Brindis y toreo
Nada menos que cuatro brindis al p¨²blico hubo en esta pen¨²ltima corrida de la feria pilarista. Eso antes significaba una garant¨ªa pr¨¢cticamente segura de que iba a haber faena. Ahora ya no. Si los diestros, primero parec¨ªan verlo claro y luego no, se equivocaron y si ya no lo ve¨ªan claro desde el principio ?para qu¨¦ el brindis?Podr¨¢ parecer mentira, pero a Espl¨¢ le desbord¨® la bravura del primer ejemplar de Cebada Gago, al que le falt¨® un puyazo, pero que ten¨ªa un gran tranco. Espl¨¢ le hizo, a distancia, un quite por navarras y lo banderille¨® midiendo las fuertes arrancadas del bovino. Con la muleta, sorprendentemente, dio la sensaci¨®n de impotencia para dominar ese gran caudal de bravura. Acab¨® de un feo sartenazo. El cuarto hubiese podido servir para que el de Alicante se sacase la espina de su poco afortunada actuaci¨®n anterior, pero ah¨ª la desgracia se ceb¨® en Espl¨¢, porque despu¨¦s del primer par de banderillas y al saltar al callej¨®n, cay¨® mal y se lesion¨®, cojeando visiblemente, por lo que no pudo continuar el tercio. Con la muleta consigui¨® torear con cierta enjundia por ambos pitones, pero pronto tuvo que desistir, finalizando su labor de pinchazo y estocada desprendida, pasando a la enfermer¨ªa.
Cebada / Espl¨¢, S¨¢nchez, Molinero
Toros de Cebada Gago, con m¨¢s hechuras que kilos, de juego desigual, muy bravo el primero. El sexto, de La Cardenilla, reserv¨®n y descastado. Luis Francisco Espl¨¢: pitos en los dos. Manolo S¨¢nchez: silencio; saludos desde el tercio con alg¨²n pito. El Molinero: silencio tras aviso; ovaci¨®n.Plaza de Zaragoza. 16 de octubre. 8? corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Manolo S¨¢nchez no hizo uso del mando y el temple debidos ante el cabeceo de su primero, que tambi¨¦n gazape¨® y ante el que acab¨® mostr¨¢ndose precavido. El quinto fue un manso que hu¨ªa de los capotes, pero que en la muleta, aunque con alg¨²n amago de rajarse, no plante¨® especiales problemas. S¨¢nchez le instrument¨® alg¨²n muletazo de muy buen corte, aunque al principio lo hiciera bastante despegado. No obstante, en tarde de tanta sequ¨ªa torera, esos pocos muletazos supieron a gloria.
El Molinero no le pudo, a pesar de mostrar gran voluntad, al repetidor y encastado tercero, que se venc¨ªa al final de los muletazos. Con el soso ejemplar de La Cardenilla, que acab¨® par¨¢ndose, estuvo muy decidido e hizo un esfuerzo, pero no le fue posible cuajar faena, exagerando en desplantes a destiempo y saliendo de las presuntas series con una arrogancia que ¨²nicamente debe emplearse cuando, de verdad, ha habido una serie lucida. Atraves¨® al toro en la estocada, que refrend¨® con un descabello.
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