La abstenci¨®n de la izquierda, un regalo para Haider
Si los resultados electorales son producto de su interpretaci¨®n, las elecciones parlamentarias austriacas del 3 de octubre pueden ser consideradas como una victoria de la extrema derecha, del FP (Partido Liberal Austriaco) de J?rg Haider. Y en realidad, no se puede decir que sea un juicio err¨®neo. Para bien o para mal, Haider desempe?ar¨¢ un papel relevante en la formaci¨®n del pr¨®ximo Gobierno austriaco, ya que, despu¨¦s de todo, sus electores han aumentado en un 6%, mientras que el partido en el Gobierno, el de los socialdem¨®cratas de Viktor Klima, ha sufrido un descenso del 5%. Pero para quien observa desde cerca estos resultados, la situaci¨®n se muestra mucho m¨¢s compleja; y el verdadero derrotado es en realidad el ciudadano socialdem¨®crata comprometido. En efecto, el cambio m¨¢s dram¨¢tico es la defecci¨®n de los votantes, que, con una disminuci¨®n del 10%, han quedado reducidos al 76% en un pa¨ªs en el que el voto es obligatorio.Merece la pena subrayar los efectos de este fen¨®meno: en realidad, la derecha no ha conquistado un gran n¨²mero de electores o de nuevos sufragios; si bien la izquierda moderada ha perdido una cuota de consenso, no la ha cedido a otros partidos, sino al partido del no voto.
No se trata seguramente de un hecho nuevo, aunque pocos han reconocido su significado. En Alemania, por ejemplo, no se puede decir que la CDU haya conquistado nuevos adeptos; en las recientes elecciones municipales y regionales, el n¨²mero de sus votantes ha permanecido estable. El canciller Schr?der, l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), ha sido castigado con un alto porcentaje de abstenci¨®n. El Partido Socialdem¨®crata no ha logrado convocar de nuevo a la masa de sus electores; y en las elecciones regionales de este a?o, muchos de los que le hab¨ªan apoyado en 1998 se han quedado en casa.
Por lo que se refiere al Reino Unido, Tony Blair empieza a pensar que el resultado de las elecciones europeas podr¨ªa no ser una casualidad. M¨¢s all¨¢ de los sondeos de opini¨®n, a la hora de votar -en el caso brit¨¢nico, en las elecciones municipales- laboristas y conservadores han combatido en la cuerda floja, con cerca de un 38% de indecisos; e incluso en este caso, se ha revelado determinante el bajo n¨²mero de votantes. Muchos de los electores laboristas de 1997 simplemente han renunciado a acudir a las urnas. Aunque sus simpat¨ªas no se inclinan por los tories ni por cualquier otra alternativa, tampoco aprueban el Gobierno del Nuevo Laborismo.
?ste es el factor clave de las ¨²ltimas consultas electorales, que se aplica incluso al caso de Austria: si el "nuevo centro" est¨¢ cansado de la tercera v¨ªa, sus opositores siguen convencidos de la v¨ªa que han elegido. (Es interesante hacer notar que en este caso los t¨¦rminos podr¨ªan hacer caer en el error: el austriaco Haider ha sostenido expl¨ªcitamente durante mucho tiempo la tesis de una tercera v¨ªa, como por otra parte lo hizo Per¨®n en Argentina y, antes de ¨¦l, el mismo Franco en Espa?a. Pero ¨¦sta pretende ser s¨®lo una apostilla sobre la actitud ahist¨®rica del Nuevo Laborismo). Los defensores de los nuevos socialdem¨®cratas europeos est¨¢n poco convencidos de lo que se est¨¢ haciendo en su nombre; mientras sus opositores siguen activamente, y en ocasiones agresivamente, comprometidos con sus opciones pol¨ªticas.
?ste es el resultado real de las ¨²ltimas elecciones, que han visto afluir a las urnas a los activistas, mientras los moderados se quedaban en casa. Y los tories son todav¨ªa un partido de activistas, sobre todo en lo que a la cuesti¨®n de Europa se refiere; parece que s¨®lo apelando a este tema pueden contar con un porcentaje de votos semejante al de Haider. ?Pero con qui¨¦n puede contar Tony Blair cuando ofende al nuevo laborismo sin lograr contentar al "nuevo centro"? Un periodo de desafecci¨®n al voto entre los ciudadanos m¨¢s moderados y conscientes se convierte as¨ª en un momento de aparente ¨¦xito de los activistas, que en parte son de izquierda, pero que frecuentemente representan a la derecha. As¨ª, J?rg Haider se beneficia sobre todo de la incapacidad de los reformadores moderados de movilizar a sus electores.
Con esto no pretendo minimizar los efectos de un evidente giro a la derecha. Temas como el orden y la legalidad, la inmigraci¨®n y la demanda de asilo, constituyen cuestiones controvertidas en Europa, y pocos partidos de centro-izquierda han logrado convencer al electorado de que poseen las mejores recetas para afrontarlos. En Austria, otros problemas han pesado sobre los resultados. La poblaci¨®n, cansada del viejo asociacionismo de la gran coalici¨®n rojo-negra, se ha sentido atra¨ªda por el "nuevo aire" prometido por el FP. Diferente es el caso de Alemania y el Reino Unido, en donde las victorias socialdem¨®cratas han representado una se?al de cambio. Pero de cualquier modo, parece que por doquier son los abstencionistas los que determinan la estructura de los gobiernos del ma?ana. Y dado que la apat¨ªa de los votantes es la otra cara de la medalla de un r¨¦gimen autoritario, la perspectiva no es seguramente de las m¨¢s halag¨¹e?as.
Sin embargo, es dif¨ªcil sacar conclusiones de estas observaciones. En el seno del Partido Laborista brit¨¢nico no faltan declaraciones de autocr¨ªtica que insisten en la incapacidad de llevar a cabo una campa?a m¨¢s convincente (sobre todo respecto a las elecciones europeas). Tanto en Alemania como en Austria, los socialdem¨®cratas prometen una mayor disponibilidad a la escucha, seguramente para poder ofrecer a los electores lo que desean. Tambi¨¦n en Francia, en donde aparentemente el Gobierno sigue controlando una mayor¨ªa con la que se puede contar y dispuesta a ir hacia adelante, hay una preocupaci¨®n por la solidez de los bloques ideol¨®gicos y la inestabilidad del centro. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si la nueva socialdemocracia se revelase a¨²n m¨¢s epis¨®dica de lo que algunos llevan afirmando hace tiempo? ?O si existiera una nueva pol¨ªtica para el futuro, capaz de atraer a un centro, cansado pero a¨²n animado por un esp¨ªritu de reforma?
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