El envite catal¨¢n
?Qu¨¦ cambiar¨ªa si Maragall ganara el pr¨®ximo domingo en Catalu?a? Pasqual Maragall ha hecho p¨²blicas las diez primeras medidas de gobierno si gana las elecciones catalanas. La limitaci¨®n del ejercicio de la presidencia a dos mandatos consecutivos significa la diferencia entre una idea cuasi religiosa del cargo p¨²blico como la que tiene el imprescindible Pujol y una idea mucho m¨¢s laica, que parte del principio de que el gobernante est¨¢ de paso y nadie es insustituible. El anuncio de la creaci¨®n de un Consejo del Audiovisual Independiente tiene el valor del atrevimiento de entrar desde el primer momento en la cuesti¨®n de la manipulaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, de la que ning¨²n partido est¨¢ libre de pecado. La educaci¨®n, como ha repetido durante la campa?a, aparece como preocupaci¨®n primera. Las propuestas de color socialdem¨®crata de creaci¨®n de guarder¨ªas, de asistencia domiciliaria a los ancianos y de aumento de la inversi¨®n p¨²blica van acompa?adas del inevitable gui?o de la izquierda a los empresarios (emprendedores, dice el eufemismo) en forma de bonificaci¨®n del 95% del impuesto de operaciones societarias para la creaci¨®n de empresas.?stas son las primeras se?ales emitidas por el cambio. Pero no agota lo que est¨¢ en juego el d¨ªa 17 en Catalu?a. De Pujol lo sabemos casi todo: su estilo de gobierno, su manera de ejercer la hegemon¨ªa sobre la sociedad catalana, su habilidad para mezclar un discurso nacionalista superideologizado con un pragmatismo de comerciante, la estabilidad pol¨ªtica de Espa?a con la reivindicaci¨®n permanente desde Catalu?a, el liberalismo econ¨®mico con el proteccionismo ling¨¹¨ªstico y una peculiar atenci¨®n a las pol¨ªticas asistenciales. Con ello ha conseguido mantenerse en el poder durante veinte a?os en un pa¨ªs que dice situarse mayoritariamente en el centro-izquierda. Lo que no podemos esperar a estas alturas es que Pujol cambie. Cualquier idea de cambio l¨®gicamente tiene que venir de las otras opciones pol¨ªticas.
Y en este cambio, adem¨¢s de las opciones concretas que las primeras medidas de Maragall sugieren, se deben incluir dos cuestiones muy importantes. La primera, no por repetida eludible, es el hecho en s¨ª de la alternancia. Sin llegar a poner la alternancia como prueba de la democracia, como algunos hacen, es innegable la utilidad higi¨¦nica y la necesidad c¨ªvica de que, de vez en cuando, se produzca el relevo. Todo sistema de poder cristaliza en estructuras de intereses y de privilegios. En el caso catal¨¢n hay un factor a?adido: la burocracia de la Generalitat se ha formado durante el periodo pujolista, con un importante control pol¨ªtico. Ser¨ªa bueno para la salud del sistema que esta burocracia pasara la prueba de un cambio de jefes. Contribuir¨ªa a la cultura de la neutralidad de la funci¨®n p¨²blica.
El presupuesto de la Generalitat actualmente es de 2,1 billones de pesetas. Dicho de otra manera: la Generalitat dispone de 350.000 pesetas por ciudadano y a?o. Y, sin embargo, hay una parte importante de Catalu?a que ni es consciente de esta realidad ni se siente concernida por ella. Este distanciamiento se concreta en un diferencial medio de participaci¨®n de 13,2 puntos entre las elecciones legislativas (al Parlamento espa?ol) y las auton¨®micas. Incorporar activamente a los centenares de miles de catalanes que pasan de las auton¨®micas ser¨ªa el verdadero cambio. Un cambio que empieza por una alta participaci¨®n el pr¨®ximo domingo, pero que no termina aqu¨ª.
Por lo dem¨¢s, las relaciones con Espa?a. El modelo reivindicativo pujolista frente a la propuesta federal maragallista. La cuesti¨®n del federalismo no es un tema menor ni despreciable. Entre la idea de Espa?a de Aznar y el nacionalismo de la autodeterminaci¨®n de los vascos, ?la propuesta federal podr¨ªa ser una perspectiva a mitad de camino que facilitara la resoluci¨®n de la articulaci¨®n pol¨ªtica del Estado?
Las elecciones catalanas dar¨¢n paso a la campa?a de las elecciones espa?olas. Una victoria de Maragall despertar¨ªa las esperanzas y la moral de los socialistas, pero estos chutes de euforia se apagan enseguida. Los problemas del PSOE seguir¨¢n siendo los que son. Y no son pocos. La derrota de su socio tendr¨ªa un primer impacto negativo para Aznar y por eso trata de apuntalar a Pujol en Catalu?a. Pero tambi¨¦n es verdad que convertir¨ªa al PP en destinatario del voto ¨²til de la derecha en las legislativas de primavera. Sin embargo, Aznar, como todo gobernante, prefiere siempre que nada cambie. ?Ser¨¢ de esta misma opini¨®n el electorado catal¨¢n?
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