No se acababa nunca
El tiempo corr¨ªa y era un discurrir por la nada. Eso pasaba en la plaza de toros de Las Ventas, buen ¨¢gora para la filosof¨ªa. En la plaza de toros de Las Ventas el tiempo se para con s¨®lo que Rafael de Paula (o uno de su especie) d¨¦ un natural; o corre hacia la infinitud del limbo con s¨®lo que se junten tres pegapases y un presidente tranquilo.Tres pegapases juntos (aunque no revueltos), dos de ellos nuevos en esta plaza, otro pr¨¢cticamente desconocido. No es que tuvieran culpa de nada. Es que van por ah¨ª las modas taur¨®macas. La tauromaquia que empujamos al tercer milenio va de reiteraci¨®n y monoton¨ªa, de mediocres y pelmazos que la interpretan a las mil maravillas.
La cuesti¨®n taurina ha sido siempre reflejo de la vida del pa¨ªs. Cuando la gente pensaba y discern¨ªa y se hac¨ªa respetar, a buena hora iba a permitir que se lidiaran toros inv¨¢lidos delante de sus narices; y si se los soltaban mansos, a lo mejor se marchaba a liberar frustraciones quemando un convento.
Mateo / Chapurra, G¨®mez, ?lvarez
Tres novillos de Alberto Mateo (uno, rechazado en el reconocimiento; dos, devueltos por inv¨¢lidos), de discreta presencia, dieron juego. 1?, primer sobrero, de Alejandro V¨¢zquez, con trap¨ªo y genio. 4?, de Ortig?o Costa, bien presentado, noble. 5?, segundo sobrero, de Hermanos Vergara, bien presentado, pastue?o. Chapurra: estocada corta ladeada -aviso- y cuatro descabellos (silencio); pinchazo, bajonazo descarado perdiendo la muleta, dos descabellos -aviso- y tres descabellos (silencio). ?lvaro G¨®mez, de Sevilla: estocada muy trasera tendida descaradamente baja perdiendo la muleta y estocada corta delantera baja (silencio); bajonazo escandaloso -aviso- y dos descabellos (silencio). Alberto ?lvarez, de Ejea de los Caballeros: pinchazo, media perpendicular baja, rueda de peones -aviso-, descabello y se echa el toro (silencio); estocada atravesada que asoma, rueda de peones, descabello -aviso- y descabello (insignificante petici¨®n y vuelta). Los dos ¨²ltimos, nuevos en esta plaza.Plaza de Las Ventas, 17 de octubre. Media entrada.
No es que ahora a la gente no la d¨¦ por pensar, ni discernir, ni guste de un respeto, pero muchas veces lo disimula, o a lo mejor pasa en el chocante y contradictorio sentido del pasar. Y as¨ª en los toros donde suele ocurrir que unos pl¨²mbeos pegapases lidien toros inv¨¢lidos delante de sus narices y, al acabar, vaya y exija que les premien con orejas y salida por la puerta grande.
Los novilleros cogen la escuela -es lo que pasa- y se creen, los pobres, que en eso consiste torear, y se ponen pesad¨ªsimos. Los tres de esta funci¨®n interminable, tambi¨¦n. Y fue una pena ya que en los tres se apreciaron positivas condiciones para el toreo.
Se incluye en la valoraci¨®n a Chapurra, que no alcanz¨® brillantez, pero es muy reveladora su disposici¨®n, su voluntarioso empe?o en hacer el toreo bueno, su entrada a quites, su insistencia en los naturales, y aun la decisi¨®n de ce?ir derechazos, pese a que por ese lado apretaban los dos ejemplares que le correspondieron. Todo ello en un novillero que ya tiene 28 a?os y no torea nada. Pr¨¢cticamente nada -salvo festivales- en toda la temporada que termina.
Gusto exquisito exhibi¨® ?lvaro G¨®mez en las ver¨®nicas y en sus faenas de muleta se le advirtieron detalles de torer¨ªa, con adornos muy toreros, entre ellos el kikirik¨ª girando en la direcci¨®n de la salida del toro, por lo que hoy lo llamar¨ªan invertido. Alberto ?lvarez, en cambio, el gusto interpretativo lo exhibi¨® con la muleta, principalmente en su primera faena a un bravo y noble novillo. En la otra se excedi¨® pegando pases y acab¨® con manoletinas.
A muchos les sentaron mal pues no eran horas de manoletinas sino de guardarse. Hab¨ªa ca¨ªdo la noche. Salimos, y la afici¨®n era un c¨²mulo de sombras furtivas, una di¨¢spora fantasmag¨®rica en busca de una luz, de un calor de hogar, de un consuelo. Cerca de tres horas hab¨ªa durado la novillada, qu¨¦ horror.
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