Fotograf¨ªa p¨²blica
Este oto?o la fotograf¨ªa se ha puesto de punta en blanco. Por donde quiera que uno vaya puede encontrar destellos luminosos que llegan de lejos y satisfacen. Es una situaci¨®n reconfortante en un pa¨ªs donde, con frecuencia, las brumas mar¨ªtimas no dejan ver los horizontes art¨ªsticos de otras vertientes. En esta labor de aclarar paisajes tiene adquirido un compromiso muy serio el Museo de Bellas Artes de Bilbao que, con Miguel Zugaza a la cabeza, bombardea de manera sistem¨¢tica con acertadas ofertas pl¨¢sticas de amplia trascendencia.En esta ocasi¨®n se trata de La fotograf¨ªa p¨²blica. La exposici¨®n, resultado del trabajo concienzudo de Horacio Fern¨¢ndez, ense?a el trabajo que hicieron fot¨®grafos y dise?adores gr¨¢ficos de todo el mundo entre 1919 y 1939. Se ve c¨®mo rompen definitivamente con un pasado lega?oso marcado por el pictorialismo; es el momento en que la fotograf¨ªa se revela como un autentico lenguaje, cuando viene a imponer un nuevo estilo para la expresi¨®n ic¨®nica. Se trata de registrar con la mayor fidelidad posible la realidad del entorno. La actividad industrial, el hombre, la ciudad, la pol¨ªtica, el trabajo, en definitiva una forma de vida que deja atr¨¢s rancios esquemas del pasado. Todo un fen¨®meno innovador que lo encontramos plasmado en peri¨®dicos, revistas, folletos, libros y carteles; es decir, puesto al alcance de un publico multitudinario, dentro de una sociedad de masas floreciente en el periodo de entreguerras. Una forma de hacer todav¨ªa no superada, una vanguardia que lo sigue siendo, y es referente, cuando no pauta obligada, para los autores de hoy d¨ªa.
La delicada presentaci¨®n de esta colecci¨®n de materiales encontrados en diversas bibliotecas, archivos y colecciones particulares de Tokio, Nueva York, Madrid o Valencia es pre¨¢mbulo que predispone a una observaci¨®n embriagadora. El ambiente iluminado con una luz tenue procura serenidad y llama al silencio. Los focos, perfectamente dirigidos hacia los puntos de inter¨¦s, con su escasa intensidad no pueden da?ar los preciados documentos. Se trata de un montaje que se reparte en varias salas y cumple la funci¨®n de realzar los contenidos.
Los paneles donde se presentan peri¨®dicos parecen grandes bisagras que despegan de la pared con un ¨¢ngulo de 120 grados. Con forma de atril para lectura c¨®moda, un mostrador estrecho y alargado recoje algunos de los foto-libros. En el suelo unas mesas acristaladas con distintas alturas siguen recogiendo folletos y revistas que uno quisiera poder ojear con mimo para ahondar en su contenido. Murales adosados ense?an carteles de gran formato. Sobre el fondo de una de las salas se proyectan, acompa?adas de m¨²sica y ruidos ambientales de la ¨¦poca, las im¨¢genes de las obras expuestas y el resto de ilustraciones que conforman el cat¨¢logo. Todo un espect¨¢culo audiovisual como remate bordado de una instalaci¨®n bien reflexionada.
Los numerosos autores presentes encuentran en el desarrollo de las t¨¦cnicas fotomec¨¢nicas, transformadoras de la industria editorial, el soporte adecuado para realzar su trabajo. Los dada¨ªstas alemanes est¨¢n presentes con los fotomontadores John Heartfield o Hanna H?ch, que a trav¨¦s de su arte luchaban para derrocar el antiguo orden. En EEUU fue clave la figura de Alfred Stieglitz, precursor de la fotograf¨ªa directa, y se acompa?a por Edward Weston en publicidad o por Walker Evans, Dorothea Lange o Weegee en documentalismo. Los nuevos semanarios que aparecieron en Francia (Match, Regards, Vogue o Vu), rompieron con el conservadurismo de L"Illustration y sus p¨¢ginas se abrieron a Man Ray, Andre Kert¨¦sz o a los reporteros Cartier-Bresson, Brassa? o Capa. M¨¦xico est¨¢ presente con Emilio Amero, Tina Modotti o Alvarez Bravo, que pas¨® por el formalismo y la abstracci¨®n antes de dedicarse a los temas urbanos. No faltan artistas de Jap¨®n, Holanda, Checoslovaquia o Espa?a, con Josep Sala y Jos¨¦ Renau entre otros. Una avalancha de personajes y publicaciones con forma de hacer todav¨ªa vigente.
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