La par¨¢bola AGUST? FANCELLI
"?rase que se era...". As¨ª inici¨® su parlamento ayer Julio Anguita en el auditorio Barradas de L"Hospitalet, y nadie dud¨® de que iba a explicarnos una bonita historia. La historia que nos explic¨®, con cadencia entonada y rostro severo porque los cuentos merecen todav¨ªa un respeto, fue la de un pa¨ªs que el 6 de diciembre de 1978 se dio una Constituci¨®n democr¨¢tica. ?Y qu¨¦ dec¨ªa esa Constituci¨®n? Pues cosas como que todos los ciudadanos eran iguales ante la ley. Que todos ten¨ªan derecho al trabajo. Que los gobernantes garantizar¨ªan para siempre un r¨¦gimen p¨²blico de Seguridad Social y un medio ambiente adecuado para el desarrollo de las personas, as¨ª como los derechos de los consumidores y usuarios. Aquella Constituci¨®n dec¨ªa tambi¨¦n que toda la riqueza estaba subordinada al inter¨¦s general. Mas hete aqu¨ª que 21 a?os m¨¢s tarde nada de eso se hab¨ªa cumplido en aquel pa¨ªs. Las leyes actuaban de manera discriminatoria, el trabajo era un bien de pocos que lo conservaban de forma precaria, la Seguridad Social ced¨ªa ante los ataques de las privatizaciones, el medio ambiente se contaminaba, se vend¨ªan a la poblaci¨®n vacas locas y pollos turulatos y la riqueza cada vez se concentraba en menos manos.
"Si os cuento todo esto hace 21 a?os, ?os habr¨ªais cre¨ªdo que hoy estar¨ªamos como estamos?", pregunt¨® el narrador. "Nooooo...", contest¨® la audiencia como movida por un resorte mec¨¢nico. "Pues bien", prosigui¨® el narrador, "esa gente que luchamos por esa Constituci¨®n no nos rendimos porque no nos da la real¨ªsima gana". Aplausos. "El hilo rojo de nuestra historia no se puede tirar". Aplausos. "Seguiremos nuestra guerra de guerrillas contra el sistema". Aplausos, v¨ªtores y ondear de banderas.
?Anoche so?¨¦, bendita ilusi¨®n, que era el l¨ªder de Izquierda Unida lo que llevaba dentro de mi coraz¨®n? En todo caso, toda aquella gente, que llenaba el auditorio, no parec¨ªa un sue?o. La mayor¨ªa superaba la cincuentena. Muchos ol¨ªan a colonia fresca y camisa limpia. Se les notaba satisfechos de haber estado all¨ª. Y ahora se encaminaban hacia el sof¨¢ de casa para presenciar el Bar?a-Madrid. Pese a todo, no pude librarme de la extra?a sensaci¨®n de irrealidad que me provocan las par¨¢bolas que proceden del p¨²lpito.
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