El sue?o de un ingeniero
El problema del transporte de prote¨ªnas en la c¨¦lula es lo m¨¢s parecido al que plantea el tr¨¢fico de autom¨®viles en una gran ciudad. Los autom¨®viles se mueven entre dos o m¨¢s puntos, entrecruzando o compartiendo sus caminos, par¨¢ndose o poni¨¦ndose en movimiento, y lo hacen la mayor¨ªa de las veces sin equivocarse, utilizando tan s¨®lo la informaci¨®n espacial de que disponen sus conductores y la suministrada a ¨¦stos por las se?ales de tr¨¢fico.En la c¨¦lula, la gran mayor¨ªa de las prote¨ªnas es sintetizada en un compartimiento celular, el citoplasma, y desde all¨ª han de dirigirse a los diferentes compartimientos en los que son requeridas. Como en el caso de los autom¨®viles, cada paso dado en el transporte de una prote¨ªna implica la lectura de una se?al, que puede estar contenida en ella misma o en otra prote¨ªna asociada.
Las se?ales deben leerse y descifrarse en los compartimientos de destino, y uno de los aspectos m¨¢s fascinantes en este campo es la constataci¨®n de que esos sistemas de descifrado consisten en unas m¨¢quinas microsc¨®picas que superan el rendimiento de los mejores ingenios fabricados por el hombre. No es arriesgado aventurar que, en un futuro no muy lejano, los ingenieros se ver¨¢n forzados a imitar en sus dise?os y prop¨®sitos a esas m¨¢quinas celulares refinadas por la evoluci¨®n biol¨®gica.
Aunque, a buen seguro, a G¨¹nter Blobel le ha movido tan s¨®lo la curiosidad, las consecuencias m¨¦dicas de sus estudios son obvias. La deslocalizaci¨®n de una prote¨ªna como consecuencia de la inactivaci¨®n o lectura err¨®nea de las se?ales de transporte que contiene puede llevar a la p¨¦rdida de su funci¨®n o que funcione en el lugar inadecuado. No cabe duda, y en muchos casos ya ha sido demostrado, de que estos errores pueden dar lugar a un amplio espectro de enfermedades, casi siempre hereditarias, cuyo remedio pasa necesariamente por la terapia gen¨¦tica: la introducci¨®n en el organismo enfermo del gen con la se?al de transporte o con la maquinaria lectora correcta.
Cabe recordar, finalmente, que ¨¦ste es el segundo Nobel que premia la investigaci¨®n en el ¨¢rea del tr¨¢fico de prote¨ªnas (primero lo recibieron los norteamericanos Michael Brown y Joseph Goldstein, en 1985). Pero es justo que Blobel, que recibe el premio en solitario, pase a la historia como Nobel entre los Nobel. Es el a?o de los G¨¹nter.
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