Por un esca?o
Era dogma de an¨¢lisis en Catalu?a que los socialistas s¨®lo pod¨ªan acercarse a la victoria con un sensible aumento de la participaci¨®n. Y, al rev¨¦s, que una alta abstenci¨®n les precipitar¨ªa en el abismo. Eso no lo dudaba nadie. Pues bien, Pasqual Maragall ha rozado la gloria con la punta de los dedos habiendo incrementado sensiblemente el n¨²mero de abstencionistas (hasta superar la incre¨ªble barrera de los dos millones). Sorprendentemente, la abstenci¨®n ha perjudicado a Jordi Pujol, que ha perdido 150.000 votos y tres puntos, mientras que ha beneficiado a los socialistas, cuyas listas han ganado casi 400.000 y trece puntos ?Hay alguien capaz de explicarlo con esquemas de la semana pasada?Ensayemos una hip¨®tesis. Resultar¨ªa, despu¨¦s del 17-O, que ni la adscripci¨®n derecha-izquierda ni la identitaria de los ciudadanos, tan meticulosamente medidas ambas por los soci¨®logos, han tenido la importancia que se les ven¨ªa dando. En una sociedad avanzada, los ciudadanos suelen ser bastante m¨¢s complejos, capaces de definirse seg¨²n bastantes m¨¢s par¨¢metros, tambi¨¦n de votar a partir del sistema de valores que Inglehart denomin¨® postmaterialistas. O tal vez, incluso m¨¢s all¨¢, habr¨ªa que recurrir a factores de psicolog¨ªa social. Por ejemplo, Pujol ha contado con un n¨²mero indeterminado de electores que le han votado porque despu¨¦s de tantos a?os no merec¨ªa que le echaran a pesar de que, consideran, habr¨ªa hecho mejor en retirarse. Buena parte de la abstenci¨®n est¨¢ provocada por el desapego, el conformismo y la falta de ilusi¨®n individual y colectiva; otra, por conformidad con las encuestas. Pero una parte del voto indeciso se invirti¨® precisamente corrigiendo encuestas. Los comportamientos de la sociedad catalana son, pues, bastante m¨¢s dif¨ªciles de entender de lo que alcanzamos a explicar los profesionales del an¨¢lisis.
No pocos se sienten hoy estafados por un sistema que otorga m¨¢s esca?os a quien tiene menos votos, pero pronto se conformar¨¢n con el Gobierno e incluso volver¨¢n a puntuar bien la labor de un Gobierno tecnocr¨¢tico en la gesti¨®n y mediocre en lo pol¨ªtico. Si CiU hubiera sacado un diputado menos en favor, pongamos por caso, de Iniciativa per Catalanya-Verds, se habr¨ªa producido la alternancia y Maragall ser¨ªa el presidente. Pero el milagro se desvaneci¨® como una aparici¨®n hacia el final del recuento y dentro de muy poco la p¨ªrrica victoria en votos del candidato socialista quedar¨¢ descontada por el inmovilismo de Pujol, medio voluntario por conservador, medio forzoso por el castigo sufrido. Hasta despu¨¦s de las generales, los movimientos de la pol¨ªtica catalana se producir¨¢n en el terreno moral, con una oposici¨®n que se sabe legitimada, y en los entresijos subterr¨¢neos de la pol¨ªtica. Despu¨¦s, ya veremos. Si gana el PSOE, Almunia intentar¨¢ sacrificar a Maragall, que el domingo le ayud¨® mucho, a cambio del apoyo de Pujol. Si gana Aznar, tambi¨¦n habr¨¢ llegado la hora de Duran Lleida.
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