Chechena de Secuestros, SA
La 'industria' del rapto, que mantiene a 500 personas retenidas, financia a las milicias de la rep¨²blica cauc¨¢sica
Rusia justifica la invasi¨®n de Chechenia con dos argumentos: que la rep¨²blica cauc¨¢sica se ha convertido en una "guarida de secuestradores y bandidos" y que es la base de los terroristas que en septiembre se cobraron cerca de 300 vidas en una cadena de atentados con bombas.La lucha de los chechenos por su independencia merece cuando menos el respeto emanado de los r¨ªos de sangre que han vertido en ella desde hace siglos. Sin embargo, la extensi¨®n de la criminalidad tras la guerra con Rusia que finaliz¨® en agosto de 1996, la proliferaci¨®n de se?ores de la guerra que no reconocen otra autoridad que la que le dan sus armas y la falta de un poder central efectivo han convertido a Chechenia en un pa¨ªs sin ley, ni siquiera la isl¨¢mica.
El miedo a los secuestros, convertidos en una de las principales industrias de Chechenia y que ahora financia en parte el esfuerzo de guerra de las milicias irregulares, ha alejado durante los ¨²ltimos tres a?os a inversores, periodistas y miembros de organizaciones humanitarias internacionales.
El primer grupo de informadores occidentales llegados a Grozni a comienzos de mes, justo al comienzo de la guerra, tuvo que abandonar Chechenia a los cinco d¨ªas ante la insistencia de sus protectores, que admit¨ªan que ya no estaban en condiciones de garantizar por completo la seguridad de sus hu¨¦spedes, que se alojaban en una base militar y no pod¨ªan ni salir a la calle sin una fuerte escolta. El presidente Asl¨¢n Masj¨¢dov tem¨ªa la propaganda adversa de un secuestro masivo de extranjeros.
Seg¨²n fuentes del Ministerio del Interior ruso, 60 bandas chechenas secuestraron a 1.094 personas en 1997 y 1998, y a otras 300 en lo que va de 1999. Unas 500 se hallan a¨²n retenidas, casi siempre en circunstancias inhumanas, utilizadas a veces como esclavos y a la espera del pago de un rescate.
Esta peculiar industria no es exclusiva de Chechenia. Las rep¨²blicas vecinas de Ingushetia, Osetia del Norte y Daguest¨¢n son tambi¨¦n zona de alto riesgo. Hace unos d¨ªas, por ejemplo, fue secuestrado en Ingushetia un periodista del semanario Novedades de Mosc¨².
A veces, una banda captura, otra compra, una tercera recompra y una cuarta (o quinta o sexta) cierra el trato y cobra el rescate. Eso supone el tr¨¢nsito del prisionero de una c¨¢rcel privada a otra. La ¨²ltima suele estar en Chechenia, pero la liberaci¨®n se produce casi siempre al otro lado de la frontera.
Las presas m¨¢s codiciadas suelen ser los extranjeros, los periodistas y los altos funcionarios. Cuatro franceses de la ONG EquiLibre secuestrados en 1997 en Majachkal¨¢ fueron liberados tres meses m¨¢s tarde tras el pago de unos 530 millones de pesetas. El rescate que tuvo que abonar en agosto de 1998 la cadena de televisi¨®n NTV por tres de sus periodistas fue de m¨¢s de 300 millones.
Algunas fuentes sit¨²an en unos 450 millones la cantidad que (probablemente con cargo al presupuesto ruso) cost¨® en noviembre de 1998 acabar con los seis meses de cautiverio de Valent¨ªn Vl¨¢sov, representante de Bor¨ªs Yeltsin en Chechenia. Y ahora mismo se especula con que el precio puesto por el general del Ministerio del Interior ruso Guennadi Shpigun, secuestrado en marzo en el aeropuerto de Grozni cuando su avi¨®n estaba a punto de despegar, llega al r¨¦cord de 2.300 millones.
Los secuestradores utilizan a veces m¨¦todos expeditivos para evitar regateos y acelerar los tratos. La petici¨®n de rescate del misionero norteamericano Herbert Gregg inclu¨ªa, por ejemplo, un v¨ªdeo en el que se mostraba c¨®mo le cortaban el dedo ¨ªndice. Otras veces se seccionan lenguas u orejas. Gregg fue liberado en junio, tras siete meses de cautiverio.
Jorge Su¨¢rez In¨¢shvili, de 43 a?os, georgiano de nacionalidad, pero hijo de un ni?o de la guerra evacuado a Rusia durante la guerra civil, pas¨® por este infierno. Estuvo 70 d¨ªas en manos de un grupo de wahab¨ªes que debieron pensar que era una buena tajada por su relaci¨®n con el comercio petrolero. A¨²n tiembla al recordar cuando sus captores le mostraron un v¨ªdeo de los tres brit¨¢nicos y el neozeland¨¦s decapitados en diciembre de 1998.
Muchos secuestrados son soldados rusos. Su vida y su libertad son baratas, y dependen de operaciones de canje y de la abnegaci¨®n de sus madres, que se juegan la vida en viajes a Chechenia, con un pu?ado de rublos y una perseverancia a prueba de bombas. M¨¢s de una ha corrido la misma suerte que sus hijos.
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