Vuelve Mandelson
EL RESCATE por Blair de Peter Mandelson para la crucial cartera del Ulster en el Gobierno brit¨¢nico, como parte de una remodelaci¨®n del Gabinete a medio mandato, tiene al menos dos lecturas alentadoras. Una ilustra la firmeza con que el primer ministro laborista empu?a el tim¨®n, puesto que, despu¨¦s de un purgatorio de diez meses, llama de nuevo al n¨²cleo duro del poder a quien fuera probablemente su m¨¢s estrecho aliado pol¨ªtico. Mandelson renunci¨® como titular de Industria y Comercio en diciembre pasado por no haber declarado un pr¨¦stamo inmobiliario de 90 millones de pesetas que le hizo el tambi¨¦n dimitido ministro Geoffrey Robinson. Su r¨¢pida rehabilitaci¨®n no ha gustado a parte de los diputados laboristas, pese a haber sido convenientemente exculpado por una comisi¨®n parlamentaria; pero en Blair ha pesado m¨¢s tener al lado al hombre que orquest¨® la victoria del partido en 1997 y del que espera una contribuci¨®n decisiva a la eventual conquista de un segundo mandato.El otro mensaje del relevo es que el primer ministro brit¨¢nico mantiene renovado su compromiso de intentar resolver la situaci¨®n del Ulster. Y no duda en llamar a la l¨ªnea de fuego a su cerebro gris para un trabajo en el que su predecesora, Mo Mowlam, ha quemado todos sus cartuchos tras casi tres a?os infatigables. La ministra era cada vez m¨¢s criticada por los unionistas, hasta el punto de que su labor se hab¨ªa vuelto ineficaz en los ¨²ltimos tiempos. Esta p¨¦rdida de confianza entre los protestantes y probablemente las intensas presiones de ¨¦stos sobre Londres no son ajenas a la sustituci¨®n, que en cualquier caso es una medida acertada.
En su nuevo cometido, Mandelson tendr¨¢ que exhibir algo m¨¢s que su reconocida capacidad para la maniobra pol¨ªtica, que le ha valido el malicioso sobrenombre de pr¨ªncipe de las tinieblas.
La situaci¨®n cr¨ªtica del Ulster exige estadistas. El ex senador estadounidense Mitchell vuelve a Belfast despu¨¦s de cinco semanas de infructuosas conversaciones con los pol¨ªticos protestantes y cat¨®licos de la provincia en la que el principal dirigente unionista, David Trimble, rechaza un Gobierno de coalici¨®n con el Sinn Fein mientras los guerrilleros del IRA no entreguen las armas usadas hasta el alto el fuego de 1997. El nuevo ministro para el Ulster tiene por delante una agenda envenenada en la que quiz¨¢ el primer paso de una nueva esperanza es el reconocimiento de que el acuerdo de Viernes Santo se desploma por momentos.
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