Servicio p¨²blico "versus" beneficio privado ANT?N COSTAS
El grave accidente ferroviario ocurrido el pasado martes en la estaci¨®n londinense de Paddington ha venido a arrojar una sombra de duda acerca de los efectos de la privatizaci¨®n sobre la calidad y la seguridad de los servicios p¨²blicos. De forma m¨¢s o menos intencionada, las cr¨®nicas no dejan de poner en relaci¨®n dos hechos: los elevados beneficios declarados por la compa?¨ªa propietaria del ferrocarril siniestrado y la ca¨ªda en la calidad de los ferrocarriles ingleses desde la privatizaci¨®n. La conclusi¨®n que se nos sugiere es que unos buenos servicios p¨²blicos son incompatibles con la b¨²squeda del beneficio privado.Seguramente es inevitable que cuando ocurre un accidente de esta naturaleza se tienda a asociarlo con los cambios recientes en su forma de provisi¨®n. Ocurri¨® lo mismo en los inicios de la liberalizaci¨®n del transporte a¨¦reo en Estados Unidos, a principios de los a?os setenta, cuando algunos accidentes de aviaci¨®n fueron atribuidos a la liberalizaci¨®n del tr¨¢fico a¨¦reo. Pero el paso del tiempo dejo claro que la seguridad no ha disminuido.
No existe ning¨²n argumento serio y contrastado que a priori nos diga que la empresa privada es mejor que la empresa p¨²blica a la hora de suministrar servicios p¨²blicos de calidad. Ni a la inversa. Las privatizaciones, como antes las nacionalizaciones, se comprenden mejor si en vez de manejar argumentos ideol¨®gicos nos fijamos en los excesos e ineficiencias de la fase anterior. Despu¨¦s de muchos a?os de usar empresas p¨²blicas, los abusos, excesos e ineficiencias eran evidentes. El cambio es bueno en s¨ª mismo porque rompe inercias y privilegios y estimula la innovaci¨®n. Pero hay que ir con cuidado porque los excesos y las ineficiencias pueden venir ahora del comportamiento de las empresas privadas.
No hay que despreciar la posibilidad de que la presi¨®n competitiva sobre los precios derivada de la liberalizaci¨®n de los servicios p¨²blicos, y la necesidad que tienen las empresas privatizadas de mostrar buenos resultados econ¨®micos puedan llevar a sus gestores a descuidar las inversiones para la mejora de la calidad y seguridad. De hecho, la experiencia inglesa de privatizaci¨®n y liberalizaci¨®n, y no s¨®lo en el sector de ferrocarriles, es ilustrativa de este riesgo. Los gestores de las empresas privatizadas tienen incentivos para descuidar las inversiones. Los excesos de capacidad que ten¨ªan muchas de las empresas p¨²blicas antes de privatizarse y el hecho de que en muchos casos los activos estaban amortizados les permite posponer las inversiones en mejora del servicio para mejorar la cuenta de resultados. Pero en esa conducta hay un fuerte riesgo.
En Espa?a existe alg¨²n ejemplo paradigm¨¢tico. Cuando en 1983 Luis Solana fue nombrado presidente de Telef¨®nica, el objetivo fue mostrar que los nuevos gestores pod¨ªan mostrar una cuenta de explotaci¨®n igual o mejor que la de cualquier otra empresa. Los resultados econ¨®micos mejoraron. La partida sacrificada fueron las inversiones. Unos a?os m¨¢s tarde, la red salt¨® por los aires, y era frecuente escuchar aquel estribillo de "Telef¨®nica le informa de que la red est¨¢ saturada, le rogamos que vuelva a llamar pasados unos momentos". Hubo que nombrar a un nuevo equipo, cuya tarea inmediata fue implantar un fort¨ªsimo plan de inversiones y de compromisos de calidad. Convendr¨ªa no olvidar esta experiencia.
No hay razones convincentes para asociar privatizaci¨®n con empeoramiento de la calidad del servicio. Pero las empresas privadas proveedoras de estos servicios y las autoridades pol¨ªticas no deben despreciar el riesgo de que surja esa percepci¨®n en la opini¨®n p¨²blica. Ese sentimiento puede prender r¨¢pidamente. La privatizaci¨®n ha producido una transformaci¨®n imperceptible pero muy importante. Antes los consumidores eran usuarios; ahora son clientes. No es s¨®lo un cambio de palabras. Implica un cambio de actitud. El usuario era un consumidor pasivo y poco exigente con la empresa p¨²blica. El cliente es m¨¢s activo y reivindicativo con los fallos de la empresa privada, y no es malo que sea as¨ª. Una econom¨ªa de mercado no funciona bien si no tiene enfrente consumidores exigentes y bien organizados. Pero si no se satisface esa demanda de calidad, los consumidores acabar¨¢n oponiendo servicio p¨²blico a beneficio privado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.