisos de profundidad. En el ascensor, la proximidad f¨ªsica invitaba al compadreo y Ana Mar¨ªa S¨¢nchez y Lavirgen comparaban las dimensiones de los viejos camerinos con las de los nuevos. "El de la soprano era como un callej¨®n l¨²gubre y triste", apunt¨® el tenor. S¨¢nchez hizo alarde de los nuevos avances: "Ahora nos tratan muy bien. Nosotros podemos ver La Rambla y La Rambla nos ve a nosotros". Las mismas comparaciones sirvieron para la ac¨²stica. Gim¨¦nez, considerado uno de los mejores en los repartorios rom¨¢nticos, se atrevi¨® a hacer el siguiente an¨¢lisis: "Antes sonaba como una bofetada, ahora creo que ser¨¢ m¨¢s dulce".
Tanta emotividad cansa, y los divos colegas, que terminaron la visita en la nueva sala de ensayos, se fueron a comer juntos para celebrar el reencuentro, aunque alguno de ellos se lamentaba de que ya no cantar¨ªa en el Liceo del pr¨®ximo siglo. Pero de solventarlo se encarg¨® la Berini, que se arranc¨® en dos ocasiones con fragmentos entrecortados de arias de Mar¨ªa Estuardo y Aida.
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