Abusos de libertad

Casi todo el mundo cre¨ªa por estos pagos que, entre el famoso poema en el que Eluard sacraliz¨® el nombre de la libertad y la pragm¨¢tica y escueta reivindicaci¨®n de la Asamblea de Catalu?a -libertad, amnist¨ªa, estatuto de autonom¨ªa-, la cuesti¨®n estaba m¨¢s que resuelta. Libertad es lo que hay, y ya es mucho. Sin embargo, a algunos candidatos les ha dado por manosear a mansalva la palabra. Carod Rovira quiere una Catalu?a libre de peajes y libre de encuestas, es decir sin peajes (ampliando el campo sem¨¢ntico de peaje hasta el infinito) y sin sondeos, prohibiendo directamente su publicaci¨®n desde un mes antes de las elecciones. Es cierto que los sondeos suelen ir por debajo de los resultados obtenidos luego por el PP y ERC, y es cierto que influyen en el electorado, aunque si su influjo fuera tan perverso acertar¨ªan y los dos segundones de la pol¨ªtica catalana no sacar¨ªan m¨¢s de lo augurado.Duran Lleida dice que con Maragall habr¨¢ menos libertad, y argumenta a modo de ejemplo que cargando las tintas sobre la ense?anza p¨²blica como pretenden los partidarios del cambio se ver¨¢ mermada la libertad de opci¨®n del actual sistema mixto de ense?anza. Maragall asegura que con ¨¦l, Catalu?a ser¨¢ m¨¢s libre (de lo que los m¨¢s conspicuos pueden deducir que emula a De Gaulle ante los quebequeses y los m¨¢s avisados entender, al reverso de la palabra, que el nacionalismo de Pujol coarta la libertad de los ciudadanos que no comulgan con su ideario). Luego se quejan de que la campa?a siga sin despertar a una ciudadan¨ªa que observa de reojo. Hablando de libertad, los pol¨ªticos se escuchan y se gustan, pero no gustan.

Como sabe todo el mundo, la verdad es que, gane quien gane, no habr¨¢ ni m¨¢s ni menos libertad en el sentido fuerte de la palabra, que es el que aqu¨ª interesa. Aunque no sea del todo certera, la observancia general coincide en apreciar s¨®lo dos modalidades, la existencia o la inexistencia de esa cualidad b¨¢sica, y en abstenerse de fabricar term¨®metros para medirla. Otra cosa son las libertades concretas, enumerables, cuantificables y a menudo controvertibles, como la libertad de escoger el m¨¦dico de cabecera en el sistema p¨²blico, la libertad de horarios en el comercio, la libertad para no doblar pel¨ªculas al catal¨¢n o la libertad de ense?anza de la religi¨®n.

A lo mejor, si los candidatos hablaran de igualdad se les entender¨ªa un poco m¨¢s. Mucho m¨¢s si lo hicieran desmenuzando ese otro concepto general en particularidades aplicables, como la igualdad en las primeras etapas de la ense?anza, cada vez m¨¢s deteriorada porque CiU prima la escuela concertada en detrimento de la calidad de la p¨²blica; o como los pros y contras de las desigualdades en el sistema de pensiones relacionadas con el coste de la vida o los diferenciales de inflaci¨®n entre comunidades. Hay mucho para avanzar en democracia, pero poco se avanzar¨¢ mientras los candidatos se suban libremente, es decir impunemente, a los cerros de ?beda.